Qué preposición usar con bocas
LA MUJER DEL MORCEGO Mas aquéllas habíalas secado el sol, y no la boca de un sediento.
Cuando estaban en lo alto, al lado da la boca del receptáculo, los siervos forzudos las ordeñaban rápidamente con un aparato, arrojando la leche en el interior del enorme vaso de metal.
' See p. 108, note 3] En este punto del diálogo, terció don Dionís, y con una desesperante gravedad á través de la que se adivinaba toda la ironía de sus palabras, comenzó á darle al ya asendereado mozo los consejos más originales del mundo, para el caso de que se encontrase de manos á boca con el demonio convertido en corza blanca.
Apenas la novedad comenzó á extenderse de boca en boca y de casa en casa, la multitud se lanzo á las calles con ruidosa algazara, y corrió á reunirse á las puertas de la prisión.
Abría la boca para articular una sílaba: ya había dicho una sentencia.
Una noche, en el momento en que el rezo iba á principiar, Clara tenía abierto el costurero, y fingiendo arreglar dentro de él alguna cosa, se ocupaba en abrirle la boca al pajarito y meterle á la fuerza unas migajas de pan que había guardado en el bolsillo, cuando de repente alzó el vuelo el animal, revoloteó por la habitación con el hilo atado en la pata, y fué á pararse ¿dónde creeréis?
Sí; lo sé hace tiempocontinuó bajando más la voz y acercando la boca a su oído.
Poco a pocodijo el canónigo, extendiendo la mano y dando paz a la boca por breve rato para que, hablando, descansase del mascar.
Los labios gruesos y sinuosos y manchados por el zumo del cigarro puro que traía apagado y mordía paseándolo de un ángulo a otro de la boca sin cesar.
Clementina escuchólo con mal refrenada alegría y le metió los dedos en la boca hasta que la pánfila señora de Calderón desembuchó lo que tenía dentro y pudo convencerse de que Tomás ardía en amores por ella.
En efecto, cuando los primeros fieles, después de atropellarse por la escalera, llegaron á la tribuna, vieronal pobre organista caído de boca sobre las teclas de su viejo instrumento, que aún vibraba sordamente, mientras su hija, arrodillada á sus pies, le llamaba en vano entre suspiros y sollozos.
Las frases que de vez en cuando se escapaban de su boca entre el cigarro y los labios húmedos y sucios eran oscuras, cortadas, ininteligibles en muchos casos.
El millonario abrió la boca á impulsos de la sorpresa, mostrando todo el oro y el marfil de su interior.
Se había abrazado á él, frotando su boca contra su cuello con un arrullo felino.
Del discurso reían muchas bocas tras los abanicos de gasa, con la satisfacción de arañar indirectamente á su buena amiga la de Alberca.
Todo olía á lujo, á refinamiento, y aunque el caso era sorprendente atendido el pergeño de la vieja y la pobreza del edificio, como la Borgoñona sentía tanta hambre y de tal modo se le hacía agua la boca ante el espectáculo de los manjares, no se le ocurrió manifestar extrañeza.
Aquel sarcasmo de amor la hizo sonreír a ella misma con amargura que llegó hasta la boca desde las entrañas.
Lo admirable de estas palabras está en que eran ingenuas, como todas las que salieron de la misma boca durante tantos años.
Temblaba de frío, y con el brazo derecho oprimía los aros broncíneos de un trombón, dirigiendo la abollada boca hacia adelante como si quisiera bostezar con ella en vez de hacerlo con la suya propia.
El antiguo departamento, hoy República de Panamá, tiene siete provincias: Bocas del Toro, Colón, Chiriquí, Coclé, Los Santos, Panamá y Veraguas.
Bocas de minas que fluían la codiciada hulla manchando de negro los prados vecinos; alambres, terraplenes, vagonetas, lavaderos; el río corriendo agua sucia; los castañares talados; fraguas que vomitaban mucho humo espeso esperando que pronto las sustituirían grandes fábricas que vomitarían humo más espeso todavía.
Pensó con frenesí en el goce de vivir y de amar, animando junto a él la ilusión de una boca bajo la suya, de sedosa cabellera perfumada, entre sus propias holandas.
El buen galgo lebrero, corredor é valyente, »Avíe, quando joven, pies ligeros, corriente; »Avíe buenos colmiellos, buena boca é buen diente: »Quantas liebres veya, prendíe de buena mente.
Bocas sin rostro, clamantes, agoreras, pasaban en la obscuridad interior vociferando presagios indescifrables.
¡Oh los blancos dientes de la loca boca! En su boca ardiente yo bebí los vinos, y pinzas rosadas, sus dedos divinos, Me dieron las fresas y los langostinos.