33 Verbos a usar para la palabra venias

Tal dominio llegó a ejercer sobre Doña Francisca, que la pobre viuda no se atrevía ni a rezar un Padrenuestro sin pedir su venia a la dictadora, y hasta se advertía que antes de suspirar, como tan a menudo lo hacía, la miraba como para decirle: «No llevarás a mal que yo suspire un poquito».

El jardinero no movía un tiesto sin pedirle la venia.

En los dos meses y pico que éste llevaba de permanencia en Sarrió, los amigos de don Rosendo habían conseguido que prosperase en el juzgado una denuncia contra el alcalde, previa la venia del gobernador de la provincia; habían logrado «tumbar» al administrador de Correos que era del Camarote, y que se resolviese en favor suyo «el problema del matadero».

Pues allá iremos, sin contar con su venia.

Tratando de hacerse agradable a Margarita, parecía solicitar la venia para otros diálogos en que de antemano era la plática tenida por más dulce y amena, pues Josefina cada vez se le mostraba más propicia.

La Ozores contestó: «Que ella no podía disponer de la mano de su sobrina, aunque la joven consintiera, sin consultar, sin tomar la venia de la nobleza, de la clase».

Al aproximarse a él era necesario cuadrarse y hacerle la venia.

Redújose la funcion á una confusa babilonia: ambas partes acudieron al rey, y una junta de ministros resolvió que cuando no estuviese el prelado presente, el predicador solo hiciese la venia al Santísimo.

Así que hube terminado la carrera, solicité y obtuve de él, no sin algún trabajo, la venia para cursar el año del doctorado en Madrid, y a la Corte me vine, donde en vez de dar consistencia a mis conocimientos, no muy seguros por cierto, en las ciencias médicas, perdí bastante tiempo en los cafés, y lo que es aún peor, contraje la funesta manía de la literatura.

Habléle sumisamente i díjele que yo admitia a doña Ines por esposa, si él nos otorgaba su venia; pero me dió una negativa tan furiosa i terminante que no poco pesar me costó reprimirme para rogarle lo mismo i apaciguarle.

Tambien nos contaron, que muchas veces le dieron de comer, i que nunca jamàs comiò, i que le preguntaban donde venia, i à què parte tenia fu Cafa, i que les moftrò vna hendedura de la Tierra, i dixo, que fu Cafa era allà debaxo.

; aunque nos tiene buena amistad, su delicadeza le ha impulsado á pedirnos la venia para marcharse.

Si el señor me diera su venia, le diría...

No se alteró el implacable Vadillo; hincándose por el contrario de hinojos ante su señor natural, pidióle la venia, dada la cual anuncióse como el campeon de don Enrique.

Salieron cuatro hombres con cuatro ballestas, y preguntáronle de dónde venia.

Le reconoció apenas le hubo visto, pues llevaba bien impresa en la memoria la pintura que de él le hiciera la Maga; preguntóle de dónde venia y á donde iba, cuyas preguntas satisfizo él con otras tantas imposturas.

No se habia equivocado la vieja en sospechar que el ladron del dinero y las joyas de Cunegunda en Badajoz, quando venia huyendo con Candido, era un frayle Francisco de manga ancha.

(Madrid, 28 de Julio de 1503.)—Reglas sobre la manera de remitir á la corte el oro y perlas que venia de las Indias.

Lo que creíamos de aquella salada era que, aunque estaba léjos la mar, entraba por aquellas cavernas el agua salada della, y de los rios que se sumian venia la dulce; y cierto, este xaguey era verlo maravilla.

Parecia forastero en aquellos sitios y al mirar, el estravio de sus ojos y el polvo de su calzado, era fácil adivinar que venia de lejos.

Dió buenas esperanzas á su hijo de disponer á su padre á que con gusto viniese en lo que ya ella tambien venia; y así fué, que diciendo á su marido las mismas razones que á ella habia dicho su hijo, con facilidad le movió á querer lo que tanto su hijo deseaba, fabricando escusas que impidiesen el casamiento que casi tenia concertado con la doncella de Escocia.

No era tiempo oportuno, sin embargo, para esta inactiva contemplación, ya que asuntos de importancia trascendental requerían la decisión del gobernador; pues acababan de recibirse nuevas del arribo de una flota inglesa conduciendo tres regimientos de Hálifax para dominar la insubordinación del pueblo, y dicha tropa aguardaba la venia del gobernador para ocupar la fortaleza y la torre de Castle Wílliam.

En esta perplejidad, D. Valentín entraba y salía; asomaba de vez en cuando la nariz á la alcoba, á ver si le veía Doña Blanca y le decía que entrase, y, sin decidirse á entrar, mientras no alcanzaba la venia, preguntaba á Clara por su madre, ni en voz muy alta para que Doña Blanca se incomodase, ni en voz muy baja para que fuera posible que Doña Blanca le oyese y comprendiese que su marido cuidaba de ella y no era un hombre sin entrañas.

Con las cuales nuevas se holgó D. Rafael, pareciéndole que pues tan sin pensar habia sabido nuevas de lo que tanto le importaba, era señal que tendria buen fin su suceso: rogóle á su amigo que trocase con el cuartago de su padre (que él muy bien conocia) la mula que él traia, no diciéndole que venia, sino que iba á Salamanca, y que no queria llevar tan buen cuartago en tan largo camino.

Cuando doña Isabel dejaba de pensar en esto, se la venia á la memoria la terrible muerte de Malicatulzarah, con sus horribles detalles, con toda su aguda pasion, y entonces los ojos de doña Isabel se llenaban de lágrimas, y su corazón se levantaba á Dios rogando por aquellos desventurados.

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