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que refrenarlo para que no partiera al galope.

Advirtióse claramente en todo el ejército como un estremecimiento de inquietud que, partiendo de aquel gran corazón compuesto de diez y ocho mil corazones, se transmitía al tembloroso fusil, asido por la indecisa mano.

Partiendo de este principio, veamos ahora la etimología de los otros nombres que hemos mencionado, advirtiendo que, como hoy día los conocemos en su forma españolizada, debemos principiar por privarlos de los elementos extraños que aparecen en su contextura, para examinar únicamente una forma indígena.

Margaritacontinuó con la entonación propia de un relato sencilloera una de mis hermanas adoptivas: cuando yo entré en su casa para partir con ella el pan de su familia, para vivir como un nuevo hijo bajo el techo común, Margarita tenía cuatro años; era rubia, blanca, pálida, con los ojos azules, y la sonrisa benévola, sonrisa en que se exhalaba un alma de ángel.

Sin escuchar la última palabra, el impetuoso cazador hundió su acicate de oro en el ijar del caballo, que partió al escape.

Pero, en fin, así como aquellos cristianos, partiendo de la idea de Dios, llegaron a la de república, bien puede usted tomar el viaje de vuelta, y, partiendo de la idea de república, llegar a la de Dios.

» Y parten acompañados de sus hijos.

Al escuchar el severo acento de su madre, el rey se alzó, lanzó una mirada suprema á Granada, exhaló un grito de dolor, se cubrió el rostro con las manos, y luego, montó de un salto á caballo, le revolvió hácia las Alpujarras, y apretándole los acicates partió á la carrera.

Cuando llegó, Tomás estaba partiendo leña delante de la puerta.

Una tarde, a eso de las seis, los ladrones que habían salido de servicio[6-3] aquel día a las órdenes del segundo de parrón, regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado como pintan a nuestro Padre Jesús Nazareno, a un pobre segador de 15 cuarenta a cincuenta años, cuyas lamentaciones partían el alma.

Mas abajo de la confluencia del Mamoré y del Guaporé, es dable navegar por el espacio de algunos dias sin hallar el menor embarazo, partiendo del punto ya indicado en el camino que se lleva para ir de San-Joaquin á Exaltacion por el vehículo de estos rios.

Pero, no se había apartado don Quijote veinte pasos, cuando se oyó llamar del de los Espejos, y, partiendo los dos el camino, el de los Espejos le dijo: Advertid, señor caballero, que la condición de nuestra batalla es que el vencido, como otra vez he dicho, ha de quedar a discreción del vencedor.

Siguiendo los consejos mas cautos, y menos honrosos, dejaron en Galípoli de guarnicion donde quedaban su hacienda, mugeres y familia cien Almugavares, y partieron la vuelta de Andrinopoli, plaza de armas de aquel ejército que se juntaba contra ellos, con firme determinacion de pelear con Miguel, aunque fuese asistido del mayor poder de su Imperio.

Sus montañas parten del centro de la isla, dirigiéndose en dos cordilleras, hacia el S. la una, yendo á formar la punta Nagumbuaya, y la otra que se corre al N., á rematar en la punta Yot.

Del concurso partieron gritos.

Ricardo resolvió partir á Tierra Santa, y partió dejando su reino abandonado en manos extrañas, avezadas de viejo á la traición, y que tal vez pretendían arrancarle traidoramente la corona de sobre su yelmo de combate.

Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.

acia la costa del rio grande, que parte término con Santa Marta i esta provincia, i que cesadas las aguas procurasen de pasar adelante, i descubriesen camino por donde se rematasen las sierras.....

Por fuera aún se ve mejor; llega hasta el suelo partiendo las piedras del muro....

Era ya cosa resuelta; así es que Coletilla, al ocurrir la escena que hemos referido, no quiso retardar ni un momento la determinación, y partió á casa de sus amigas á darles aviso, dejando á Clara entregada al dolor más profundo.

Rogaronnos, que nos acordafemos de ellos, i rogafemos à Dios, que fiempre eftuviefen buenos, i nofotros fe lo prometimos: i con efto partieron los mas contentos Hombres del Mundo, haviendonos dado todo lo mejor que tenian.

Los primeros esquifes de pesca partían las aguas con ondulaciones de color anaranjado; sonaban a lo lejos, veladas por la húmeda brisa mañanera, las campanas de la catedral; comenzaban a rechinar las grúas en la orilla donde el lago deja de serlo, encauzándose para convertirse en el Rhin; los pasos de los criados y los frotes de la limpieza despertaban en el hotel los ecos del claustro monacal.

Los tres partieron juntos hacia la sierra en busca de Iturralde, según se creía.

¡Usureros! ¡Mire usted, días atrás me ofrecieron diez y seis pesos por la propiedad de una comedia extraordinariamente aplaudida; treinta pesos por un Diccionario Manual de Geografía, y por un compendio de la Historia de España, en cuatro tomos, o cincuenta pesos de una vez, o que entraríamos a partir ganancias, después de haber hecho él las suyas ¡se entiende!

A las nueve de la noche, después de comer en Villalegre, partió el tren especial que debía conducirlos a Madrid.

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