Las beldades cobrizas, descalzas, de gruesa trenza entre los omoplatos y falda blanca ó de color rosa, se asomaban á las puertas de sus ranchos para verlos pasar.

En el camino huía de todas ellas como de un tropel de furias, y únicamente sentíase tranquila al verse dentro de la fábrica, un caserón antiguo cerca del Mercado, cuya fachada, pintada al fresco en el siglo XVIII, todavía conservaba entre desconchaduras y grietas ciertos grupos de piernas de color rosa y caras de perfil bronceado, restos de medallones y pinturas mitológicas.

Soñar así es soñar de color rosa; vivir así es vivir en pleno idilio; es tener en el alma, en vez de prosa, una égloga admirable de Virgilio

Las cepitas talladas de color rosa, que parecían flores, iban y venían sobre la mesa, tan pronto llenas como vacías.

Las copitas de color rosa besaban las bocas, dejando en los rojos labios de las jóvenes adorables gotitas de azúcar líquido.

Sonreía y tenía un poco de color rosa en las mejillas.

Sus ojos eran grandes, ojos de mujer, con el lagrimal de color rosa muy saliente.

Vestía la hija de Doña Paca una bata de franela color rosa, de corte elegante, ya descompuesta por el mucho uso, las delanteras manchadas de chocolate y grasa, algún siete en las mangas, la falda arrastrada, revelándose en todo, como prenda adquirida de lance, que a su dueña le venía un poco ancha, por aquello de que la difunta era mayor.

Eran varios torreones de color rosa obscuro, que se aglomeraban sobre la estrecha ínsula de forma oval.

El automóvil aceleró su marcha por las amplias calles del ensanche, desiertas á aquellas horas, y paró con violenta rapidez entre los carruajes que estaban estacionados ante la iglesia del Sagrado Corazón, una obra prodigiosa de confitería arquitectónica, en la que el blanco de las ojivas se combinaba con el color rosa de los muros.

Vió un hombre ante el piano llevando por toda vestidura una bata japonesa, un kimono femenil de color rosa, con pájaros de oro, perteneciente á su Chichí.

La epidermis era suave y brillante como el raso, de un color rosa desvanecido; la boca húmeda y fresca, de labios rojos un tanto grandes que descubrían al abrirse dos filas de dientes menudos e iguales; los cabellos dorados, sedosos, abundantes.

La ciudad era de color rosa, v sobre ella se erguían los campanarios de varias iglesias con cúpulas de azulejos.

Aparecían entre los cabos de basalto coronados de vegetación extensas playas con pueblecitos de color rosa y torres de iglesia blancas, rematadas por una cúpula de azulejos.

LA NOVENA SINFONÍA En un billetito perfumado, muy perfumado, y las armas de la noble casa de Peñarrubia estampadas en lacre de color rosa, invitaba la condesa a comer a su entrañable amiga Elena.

Sobre las medias blancas Garabato introdujo las de seda color rosa, las únicas que quedaban visibles en el traje de torero.

De su traje de lidia sólo conservaba una media de color rosa.

El color blanco o castaño de los animales quedaba brillante, chorreando sus pelos un líquido de color rosa, mezcla de agua y de sangre.

Un damasco de color rosa muy pálido, cubría los muros, encerrado en molduras blancas recargadas de conchas y hojarascas doradas.

El sol se levantaba, y parecía que sus ojos estaban aún rojos de sueño; todo alrededorel bosquecillo, los árboles, el polvo del caminose hallaba ligeramente teñido de un color rosa pálido.

Estas y otras reflexiones cruzaron por mi mente al subir detrás del lacayo la ancha escalera de mármol y ser introducido en el gran salón oro y blanco, cuyas paredes estaban tapizadas por entrepaños de seda color rosa pálido, mientras sus cuatro grandes ventanas tenían vista sobre la plaza.

Al salir al portal, llamaba a la cancela una joven con la cabeza rebujada en toquilla de color rosa, acompañada de un criado con librea.

Al calor de esas páginas que sólo se escriben y se leen en una edad, yo había visto aparecer a Valentina como Mussette o como Francine, llena de poesía, con su carita jovial, sus ojos negros, su cabello castaño ondeado, sencillamente ataviada de cintas color rosa; la boca roja y fresca como las guindas; toda esta cabecita deliciosa, sostenida por una figura llena de distinción.

Worth firmaba los tapados como un pintor sus cuadros; en los colores mismos se había operado una revolución; nada de celeste y blanco como antes, nada de color rosa: una mujer del gran mundo no estaba bien vestida sin llevar un medio color indeterminado en los siete de la paleta; oro y plata viejos, óxido, y marfil antiguo.

Isidro, que lo veía todo de color rosa, admiraba el adorno del merendero.