160 oraciones de ejemplo con anuda

Y mientras anudaba los lazos a su gusto, con tal esmero que ponía en ello sus cinco sentidos, el joven, con la cabeza echada atrás para facilitar la operación, se impacientaba porque aquello concluía nunca.

Se me anuda la garganta para decirle a un hombre que lo quiero.

Así, que su voz salía temblorosa y algunas veces se le anudaba en la garganta sin querer salir.

Desdobla el listón Jarifa, con él se anuda a su amante, cuando de presto, ¡oh, qué espanto!, ven una sierpe soltarse.

Sin embargo, una tristeza profunda anudaba la garganta de aquellos valientes, y ora uno, ora otro, se detenían de improviso en su yantar, dejaban caer el tenedor y abandonaban la mesa diciendo: «Ya he comido bastante.

La voz se le anudaba en la garganta.

María se apresuró a responder que tendría en ello mucho gusto, y desde entonces empezó a recibir con frecuencia cartas de su tío, dentro de las cuales venían otras para don César, que eran, a no dudarlo, el hilo por donde la conspiración carlista de Nieva se anudaba a las altas esferas de donde partían las órdenes.

Su pecho estaba rodeado por las múltiples vueltas de un collar de gruesas perlas (las perlas son el adorno inmejorable de un cuello hermoso) que se anudaba en un rosetón de brillantes y encendidos rubíes.

Ramón, disfrazado de buhonero, se desliza en su casa, y anuda una intriga amorosa llevándole el retrato de Lisardo.

¿Por qué no anudas alguno de tus antiguos conocimientos?

¿Quién pensaba en cenar con aquella impresión que anudaba su garganta y le oprimía el estómago?

Con aquel rostro afeminado, con aquellos ojos que, aun queriendo reflejar malicia, siguen expresando la misma amable inocencia, con aquel aire soñador, con aquella voz conmovida y temblorosa que frecuentemente se anuda en la garganta, produciendo un movimiento de simpatía en el auditorio, ¿aspira el Sr. Moret á ser zumbón?

Cuando se juzga se halla desalado, se le cubre cuidadosamente con un lienzo blanco que se anuda bien; se coloca en la marmita con partes iguales de agua y vino, cebollas, zanahorias, perejil, laurel, albahaca, tomillo, ajo, se cuece á fuego lento por cinco ó seis horas, sin que llegue nunca á hervir el líquido.

El padre Corsi deseaba defenderse, y a pesar de aquel terror que anudaba da voz en su garganta, se apresuró a contestar: Niego.

Doña Blanca mentia por salvar la reputacion de Don Pedro, pero sentia que su garganta se anudaba y que el llanto iba quizá á venderla.

Por eso será eterno entre los mexicanos el recuerdo del 27 de Septiembre de 1821, y no habrá uno solo de los que tuvieron la dicha de presenciar esa memorable escena, que no sienta que se anuda su garganta y que sus ojos se llenan de lágrimas al escuchar esta pálida descripción, hija de las tradiciones de nuestros padres y nacida sólo al fuego del amor de la patria.

Aturdido, Sin mirar Á la indómita Corriente Que le espanta, Sin osar Aspirar El ambiente Que le anuda La garganta, Sin que acuda Tierra ó cielo En su ayuda, Vuela y pasa, Justiciero Rey prudente, Juez severo Y valiente Caballero, El primero De la casa De Nazar.

Llevaba prendido el cabello, la barba hasta la cintura, los pies descalzos y el cuerpo cubierto por un manto que por las puntas anudaba en el hombro.

¡No, Dios mio!... En la garganta se anuda mi lengua...¡ Señor!...

Á un lado del camino, entre los árboles, sonaron unas notas dulces, unas escalas locas y regocijadas de caramillo, y Acteón vió saltar á la calzada un muchacho casi de la misma edad de Ranto, alto, enjuto, descalzo y sin otra vestidura que una piel de cabra que, sujeta del hombro izquierdo y dejando al descubierto el derecho, se anudaba en torno de sus riñones.

Por su aire y armas lo parece; ó nueva Harpálice gentil, que de vencida A sus caballos en su esfuerzo lleva Y al Euro alado en su veloz corrida: Cual puesto al hombro á cazadores prueba, Cuelga el arco; el cabello al aura olvida; Y deja la rodilla ver desnuda Do undosos pliegues lazo breve anuda.

Estás cansado, amigo míodijo su mujer, dirigiéndole una mirada mientras anudaba el dinero.

Con que á la Envidia siguiendo la Ira, Los áspides que ella enlaza y anuda, En víboras yo convierto de acero, Que para venganzas afilen sus puntas

Las tres formas soberanas del arte podrían parecer personificadas y resumidas: D. Salustio sería el drama, D. César la comedia, y Ruy Blas la tragedia: el drama anuda la acción, la comedia le complica, y la tragedia le corta.

La figura es de una mujer de edad, desnuda hasta la mitad del cuerpo; el pecho flácido; la cabeza no ha envejecido, recta, pensativa y fiera; un collar rodea el cuello largo y fino; los cabellos levantados están sujetos por una gorra que oculta las orejas y se anuda bajo la barba, en forma de casco.

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