28 colocaciones para domadores

Condenado a muerte durante una sedición, se evadió y tomó el oficio de domador de caballos.

Y el mar, inmenso coro de esta humilde tragedia, parece asociarse al esfuerzo de sus domadores, entonando con ritmo pausado y solemne el himno de la paz de la conciencia, que huye del agosto del Berrugo y calienta la puchera del Lebrato.

Lo que siguió fué más agradable, la mujer del domador, vestida con un traje de lentejuelas, entró en la jaula del león, jugó con él, le hizo saltar y ponerse de pie, y después Linda dió dos o tres volatines y vino con un monillo vestido de rojo a quien obligó a hacer ejercicios acrobáticos.

Durante los demás días de la semana, la barraca del domador estuvo vacía.

Por eso todas las revoluciones quedan reducidas á lo mismo, á un cambio de domador.

Comenzaba a salir el sol cuando llegó al campamento del domador.

Buscó una rendija entre las lonas para ver algo, pero no la pudo encontrar; se tendió en el suelo y estaba así con la cara junto a la tierra cuando se le acercó la chica haraposa del domador que tocaba la campanilla a la puerta.

El final del juego se aproximaba, y, efectivamente, en una pasada, el dinero del domador húngaro desapareció y fué a parar a manos del charlatán y de monsieur David.

Era como la fiera junto al domador, gruñendo en el cajón del circo.

Mas este último (que según podéis apreciar, era tan buen jinete como el mejor domador de potros) estuvo acechando la oportunidad favorable, y al fin encajó el bocado de oro de la brida encantada entre las quijadas del caballo alado.

Y eso aunque sepa que una de las fuerzas más poderosas en favor suyo, es justamente la falta o la disminución de la creencia en Dios, por medio de la cual los sacerdotes de todas las religiones y en todas las fases históricas, han sido los más {56} fuertes aliados de las clases dominantes, al mantener a las turbas subyugadas por la fascinación religiosa, como las fieras bajo el látigo del domador.

Martín se enteró también de la llegada de los domadores con sus fieras enjauladas, y a la mañana siguiente, al levantarse, lo primero que hizo fué dirigirse al prado de Santa Ana.

La sumisión trocose en amenaza, y don José sintió el miedo del domador ante la fiera que se rebela.

Y en su sonrisa asomaba una satisfacción profesional, un orgullo de domador que, al apreciar la fuerza de la fiera vencida, alaba su propia gloria.

Su marido se plegaba a sus caprichos a la fuerza, como un oso indómito que obedeciese gruñendo al palo del domador.

Allí tuvo Borelly que matar á puñaladas en presencia del público á su tigre real de Bengala, porque éste tenia ya entre sus dientes la pantorrilla izquierda del domador: quien al levantarse lanzando un caño de sangre de una arteria rota, tuvo tiempo, ántes de perder el sentido, de decir á los espectadores á modo de satisfaccion: «Señores, ya habia gustado mi sangre, y ó él ó yo.

y muy superior a lo que pudieran pensar los que no la veían a ella explotar los brutales apetitos, ciegos, y nada escogidos de aquella turba de las minas; pero su oficio tenía los peligros del domador de fieras; todos los días, todas las noches había en la taberna pendencias, brillaban las navajas, volaban por el aire los bancos.

Hombre sobre el cual dejaba caer su puño, caía redondo: potro cerril cuyos lomos abarcaba con sus piernas de acero, ya podía encabritarse, morder el aire y echar espumarajos de cólera, que antes se desplomaba vencido y jadeante que lograba libertarse del peso de su domador.

Un criado, vestido con un triste pijama de domador, les fué enseñando aquel magnífico palacio que un ruso nostálgico de todas las Rusias se había hecho construir en el ideal Portugal.

Este se levantó enseñando los dientes, y lanzando un rugido se echó sobre domador; el viejo ayudante metió, por entre los barrotes de la jaula, una palanca de hierro para aislar el hombre de la fiera, pero con tan poca fortuna, que la palanca se enganchó en las ropas del domador y en vez de protegerle le inmovilizó y le dejó entregado a la fiera.

Hay, realmente, en la función docente algo de la satisfacción altiva del domador de potros; pero entra también la grata curiosidad del jardinero, que espera ansioso la primavera para reconocer el matiz de la flor sembrada y comprobar la bondad de los métodos de cultivo.

Este ruido cesó a una señal imperiosa del domador, que con su instrumento de viento en el brazo izquierdo se acercó a una escalera de mano próxima a la entrada, subió dos o tres peldaños, tomó una varita y señalando las monstruosas figuras pintarrajeadas en los lienzos, dijo con voz enfática: Aquí verán ustedes los osos, los lobos, el león y otras terribles fieras.

Preparaban en una plaza el combate de un toro con un león y un tigre de cierto domador famoso, y el ganadero envió a Barrabás, animal perverso al que tenía aparte en la dehesa, pues andaba a cornadas con los compañeros y llevaba muertas muchas reses.

Ahí teneis á Francisco I destrozando á los suizos de tal modo, que casi los extermina completamente, y haciéndoles además perder para siempre el título de domadores de príncipes y defensores de la Iglesia cristiana, con que aquellos villanos mal nacidos se engalanaban.

Empezaba á encontrar algo ridícula su actitud de domador.

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