83 oraciones de ejemplo con ¡bien!

] ¡No vienen todavía! ¡bien! por la voz de aquel que es el primero entre vosotros; por la señal que os hace temblar á todos; en nombre de aquel que no muere nunca ... despertaos y apareced....

¡Bien! por cruel que sea para esta confesion, hablará mi dolor.

¡Bien! ¡Bien! ¡Bien! Así lo hace un joven delicado.

¡Bien! ¡Bien! ¡Bien! Así lo hace un joven delicado.

Encendióse el jurisperito, se irguió en la poltrona, se compuso las gafas, y mirándome por encima de los cristales me dijo desdeñosamente: ¡Bien! ¡Bien!

Con lo que tiene usted aquí... ¡le basta y le sobra! ¡Bien! ¡Bien! Quise replicar, pero me pareció inútil toda aclaración.

¡Bien!, te ofendo... tienes razón... estas decepciones me ponen de mal humor...

¡Bien! Es preciso hacer la señal: una gran hoguera en el Falkenstein.

¡Eso está bien, carape! ¡Bien! ¡Bien!... ¡Leoncio, eres un burro! Si nos tropezaba en el campo Caín se sentaba a nuestro lado y nos contaba historias milagrosas.

Pero al conde le causó poca impresión aquel arranque de autoridad que el padre Claudio creía irresistible, pues encogiéndose de hombros se limitó a contestar con frialdad: ¡Bien! ¿Y qué?...

El padre Tomás, al hablar así miraba fijamente a Zarzoso, y éste, impacientado ya, no pudiendo sufrir más tiempo aquellas manifestaciones, cuyo sentido no comprendía, pero en las que adivinaba cierta intención de molestarle, le interrumpió diciendo con expresión hostil: ¡Bien! ¡Y qué! ¿Qué me importa a todo eso que usted me dice mirándome fijamente como si debiera darme por aludido?

¡Bien! esclamó.

Un frenético "¡bien!" y un palmoteo que convirtió instantáneamente el público entero en tempestad cerrada de aplausos y aclamaciones, volvió a Angeles de su ensimismamiento.

¡Bien! ¡bien! pero ¡que no reincida!

¡Bien! ¡bien! pero ¡que no reincida!

¡Tengo doscientos; cincuenta contra cuarenta! ¡No!dice Bruno resuelto;poned... ¡Bueno; cincuenta contra treinta! ¡Doblad si queréis! ¡Bien! el búlik es de mi patrón y acabo de ganar; ciento contra sesenta.

¡Ven á mirarlo! ¡ven! le dijo asiéndole con fuerza desesperada por un brazo; ¡mira tu obra! ¡mírala frente á frente! ¡deleita en ella tu mirada! ¡hazaña digna de y de tus zegríes! ¡el lobo se une al lobo! ¡bien! ¡yo creia ser la esposa de un rey y de un caballero, y en vez de él solo encuentro un verdugo y un cobarde!

¡Bien! Dale otro á ella, gitano... ¡Eso es! ¿Ve usted cómo se quieren los niños?...

¡Bravo! ¡Bien! Es el penacho blanco de Martínez Campos, el último gran guerrero, que asiste de toda gala; es Weyler, que viene sin penacho, pero acorazado el pecho de condecoraciones y medallas, Weyler, de fama terrible, pero que hoy se conquista por un momento las simpatías, pequeño, acerado, ceñudo, apretada y reveladora la saliente mandíbula.

¡Bien! ¡Bravo! Son los penachos, son los entorchados, son los uniformes de otros tantos generales, de innumerables jefes y oficiales que honran a Castelar a pesar de todo; es la comisión del Cuerpo de artilleros, que lleva su ofrenda.

) ¡Yo me batí en Talavera al lado de tu padre! Manuel sonrió tranquilamente, y repuso, sacando otro puñado de oro: ¡Quinientos duros por que baile conmigo! ¡Bien! ¡

¡Bien! ¡Está dicho!...

¡Bien! ¡Vaya en paz, hijo! Tendré el mayor gusto en casarlos...

¡Bien! ¡Buen número! Ya hubieran querido mis buenos conciudadanos de aquí despachar a tantos; pero han sido diez menos... La Guillotina marcha admirablemente... ¡Bien por la Guillotina...! ¡Viva la Guillotina...! ¡La adoro...!

Están durmiendo; ¡bien! ¡qué hermosos! ¡qué inocentes!

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