73 oraciones de ejemplo con decano

El mundo ha sido siempre el decano del cuerpo diplomático.

Una especie de sarcófago elevábase entre estos adornos, y en él se leía en antigua letra española: «El Inquisidor Decano don Jaime Febrer.

Jaime sentía vivir en su interior al grave abuelo don Horacio, y con él los escrúpulos del Inquisidor Decano, el de la tarjeta horripilante, y las almas del famoso comendador y otros ascendientes.

Por esa época, el decano de los diáconos cayó gravemente enfermo.

yo aquella noche aprendí eso y mucho más: un «modelo» es un sombrero de señora traído de París para hacer otros iguales; pero que jamás valen lo que aquél y según parece la «Nona» estaba loca por comprar uno que había visto; y como «Pepito» (¡Pepito es decano de la Facultad!) no le daba los cuatrocientos pesos que costaba, la «Nona» le vendió a «Toto», con permiso de la «Beba», una de las yeguas del coche.

Soy el decano de la clase y cuento en mi lista hasta condenados políticos.

El pianista escuchaba con ojos de asombro y de codicia los relatos del «Decano».

Decano del Colegio de Abogados.

Se trataba de que el decano de la Facultad, en un alarde de feroz despotismo, había decretado que no se expusiera en la sala de disección más que un cadáver por semana para el estudio de los alumnos.

Las demás Facultades fueron arrastradas también por esta gran marejada y se decidieron igualmente a solicitar con el mayor ruido posible la destitución del infame decano.

Es el Bayardo de la República Argentina, el[420] militar sin miedo y sin reproche, decano del ejército argentino por su edad, por sus servicios y por sus elevadas cualidades morales.

Esta figura conservaba la misma actitud hacía setenta años o quizá más, desde el tiempo en que el buen decano Drowne, un diestro escultor en maderas, la colocó por primera vez en su larga vigilia de centinela sobre la ciudad.

Acuerda el voto público la palma á M. Hill, decano de los pintores, quien más que pintar calca con vehemente colorido las vistas de los tendidos valles, los gigantescos árboles y los torrentes impetuosos.

la Audiencia tomó posesión del gobierno, y el oidor decano Otalora se transladó al palacio de los virreyes.

OTRAS PUBLICACIONES =Juan Bautista Alberdi.=Conferencia dada en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, por JOSÉ NICOLÁS MATIENZO, decano de la misma, B. A., 1910, 1 folleto de 19 páginas.

Dichos documentos han sido copiados de los ejemplares existentes en el Archivo de la Nación, en la Curia eclesiástica metropolitana, en el Museo Mitre y en la Biblioteca Nacional, previo el trabajo de investigación realizado por los señores P. Antonio Larrouy y doctor Emilio Ravignani, conforme á las instrucciones dadas por el decano infrascripto.

Soy de estas montañas El Lobo decano, Y como conozco Las mañas de entrambos, Temo que acabemos, No digo enmendados, Sino en la trampa, Y yo en el rebaño.

Uno de estos varones rectos, á quienes debo eterno agradecimiento, fué D. Francisco Criado y Aguilar, actual decano de la Facultad de Medicina de Madrid.

* * * * * Comencemos por nuestro decano el benemérito D. Julián Calleja.

Y todo ello se llevó á cabo por D. Julián espontáneamente, sin halagos ni adulaciones, inspirado en el noble entusiasmo que nuestro decano vitalicio sintió siempre por la función docente.

Habiendo sido promovido el Dr. Sandé a la presidencia del Nuevo Reino de Granada, salió de Guatemala el 6 de noviembre de 1596, quedando el gobierno en manos del licenciado Alvaro Gómez de Abaunza, oidor decano.

Tanto interés inspiraba al Rey el estado de los trabajos de la mina de cinabrio de Huancavelica, que el virrey dispuso visitarla en persona, saliendo de Lima a mediados de julio de 1643, dejando encomendado el gobierno durante su ausencia a D. Andrés de Villela, decano de la Audiencia.

Creyeron encontrar el remedio aconsejando a Carrasco que los presos volviesen a Santiago, que los empleados que hubiesen tenido más participación en el golpe de Estado fuesen separados, y, por último, que no se tomara medida alguna sin oir a la autorizada opinión de Don José de Santiago Concha, oidor decano de la Audiencia.

Quedó de gobernador el oidor decano D. Guillén Chaparro, en cuya época el pirata inglés Drake entró a saco en las ciudades de Río Hacha, Santa Marta y Cartagena.

En este país extremadamente viejo, decano de todas las naciones actuales, no abundan los monumentos que puedan llamarse antiguos.

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