51 Adjetivos para describir lamentación

Y la siñá Tona hacía confidente de sus desdichas á Martínez, un carabinero joven que estaba de servicio en aquella parte de la playa, y pasaba las horas del calor sentado bajo el sombrajo de la taberna, con el fusil entre las rodillas, mirando vagamente el límite del mar, con el oído atento á las eternas lamentaciones de la tabernera.

Miguel sabía apreciarla y la gustaba, y hasta se placía e interesaba en ella, por más que la deplorase con interminables lamentaciones cuando se hallaba entre amigos.

Su carácter leal y firme defendíale las lamentaciones estériles y las vanas recriminaciones.

Nos miraba interrogante, trémula, y aunque la queríamos tranquilizar, rompió en llanto, doliéndose: ¡Qué vida nos espera ahora! Pero yo no estaba para lamentaciones inútiles.

Barragán, que parecía más inclinado a las vagas lamentaciones que a las confidencias, repitió cada vez con acento más desolado: ¡Qué tristeza! ¡Qué tristeza! Pero vamos a ver... ¡hable usted!profirió el joven exasperado sacudiéndole por el hombro.

¡Malo, malo! Juanito temblaba viendo aproximarse la afligida demanda, el «sablazo» maternal, acompañado con lágrimas y conmovedoras lamentaciones sobre lo mucho que cuesta la educación de los hijos.

El Pelida, poniendo sus manos homicidas sobre el pecho del amigo, dió comienzo á las sentidas lamentaciones, mezcladas con frecuentes sollozos.

" El pueblo le miraba con cierta mezcla de respeto y superstición, nacida en parte de la simpatía por la suerte de su malaventurado tocayo, y en parte de los cuentos de extrañas apariciones y lamentaciones dolorosas que circulaban a su respecto.

Nadie hacía caso de la juventud; no la abrían camino... Y después de estas lamentaciones dormíase, mientras Feli, en la obscuridad, se pasaba las manos interrogantes por aquella montaña, motivo al mismo tiempo de alegría e inquietud.

Porque los vascos se vieran con el gusto o la necesidad de tomar la costumbre de la pelota a los castellanos, a nadie se le ocurrió proferir dramáticas lamentaciones.

Por aquel portillo, es decir, por la dulce e inofensiva lamentación del boticario, salió a plaza, provocada con verdadero interés por Bermúdez, la historia de toda la familia de don Adrián.

Lo menos un minuto estuvimos mirándonos mutuamente, hasta que el cabo, en la más elocuente lamentación gitana imaginable, me dijo: ¡El erray nos conoce a nosotros, pobres Caloré!

En sus ensueños siempre figuraba el gallardo militar como el personaje que ocupaba el primer término del fantástico cuadro, y cuando, obligada por doña Fernanda, pasaba horas enteras leyendo en alta voz las lamentaciones de amor místico encerradas en devocionarios con tapas de tafilete y cantos dorados, su imaginación volab

Tejero era quien había infundido emoción estética y comunicativa a aquella vieja lamentación española que ahora hacía eco en el cráneo de Mazorral.

La visita al oscuro calabozo, añadió el italiano, inspiró á Byron una lamentacion que por cierto no se parece en nada á las lamentaciones de Jeremías, hueca de tono, exagerada de frase, declamatoria de estilo, vacía de ideas, indigna de las otras obras maestras con que ha honrado su nombre de poeta y ha enriquecido la literatura de nuestro tiempo.

¿Y no es mejor esto que andar en lamentaciones exóticas?

Tristán sonrió, avergonzado de aquellas extemporáneas lamentaciones.

Se repetían los comentarios que habíamos oído en lo de Bringas; la muerte del Conde romano producía entre las visitas extensas lamentaciones y tremendas protestas contra los cobardes enemigos.

Desconocían en absoluto los conocimientos científicos y su literatura estaba reducida a algunas lamentaciones fúnebres.

Y cierto, grande es el preparamiento que se hacia para enterrar á uno de estos reyes, y generalmente en todas las provincias le lloraban, y en muchas dellas se tresquilaban las mujeres, ciñéndose sogas de esparto; y al cabo del año se hacian unas lamentaciones y sacrificios gentílicos, mucho más de lo que se puede pensar.

Lo menos un minuto estuvimos mirándonos mutuamente, hasta que el cabo, en la más elocuente lamentación gitana imaginable, me dijo: ¡El erray nos conoce a nosotros, pobres Caloré!

10 Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y [José] hizo a su padre duelo por siete días.

Y haciéndola el dolor más expansiva, comenzó toda una serie de hondas lamentaciones: ciertamente, no había ella dudado ni un punto de la honradez del señor Delaberge; pero eso no había de impedir que su llegada al Sol de Oro despertase la malignidad de los envidiosos que hablaban mal del Príncipe sólo porque había hecho fortuna.

La embriaguez es la plaga de los campos!... Un ronquido sonoro respondió á las lamentaciones humanitarias de Bobart.

Lo menos un minuto estuvimos mirándonos mutuamente, hasta que el cabo, en la más elocuente lamentación gitana imaginable, me dijo: ¡El erray nos conoce a nosotros, pobres Caloré!

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