En la mesa de petitorio, colocada frente al altar mayor a espaldas del cancel de la puerta principal, pedían limosna y vendían libros devotos, medallas y escapularios las damas de más alta alcurnia, las más guapas y las más entrometidas.

Es una alcurnia noble de Cataluña.

Me pareció que no estaba orgullosa de su elevada alcurnia, o que, si lo estaba, sabía disimularlo perfectamente.

Radicaban en la calle del Olmo, que no es alegre, ni vistosa, ni céntrica; pero ¿qué importaba? Por allí cerca vivían familias de la más empingorotada alcurnia, y el edificio era espacioso.

En el corralón había un cobertizo sobre una gran pesebrera, a la cual hallábanse atadas seis ú ocho caballerías de diversa alcurnia, bien que todas ellas del sexo débil.

En Isabel dominaba el espíritu tradicional, la antigua familia de remota alcurnia española, el cristianismo, mientras Elsa procedía de las nuevas familias, del espíritu moderno, pagano y cosmopolita, de la actual Buenos Aires.

Fue todo tan rápido, que nadie había acudido a interponerse y a restablecer la paz, cuando otro de los novicios, de nobilísima alcurnia francesa, intervino en la contienda, diciendo: Es cobardía que vayáis tantos contra él; apartáos; dejádmele a mi solo; yo le castigaré como merece.

para demostrar que es Fijodalgo, y no un cualquiera, sino de muy noble alcurnia, lanzado a la calle, a la de Dios que es buena.

En las columnas de El Debate hemos rendido pleitesía a la alcurnia literaria de la egregia escritora al estudiar dos libros suyos: Agua de nieve y La Esfinge Maragata.

Sabida cosa es en nuestras Historias genealógicas, que el antiguíssimo y nobilíssimo apellido de los Quixanos deriva su orígen y su alcurnia no ménos que de el tronco de Sanson, cuyos hijos y nietos, desde esta gloriosa hazaña, comenzaron á llamarse los Quixanos, por no equivocarse con otra no ménos antigua, aunque ménos noble y mucho mas extendida familia de los Quixotes.

Así, ni la alcurnia mental de su interlocutor ni el asunto del diálogo, le interesaban mayormente.

Al artístico prurito de ser bello, añadióse muy pronto otro de alcurnia moral superior: el de ser bueno, el de ser útil...

Fue todo tan rápido, que nadie había acudido a interponerse y a restablecer la paz, cuando otro de los novicios, de nobilísima alcurnia francesa, intervino en la contienda, diciendo: Es cobardía que vayáis tantos contra él; apartáos; dejádmele a mi solo; yo le castigaré como merece.

Conocedor de las más notables alcurnias y casas de la nobleza castellana, los apellidos de Zuheros y de Simahonda sonaron mal y sordamente en sus oídos.

En Isabel dominaba el espíritu tradicional, la antigua familia de remota alcurnia española, el cristianismo, mientras Elsa procedía de las nuevas familias, del espíritu moderno, pagano y cosmopolita, de la actual Buenos Aires.

Allí acudían los millonarios, los grandes políticos, los nombres de más alta alcurnia social.

Al artístico prurito de ser bello, añadióse muy pronto otro de alcurnia moral superior: el de ser bueno, el de ser útil...

Pues ni por esos sempiternos testimonios de su vulgar alcurnia, que parecían providencial castigo de su vanidad, se curaba de ella.

De estas palabras, algunas eran nobilísimas, y llevaban en sus escudos delicadas empresas, por donde se venía en conocimiento de su abolengo latino o árabe; otras, sin alcurnia antigua de que vanagloriarse, eran nuevecillas, plebeyas o de poco más o menos.

¡Loado sea! Pero al eternizar su glorioso dominio, su brava alcurnia, pensemos que para su propia perpetuación y generoso expandimiento, ningún campo más propicio que estos jóvenes pueblos en donde confraternizan en el trabajo, en el patriotismo y en la acción todas las razas de la tierra.

Ante la idea del deber no hay más que una alcurnia; la alcurnia de lo bueno, de lo discreto, de lo justo, y ante esa alcurnia de la conciencia universal, nadie es personaje para dar banquetes extravagantes y risibles, haciendo gala de un orgullo tonto.