50 colocaciones para envejecer

En pocos días ha envejecido muchos años... Y pensar que hubiera querido tanto hacerla dichosa... 16 de abril.

No era orgullosa: los hombres la adoraban, pero su corazón, su cuerpo, toda ella, era para su pintor, para aquel ingrato que tan mal correspondía á su cariño, que la iba á envejecer con tantos disgustos... Súbitamente enternecida, le besaba la frente, con una expresión generosa y pura.

La juventud sólo sabe pelear así, cara á cara... Pero has reflexionado, y la reflexión envejece á los hombres.

Tampoco envejece don Paco, porque la felicidad mantiene, conserva y hasta remoza, y él es feliz de veras.

Sáquelo vuestra merced, que quiero ir á llevallo á su dueño, que es un licor para la cara, que quien se lo pone no envejece jamas, y madona Clarina, la favorida, más de cuatro meses que lo espera y agora se acabó de estilar, y se lo quiero llevar por no perder lo que me prometió por mi fatiga, que ayer me envió dos ducados para que lo acabase más presto.

Con este golpe se espantó el vecindario, se llevó don Celso las manos a la cabeza, y envejeció de repente quince años la pobre Facia.

Fué envejeciendo el patrón, completamente solo.

Si piensas envejecer tranquilo en alguna parte, huye con esa griega que amas, lejos, muy lejos.

«Todo envejece pensó, y cuando las piedras se gastan, ¡cómo no ha de gastarse el cuerpo del hombre!».

Don Ramón Baluarte era un hombre que había nacido para el amor, y envejecía soltero, porque nunca le había amado una mujer como él quería ser amado.

¡Pobre Carlota! Despintada completamente, parecía haber envejecido tanto como el amo.

Su único mérito estribaba en ir retardando el momento de la ruina final, en prolongar la anonadadora emoción, envejeciendo como prisioneros á la sombra de los peñones del principado.

¡Oh! ¡Cómo triunfa muchas veces de la habilidad! ¡Escuche usted a un viejo! Hablo seriamente, Rodión Romanovitchal pronunciar estas palabras, el juez, que escasamente tenía treinta y cinco años, parecía, en efecto, que había envejecido de improviso; en su persona y hasta en su voz habíase producido una repentina metamorfosis.

Las casas envejecen con sus dueños.

Cuánto envejecen la lucha y el miedo a morir! Las emociones que nos da el peligro, ¡cuán hondamente se clavan en el alma!...

La figura es de una mujer de edad, desnuda hasta la mitad del cuerpo; el pecho flácido; la cabeza no ha envejecido, recta, pensativa y fiera; un collar rodea el cuello largo y fino; los cabellos levantados están sujetos por una gorra que oculta las orejas y se anuda bajo la barba, en forma de casco.

La terrible tragedia la cambió por completo: cerró su casa, se retrajo, envejeció tempranamente, y todas las amables cualidades de su espíritu desaparecieron con los restos de una belleza física notable.

La pera envejece sobre la pera, la manzana sobre la manzana, la uva sobre la uva y el higo sobre el higo.

El talento de vivir siempre encerrada, sin amigas, sin diversiones, envejeciendo estúpidamente entre las cuatro paredes de una casa pobre... ¡En eso consiste el talento y la bondad de las mujeres!...

Viviendo, el alma duda, y aunque en todo se siente el fin supremo claro, visible y trasparente, se envejece del vicio en negra esclavitud; el hombre olvida el gérmen de su orígen divino, que á todos roban algo las zarzas del camino, su vellon á la oveja y al hombre su virtud.

¡Fiestas a ella, que venía huyendo de las que le habían envejecido el espíritu a lo mejor de la vida! Pero no se trataba de ella sola: se trataba de Luz, a quien indirecta, pero principalmente, iban enderezadas las invitaciones, y era muy justo no desairarlas, así por la buena intención de los invitantes, como por lo inofensivo de lo brindado.

4 [Bet]: Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos.

Viviendo, el alma duda, y aunque en todo se siente el fin supremo claro, visible y trasparente, se envejece del vicio en negra esclavitud; el hombre olvida el gérmen de su orígen divino, que á todos roban algo las zarzas del camino, su vellon á la oveja y al hombre su virtud.

Por grande que sea la fortuna de una jóven, jamas, hasta que se case, debe llevar encajes, joyas, y telas fuertes de seda; esto envejece y afea hasta á las más bonitas, así como las telas ligeras y baratas, el tafetan, el foulard, la gasa, el tul y la muselina, hablan de frescura, de alegría y de juventud.

El olvido y el óxido del abandono envejecían estas piezas modernas.

50 colocaciones para  envejecer