195 oraciones de ejemplo con ámbares

Olía el salón aquel punto peor que una caballeriza; pues de esencia de ella, de aguardiente, de tabaco de hoja común y de otras no más suaves ni voluptuosas, se componía el ambiente que allí se mascaba; pero de ámbar y ambrosía le pareció a don Simón, juzgándose ya electo con el esfuerzo de aquellos auxiliares, todos famosos en el país por sus gloriosas campañas electorales.

Tenía la mano derecha libre y desnuda, y en la izquierda los guantes de ámbar y la graciosa gorra de Milán con airón de blancas y rizadas plumas, prendido a la gorra por una piocha de esmeraldas y rubíes.

Y has también de advertir, Sancho, que no se contentaron estos traidores de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron y volvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana, y juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las principales señoras, que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y entre flores.

La verdad se encubre en vano; Que como al que ayer traía 2360 Guantes de ámbar, otro día, Le quedó oliendo la mano; Así, quien señora fué, Trae aquel olor consigo, Aunque del ámbar que digo, 2365 Reliquias muestre por fe.

La verdad se encubre en vano; Que como al que ayer traía 2360 Guantes de ámbar, otro día, Le quedó oliendo la mano; Así, quien señora fué, Trae aquel olor consigo, Aunque del ámbar que digo, 2365 Reliquias muestre por fe.

Medio cielo era de ámbar y el otro medio de azul nocturno, en el que empezaban á parpadear las primeras estrellas.

Ese ligero tono de ámbar se lo he dado yo con mi calor.

Eran grises; los que él llevaba en su recuerdo eran negros, con reflejos de ámbar; pero unos y otros le miraban de igual modo, con una expresión invitadora.

El auditorio se indigna, pero permanece impasible, como árabe que es... Sid'Omar, dios de la ironía, se sonríe escuchando, reclinado en su almohadón, con la mirada abstraída y la boquilla de ámbar entre sus labios.

A lo lejos, surcado por numerosas velas latinas que parecían de ámbar, extendíase el Mar Tirreno.

Sobre el blanco mantel temblaba la mancha de ámbar del vino de Orvieto, en ventrudas botellas de fino cuello; un líquido dorado, espeso, de dulzura clerical; una bebida de pontífices ancianos que descendía como fuego hasta el estómago, y más de una vez había remontado á cabezas cubiertas por la tiara.

Entre aquella multitud abundaban los pintorescos trages de los moriscos, á los que se mezclaban los justillos y las calzas castellanas, y los coletos de ámbar y los castoreños con plumas de los soldados de los tercios viejos del rey.

Cogió de encima de una silla una larga pipa de ámbar amarillo y empezó a cargarla lentamente de tabaco; sacaba la picadura de una tabaquerita de plata y la metía en el depósito de la pipa, apretándola con los dedos; luego, mezcló al tabaco algunos granos de opio y se puso a fumar.

Como en un gracioso rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de cobre, y de ámbar, y especería.

Sumad nieves y linos, cisnes y espumas, y juntad palideces de ceras, color suave de pulpas de lirios y de rosas te, y agregad alba transparencia, como de un ámbar eucarístico, y poned la animación de una inexplicable onda vital, y he allí lo que pasó ante mis ojos, bajo la gloria solar, en ese instante.

Junto á los racimos de ámbar, sobre largos cañizos, los verdinegros higos, todos endulzados á los rayos del sol.

Entraron algunas cuadrillas por la tierra dentro dos y tres leguas, y robaron cuanto hallaron de joyas de oro, y algunas esmeraldas ó madres dellas, y gemas, ó ciertas piedras preciosas y ámbar, engastonadas en oro, por buen artificio hechas.

Pero entre su vista y la hoja de grueso papel en que el tiempo había derramado un baño de ámbar, se interponían dos ojos serenos y ariscos, ojos de novilla virgen, que miraban con despego primero y con pensativa curiosidad después.

Surca los mares y sonda sus más profundos senos, solicitando las perlas, los ámbares y los corales, para adorno de su bizarro desvanecimiento.

Persuádase la otra linda que no es tan ángel como la mienten ni es ámbar lo que alienta; sino que es un albañal afeitado.

como, cuando comienzas á perseguir á unos y favorecer á otros, no paras hasta que apuras, has llegado á verificar con ellos los que antes se tenían por entes de quimera, haciendo prácticos los mismos imposibles, como son ríos de plata, montes de oro, golfos de perlas, bosques de aromas, islas de ámbares.

Á ámbar huele este papel; más valiera á pólvora.

¿De los pensiles de Babilonia? ¿De los guantes de ámbar de los cortesanos?

Y , tierna a mi voz, blanca hermosura, Fuente de virginal melancolía, Más hermosa a mis ojos y más pura Que el rayo azul con que despunta el día; Corazón abrasado de ternura, Espíritu de amor y de armonía, Ven y derrama en el tranquilo viento El ámbar delicado de tu aliento.

Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel....

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