80 oraciones de ejemplo con arquea

Al murmurar así, arqueaba el codo ofreciendo a Nucha el sostén de su brazo para subir la escalera; y siendo ésta tan angosta que no cabían dos personas de frente, la señora de Moscoso pasaba los mayores trabajos del mundo intentando asirse con las yemas de los dedos al brazo del buen señor, que subía dos escalones antes que ella todo torcido y sesgado.

Una niebla blanca se extendió ante sus ojos; le zumbaron los oídos... Pero cuando creía sentir cerca de él a su contrario, la niebla se deshizo, volvió a ver la luz tranquila y azul de la noche, y a pocos pasos, tendido igualmente en el suelo, un cuerpo que se revolvía, que se arqueaba, arañando la tierra, lanzando un ronquido angustioso, un hipo de muerte.

El primero tenía de eslora la medida desde la fuga de la tolda hasta la afrizada del castillo: la capacidad se calculaba de modo que en 50 barcadas pudiera cargar la nao; es decir que á la nave arqueaba 200 toneladas, el batel debía soportar 4.

El anciano, después de tragarse la mitad de la atmósfera del cuarto, hizo signos afirmativos, arqueando las cejas y sonriendo como hombre conocedor de las debilidades de sus semejantes.

Desde la esquina se divisa abajo, al final de la calleja, el boscaje de un huerto, una palmera que arquea blanda sus ramas, una colina que se perfila sobre el azul luminoso del cielo.

Un «nazareno», con el cirio apagado y una mano en el capuchón, se arqueaba ruidosamente frente a una esquina para dar expansión a su estómago revuelto.

D. Fernando hablaba con tal autoridad, y arqueaba las cejas tan extremadamente, que a pesar de su figurilla menuda y torcida, consiguió infundir respeto al marinero; casi llegó a creer en el misterioso e invencible poder de la casa de Meira.

El perro Plutón, situado detrás del doctor, miraba aquello con aire atento, como si comprendiera de lo que se trataba, y de vez en cuando estiraba las patas y arqueaba el lomo, abriendo la boca hasta las orejas.

Pisaba con fuerza; sus manos se arqueaban como si pretendiesen estrangular el aire.

Excusado es añadir que el latín con que regalaba los oídos del cura cuando le ayudaba a misa era de tal índole, que aunque a éste le había tocado poquísimo de Cicerón le ponía fuera de ; arqueaba las cejas, torcía la boca y hasta rugía de espanto.

Declamaba con un énfasis y con voz tan cavernosa y temblona, arqueaba las cejas de manera temerosa y agitaba su cuerpo con tan vivos estremecimientos que ningún cómico de la legua le aventajó antes ni después.

Don Fernando hablaba con tal autoridad y arqueaba las cejas tan extremadamente, que a pesar de su figurilla menuda y torcida, consiguió infundir respeto al marinero.

¡Admirable de sonoridad, encantador, avasallador! Y mi amigo arqueaba las cejas y elevaba las manos al cielo en acción de gracias.

El grueso pilastrón rojo, despanzurrado a golpes de zapa, se retorcía y arqueaba como si tuviese dolor de tripas y dijese ¡uy! a su vez.

¡Mare!, ¡mare!gritaba Pascualet lloriqueando, agarrándose á las faldas de la soberbia moza que, palideciendo bajo su piel morena, se arqueaba ya para acometer,

Y arqueaba las cejas y ponía los ojos en blanco, como si tuviera delante de el Himalaya o las pirámides de Egipto.

Se llevaba el dedo a la frente, arqueaba las cejas, abría disparatadamente los ojos, y algunas veces, cuando doña Clara no podía verle por hallarse vuelta hacia , elevaba las manos al cielo, murmurando imperceptiblemente.

Con los primeros amagos de sueño experimentaba deseos de estirarse y de suspirar: extendía los brazos y las piernas, arqueaba la columna vertebral con la voluptuosidad de los gatos que se desperezan al sol, y su boca se abría bajo la acción de grandes bostezos que hacían crujir sus mandíbulas y llenaban sus ojos de lágrimas.

Otras veces sus cejas se arqueaban y permanecía inmóvil, conteniendo el aliento y abriendo la boca para oír mejor; después se incorporaba en el lecho, apoyándose sobre un codo y estirando el cuello, como escuchando la revelación de algún espíritu a través del espacio infinito...

Ella arqueaba las cejas con expresión dubitativa de persona a quien encomiendan una empresa muy superior a sus alcances.

Del Horro se excusó con frases de modestia; pero al fin, no pudiendo resistir á la sugestión de todos los convidados, que á un tiempo le apretaban para que hablase, se levantó, limpió las gafas, se las puso, y arqueando las cejas, habló de este modo:

Mira con mezcla de interés y desdén á los palcos, sonríe de vez en cuando á una cara conocida, arquea las cejas de puro ébano, contrae una frente juvenil, encuadrada por el pelo negro alisado exageradamente, según el decreto de la moda.

El agua, que tantas veces ha mostrado a mis ojos su espejo de azules profundos y pacíficos, ruge y se arquea y avanza hacia la tierra de manera tal, que bien se explica hayan padecido el legendario susto los que gritaban: «¡El mar se sale!» Las espumas saltan sobre las macizas obras del puerto que aquel gran malagueño que se llamó D. Antonio Cánovas del Castillo dejó a su ciudad nunca olvidada.

En aquel punto, á Bertuco le atacó una gran convulsión epileptiforme; agitaba desesperadamente brazos y piernas, arqueaba el cuerpo, apoyándose en los talones y en la nuca, ó pretendía arrojarse del lecho.

Note si muda colores, si arquea las cejas.

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