198 oraciones de ejemplo con mendrugo

¿Este miserable hijo de España no había hecho ya bastante por su Rey y por su patria, para permitir llevarse a la boca un pedazo de pan? En estas reflexiones, registré primero la grupa de mi cabalgadura allegadiza, donde no había más que alguna ropa blanca, y después las pistoleras, donde encontré un mendrugo.

Medita, hijo, medita, en quietud y a la sombra, la burrada que ibas a cometer, dejando el servicio de Dios y su pingüe soldada, por el servicio de una criatura mortal, hija de un zapatero remendón, que ni ni ella tenéis para llevaros un mendrugo a la boca.

Los tales pobres eran labradores de oficio, y todos, por consiguiente, comían el miserable mendrugo cotidiano empapado en el sudor de un trabajo tan rudo como incesante.

¿Y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta de paño de manos se hacía servir de la halda del sayo?

Tenían la imperturbable serenidad del mendigo, que nada apetece [30] mientras no le falte un mendrugo para engañar el hambre y el sol para calentarse.

¡Venimos a hacerte un favor, y nos sales con un sermón! ¡Queremos verte rico como nosotros, y nos contestas hablando de los demás, de la gente que no conoces, de esa humanidad que no te dio ni un mendrugo cuando vagabas como un perro...! Tendré que dirigirte como en nuestra juventud, cuando hacíamos la guerra.

Pero como ellos no habían de arreglarlo a su gusto, más cuenta les tenía no pensar en tal cosa, y buscarse cada cual su mendrugo de pan como pudiera, hasta que viniese la muerte y después Dios a dar a cada uno su merecido.

Conocía su pasado: su juventud, transcurrida en los bajos fondos del periodismo de Madrid, batallando contra todo lo existente, sin conquistar un mendrugo de pan para la vejez, hasta que, cansado de la lucha, acosado por el hambre, y bajo el pesimismo del fracaso y la miseria, se había refugiado en el escritorio de Dupont para redactar los anuncios originales y los pomposos catálogos que popularizaban los productos de la casa.

Los hombres maduros, los veteranos del trabajo, con el estómago quebrantado por largos años de esta alimentación, manteníanse a distancia, rumiando un mendrugo seco.

Y extrajo de su chaqueta un papel mojado, que contenía un mendrugo y un pedazo de queso.

Cierto mediodía, al cruzar el largo puente del Tormes, viole sorbiendo sol, la espalda contra el pretil, los brazos en cruz y los ojos fijos en el cielo, como si esperara, cual otro San Pablo, ver bajar de las nubes, en el pico de un pájaro, el milagroso mendrugo.

Yo gritaba pidiendo pan, un mendrugo de pan siquiera: pero nadie escuchaba mis gritos.

Veía acercarse la miseria; pero no una miseria tolerable, sino la que espanta á la misma pobreza acostumbrada á privaciones; la carencia de hogar, la necesidad de tender la mano en las calles para conseguir el ochavo ó el mohoso mendrugo.

Ellos sacaban la mejor parte, y cuando las cucharas tropezaban ya con el fondo, entonces entraba la rebañadura mendrugo en mano, hasta que el metal quedaba limpio y brillante, como si acabasen de fregarlo.

Los pueblos que no creen en la perpetuación y universal sentido, en el sacerdocio y glorioso ascenso de la vida humana, se desmigajan como un mendrugo roído de ratones.

Como pudiera remediarlo, la visita era á las horas de comer ó de cenar, porque en estas ocasiones siempre sacaba mendrugo para su estómago insaciable.

En la Montaña no se muere nadie de hambre: esto es sabido y probado, porque el más miserable parte un mendrugo con el vecino que carece de él; pero ni en la Montaña ni en región alguna del mundo, engorda la limosna á quien de ella vive, por abundante que sea.

Todo esto le costaba dinero, viajes y molestias sin número; pero vendía gustoso el mendrugo de su familia, y jamás le cansaban las idas y venidas, ni le desalentaban desengaños ni malas razones.

¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo, y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan, que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta de paño de manos, se hacía servir del halda del sayo?[204] Nadie, por cierto, lo sospechará.

El portero es otro remendón, pero que no se llama artista; y por eso saca del oficio un mendrugo cada día.

Conviene acostumbrarse al sufrimiento... ¡Y vaya usted á saber ahora con qué me desayunaré mañana! Lo que Dios me tenga reservado, café ó chocolate ó mendrugo de pan, él lo sabe, en alguna parte estará... ¿No se desayunan los pájaros?

En el primer patio aparecieron multitud de criados, por diferentes puertas; mujeres que encendían braseros, chicos mocosos con bufanda al cuello y mendrugo en boca, que salían á dar el primer brinco del día sobre el empedrado, ó sobre la hierba.

Nuestro jóven héroe fué encerrado por todo el resto del dia en la carbonera en compañía de un jarro de agua y un mendrugo de pan.

El programa político de los descontentos era el rudimentario «quítate para que yo me ponga», de manera que la oposición no salía nunca de su estado de nebulosa, por poco que, cuando amenazaba consolidarse, los más ardientes recibieran un mendrugo inspirador del quietismo y la tolerancia.

Llevóle sin tardanza Candido al pajar del anabautista, le dió un mendrugo de pan; y quando hubo cobrado aliento Panglós, le preguntó: ¿Qué es de Cunegunda?

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