119 oraciones de ejemplo con torda

Sobre la hacanea torda en que iba y sentada sobre blandos cojines en elegantísimo sillón o jamugas, semejaba una emperatriz en su trono.

En mi juventud, tuve una jaca torda, que era una pintura.

El muchacho, impaciente y atrevido, atravesó por debajo de la panza de una de las mulas, que por más señas era torda.

» A esta querella alude acaso la fría alegoría de la disputa del tordo y del ruiseñor, que se leen en la segunda parte de Filomena.

Unos eran de color tordo; otros de un gris plateado, sedoso y brillante, y todos ellos temblaban desde las piernas a la grupa con fuertes estremecimientos, como si no pudiesen contener su exceso de vida en este encierro.

Bueno, pues oyó cantar un tordo y se dirigió al sitio donde sonaba.

El capellán D. Lesmes venía de este pueblo caballero en una jaca torda, linda y briosa.

Cuando llegó el día señalado, una hora antes de amanecer montó en su jaco tordo, que él había criado con mimo y al cual había puesto por nombre Lucero, y bajó por el camino de Villoria hasta el llano.

Encaminóse por aquella costa el paladin, completamente armado y cabalgando en un caballo tordo, nacido en Dinamarca, criado en Flandes, y más grande y fuerte que ligero.

¡Ya sabes! ¡Sólo sería un pedazo de leño si el obrero no lo arrancase de la tierra para darle forma! ¡Expátriate y alcanzarás las cumbres! ¡Si permaneces adherido á tu suelo, jamás escalarás la altura! Cuando acabó de recitar estos versos, mandó á uno de sus esclavos que le ensillase una mula torda, poderosa y rápida para la marcha.

Después Nureddin cabalgó en su mula torda, encaminándose hacia el palacio del visir, y al pasar por las calles le admiraban todos, elogiando su hermosura y la obra de Alah.

Pero un día que estaba yo sentado en mi tienda, vi avanzar montada en una mula torda, un milagro entre los milagros, una joven deslumbrante de hermosura.

Pasados los primeros agasajos y cariños, Martina preguntó a su cuñado si tenía en casa la yegua torda.

Conque así, muchacha—añadió dando un pellizco a Martina, voy ahora mismo a aparejar la torda, y ya verás qué paso llevamos los dos por esos caminos.

Era la torda animal muy valiente; y así es que, a pesar de la carga, tardaron poco en verse en la fértil ribera de Bembibre, bañada entonces por los rayos melancólicos de la luna, que rielaba en las aguas del Boeza y en los muchos arroyos que, como otras tantas venas suyas, derraman la fertilidad y alegría por el llano.

Así que volvió a subir en la torda con el honrado Bruno, pero en brazos de Millán, y volvieron a correr por aquellos desiertos campos, hasta que al rayar el alba se encontraron en las frescas orillas del Cúa.

Con el trabuco al brazo, montado en mi jaca torda, seré una exhalación.

Si por cierto, y áun para chirriar de una jaula como tordo.

una voz o se mueva, dijo en voz torda el desconocido, le levanto la tapa de los sesos.

Los conocí por la jaca torda, que no se puede despintar... ¡cada relámpago que daban las herraduras!...

La jaca torda, la que, cual dices , los campos borda, la que tanto te agrada por su obediencia y brío, para está, mi dueño, enjaezada, para Curra el obero.

Estatura algo ménos que mediana, cabeza abultada y un si es no es oblonga, con canas entre rucias y tordas, corona episcopal, pestorejo colorado y con pliegues, ojos acarnerados, y en la circunferencia unas ojeras ó sulcos que le havian formado los anteojos perdurables, que solo se los quitaba para leer y para escrivir, ó quando estaba solo; pero en visitas, en passéos, ó en funciones públicas, al instante los montaba.

El tontillo á la flaca la hace gorda, Y tal vez finge tórtola á la torda; Porque son los tontillos nobles piezas Para encubrir gorduras y flaquezas.

Dos o tres veces por semana visitaba a la Condesa, caballero en su jaca torda, para ver si se le ofrecía algo.

Ello, yo no por qué mi padre no me llamó la torda.

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