Á una señal de Bobart se desencadenó la tempestad instrumental y exaltó á la concurrencia.

Poco a poco, aquella mar ligeramente agitada comenzó a encresparse rugiendo; soplaron los huracanes de la pasión política, y se desencadenó la tempestad.

Apresado por los ingleses, era casi imposible manejarlo a causa del mal estado y del furioso vendaval que se desencadenó en la noche del 21; así es que cuando entramos en él se encontraba en situación bien crítica, aunque no desesperada, y flotaba a merced de las olas, sin poder tomar dirección alguna.

La envidia se desencadenó contra ella en los días que precedieron a la boda y algunos meses después.

Pero pronto se desencadenó la tempestad más furiosa.

Una fuente de chorizos y huevos fritos desencadenó la sed, ya alborotada con la sal del cerdo.

No habia amado nunca y por lo mismo, la primera chispa de amor que penetró en su pecho, desencadenó en él una pasion vehemente, volcánica; que mató, de una vez para siempre, la dulce tranquilidad de que gozaba en el eden de aquella casa.

"Sería locura intentar describir huracán tal como el que se desencadenó aquel día.

La tempestad se desencadenó furiosa durante casi toda la noche; durante la noche no brilló una sola estrella; los ayes desesperados, mezclados con los suspiros del viento, continuaron, pero hallaron sordos á la naturaleza y á los hombres: Dios se había velado y no oía.

Entró en su casa, y no bien se volvió a ver en ella, solo, se le desencadenó en el alma la tempestad que parecía calma.

Legua y media llevaríamos andada, cuando una tromba de aire se desencadenó por el Norte, levantando inmensas nubes de polvo; felizmente, el huracán no nos daba de cara, pues en otro caso nos hubiera sido difícil seguir adelante, por su extremada violencia.

No fué su acción de un instante, pues ella desencadenó una tormenta en la patria francesa, que todavía se presenta con más negros augurios.

Cuando volvió, otra tempestad de entusiasmo se desencadenó a su presencia.

Cosa de las once de la noche, el viento se desencadenó y comenzó á soplar con una furia nunca vista.

Cierto invierno se desencadenó uno de éstosallá por el litoral uruguayo de Corrientestan singularmente obstinado, que la peonada numerosa de la estancia del Urunday, en Monte Caseros, había agotado el repertorio; y ya ahitos de agua verde, maíz asado y tortas fritas, se aburrían, bostezando hasta «descoyuntarse las quijadas», cuando don Ponciano propuso: Que cada uno 'e nosotros cuente su propia historia.

Estando los buques disponibles prontos á zarpar, fueron destrozados por un huracán que se desencadenó sobre la isla.

El 14 por la noche, cuando ya se hallaba cerca de las costas de Europa, creció el viento y se desencadenó furioso temporal, que separó a las dos carabelas.

La oposicion se desencadenó frenética contra ese pensamiento.

Esta pretensión, mezclada quizás á un poco de envidia por mi buena figura, y de celos por cierta condescendencia de algunos profesores, desencadenó la enemistad de los muchachos, y el «monitor-pajuerano», como me decían, fué la víctima de sus camaradas, que no vislumbraban siquiera, tras él, la sombra omnipotente y amenazadora del papá.

Un diluvio de hurras se desencadenó en la sala.

Pero el bravo paleto se despidió en los Molinos (encrucijada de donde partía el sendero que a sus casas de la Alberca conducía), y ya solos el cura y el primo de la Condesa, desencadenó aquel sobre este todo el torrente de su locuacidad.

Pero yo, afortunado mensajero de hazañas y triunfos, que llego a esta ciudad cuando se halla entregada al regocijo de su dicha, ¿cómo habré de mezclar males con bienes pintando la borrasca que la cólera de los dioses desencadenó contra los aqueos?

¡Vosotras no las veis, pero yo sí las veo! ¡Me persiguen! ¡No, no puedo estar aquí! ~(Huye despavorido.)~ CORO ¡Que tengan buen suceso tus desventuras! ¡Que el dios eche sobre ti mirada amiga, y te guarde en los peligros! He ahí la tercera tempestad que se desencadenó sobre el alcázar de nuestros reyes.

¡Ay, Zeus! ¡Ay, cólera divina que perseguiste a Io! Reconozco en mis males el furor de aquella esposa augusta que se enseñorea de los cielos; que es muy poderoso el viento que desencadenó esta tormenta.

¡Oiga de las alturas donde habita, esta voz que le implora! ¡Ay, Zeus! ¡Ay, cólera divina que perseguiste a Io! Reconozco en mis males el furor de aquella esposa augusta que se enseñorea de los cielos; que es muy poderoso el viento que desencadenó esta tormenta.