133 oraciones de ejemplo con arrugó

Y en efecto, la querida de Salabert les había echado una mirada penetrante sospechando lo que hablaban, y arrugó el entrecejo: "¡Anda, anda! ¡A buena parte iban con recaditos! ¡Como la picasen un poco era capaz de agarrar por el moño a aquella pánfila y batirla contra la pared!" La Socorro era una rubia linfática, de tez nacarada y ojos claros, un poco romántica y un mucho susceptible.

La huérfana gentil cerró sus ojos, Y hasta arrugó su frente iluminada Por mil destellos rojos, Al pensar en su madre idolatrada...

¡Aquella infeliz chica...! Como te digo, un animal; pero buen corazón, buen corazón... ¡pobre nena! Al oír esta expresión de cariño, dicha por el Delfín tan espontáneamente, Jacinta arrugó el ceño.

Al quedarse otra vez solo, D. Evaristo arrugó el ceño.

El aire azul y luminoso se arrugó bajo el zarpazo de un trueno.

Mas de pronto su frente se arrugó; su fisonomía expresó una gran severidad.

Su frente se arrugó fuertemente.

Lacante arrugó la nariz y movió maliciosamente la cabeza.

Otros pecados, no digo que no... Una sonrisa de malicia infantil arrugó sus mejillas morenas, en las que se marcaba la mancha azul de la recia barba.

Andrés oyó entre sueños el absurdo de su tío y arrugó las narices con espanto.

¿Qué es esto?y tocándolo sólo con las puntas de los dedos, como si temiera ensuciarse, lo dejó caer al suelo murmurando: ¡Papeluchos ateos! ¡No lo tires, que después lo pide Pepe y arma una marimorena! Tirso se metió en su cuarto y Leocadia fue a ayudar a su madre; pero el cura salió en seguida otra vez al comedor con la faz demudada, y cogiendo el periódico, lo arrugó con fuerza y, hecho una bola, lo tiró a un rincón.

La de Candore, que no quitaba los ojos de su hijo, notó su visible turbación y su frente se arrugó con un fruncimiento imperceptible.

» Luis arrugó la carta entre sus manos crispadas.

D. Martín, a quien su alma de héroe no le quitaba de tener muchísimas ganas a la herencia del cuñado, cuya salud era endeble, arrugó las narices y murmuró groseramente: Me tiene sin cuidado.

Doña Cristina bajó la vista y su tersa frente se arrugó.

Necesito que don Juan de Cárdenas, duque de la Jarilla, mi abuelo... Al llegar á esta frase don Gabriel, lanzó un grito de alegría, arrugó el billete y le besó frenético; luego le desarrugó lentamente con placer, con el alma inundada de delicia y prosiguió la lectura.

Arrugó el entrecejo e inclinó la cabeza: ¡Es verdad!...

» Una vieja, de las vestidas de guingón, la Hermana Putê, decía á su nieta, una chiquilla de seis años, que estaba á su lado arrodillada: ¡Condenada! ¡estáte atenta, que vas á oir un sermón como el de Viernes Santo! Y le dió un pellizco despertando la piedad de la chiquilla, que hizo una mueca, alargó el hocico y arrugó las cejas.

Después de comer, y habiéndose retirado los amigos, D. Pedro y ella se encontraron solos en la alcoba donde dormía Monina, á punto que aquel ángel, despojado de sus vestiduras que arrugó el juego, disponíase á entrar en el rosado paraíso de su sueño inocente.

Entonces, con su pie hendido, hirió el sátiro el suelo, arrugó su frente con enojo, y sin darse cuenta de nada, exclamó, señalando a Orfeo la salida de la selva: ¡No...! Al vecino Olimpo llegó el eco, y resonó allá, donde los dioses estaban de broma, un coro de carcajadas formidables que después se llamaron homéricas.

Quedó don Juan absorto breves instantes; luego arrugó el papel y lo lanzó con desprecio á la encendida chimenea.

Al dar espalda al lecho, el llanto retenido arrugó en mil arrugas la flaca cara maternal, e hizo bajar como para un sollozo las comisuras de sus labios.

Montarón arrugó la nariz, con gesto de duda.

El indio arrugó más la frente.

Rosa Fernanda arrugó el entrecejo e hizo un pucherito, en los barruntos de una llantina.

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