47 oraciones de ejemplo con ojeroso

Tenía el rostro compungido y desapacible, pálido y ojeroso, áspera y morena la tez, con el circuito de los ojos como si acabara de llorar; las cejas muy negras y pobladas; la boca un poco grande y con cierta gracia innata, casi desfigurada por el mohín compungido de sus labios, hechos á la modulación silenciosa de palabras santas.

En tanto allá abajo, en el parque, miraba al balcón cerrado del tocador de la Regenta, don Víctor, pálido y ojeroso, como si saliera de una orgía; daba pataditas en el suelo para sacudir el frío y decía a Frígilis, su amigo....

Estoy pálido y ojeroso; y mi padre, lleno de afectuoso cuidado, me pregunta qué padezco y me muestra el interés más vivo.

Su rostro estaba demudado y más pálido y ojeroso que ordinariamente.

¡Ojalá!exclamó un joven pálido, ojeroso, que acusaba en su semblante el desgaste precoz de sus fuerzas.

A la mañana siguiente se levantó un poco pálido y ojeroso, pero firme y resuelto a proseguir su obra de regeneración, a despecho de todos los obstáculos morales y materiales que surgiesen en su camino.

Le veo a usted pálidoañadió aquél, algo ojeroso.

, jinete en una mula parda, mal esquilada y sucia, va un hombre joven y de hermosas facciones, pero ojeroso, triste, pálido, callado, dejando al animal que arregle a su capricho el paso, sin hostigarle con espuela ni palo.

¡Triste cosa, ser rey y presenciar alcahueterías! La mañana, extremadamente fría; lluvia mentidita de calabobos; don Juan ojeroso y falto de sueño; la chica burlona, desenfadada y alegre.

Yo temo que cuando venga lo encontraré pálido, ojeroso y flaco.

D. Cristóbal aguardaba inquieto y ojeroso, paseando con agitación por el corredor como un procesado que espera el veredicto del jurado.

Las lágrimas corrían a menudo por su rostro pálido y ojeroso.

Discurría horas y horas al través de las calles, o por las afueras, abstraído, ojeroso, inquieto, torturado por recónditos anhelos de indagación, incomprensibles para los seres que cruzaban a su lado.

Se había puesto pálido, ojeroso, y cuando alguna vez cantaba cosas de ópera, arrastraba de tal modo las notas, que parecía que se las paseaba a uno por las tripas.

Los ojos de D.ª Rosario expresaban un orgullo inocente al posarse sobre el rostro de su hijo, mas lánguido y ojeroso que de costumbre.

Todo el mundo nota que ando ojeroso y pálido estos días.

Estás paliito y ojeroso como un chavaliyo de quince años.

Frente a nosotros estaba la de Enríquez con su novio, más allá la mamá y la tía Etelvina, y en medio de ellas don Alejandro, más sombrío y ojeroso que nunca.

Andaba pálido, ojeroso, sucio, y últimamente empezó a darse a la bebida.

¡En qué desventajosa situación iba a contemplarme la hermosa señora del General! ¡Sin corbata, sin pechera almidonada, con el pelo lacio, sin cosmético, ojeroso y desmadejado!

Baselga, que tenía el rostro pálido y ojeroso, y que mostraba en el traje cierto desorden, ocupó el sillón que le señalaba el padre Fabián, y tomó la atenta posición del que se prepara a escuchar.

Es el espectro de los espectros, ya en la vida retirada de Rusia, ya en la caída de Waterloo o en Santa Elena; Napoleón, ojeroso, meditabundo, miserable, bajo la tempestad de Dios.

Y aquellas delicadísimas señoras..., ¡por vida del Todísimo!, ¿roncarán?» XV Á causa de la mala noche estuvo destemplado y ojeroso toda la mañana siguiente, y por la tarde se le vió hecho un azacán, persiguiendo gangas de almoneda para amueblar con decencia, dentro de la economía, su nueva casa.

Realmente estaba pálido, ojeroso, abatido; pero le quedaba el aire de viril resolución que tan simpático le hacía.

Al torcer por la de la Paloma se detiene estupefacto, viendo venir al señor Floro, ojeroso y vacilante, camino de la iglesia.

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