41 oraciones de ejemplo con bárcena

Instead of the usual biographical data collected from many sources and presented to the student in English, selections have been taken from a life-sketch of Gorostiza written by the distinguished Mexican Roa Bárcena, who secured his information from Gorostiza's son.

" Just as, remarks Roa Bárcena, the poet Ercilla has recorded the struggles of the Araucanians and the Spaniards, so the historian Mora has recorded the struggles of the Mexicans.

] JOSÉ MARÍA ROA BÁRCENA "Datos y apuntamientos para la biografía de D. Manuel E. de Gorostiza," en Memorias de la Academia Mexicana, México, 1876, t. I, págs.

En Oñate se echaba al campo Alzaá, en Salvatierra Uranga, en Toranzo Bárcena, Balmaseda en Fuentecén, y en Navarra, que era el centro de aquel motín semi-nacional fraguado por el absolutismo con la bandera de Cristo, se habían alzado Goñi y Eraso, Iturraldo y el cura de Irañeta.

Bárcena, un instrumento odioso de matanza que él ha adquirido en Córdoba, y Fontanel, salen con partidas a recorrer Los Pueblos y prender a todos los vecinos acomodados que encuentren.

No añade exactitud la sustitución de «tarasca» en vez de «fierecilla», pues la nueva palabra, ya se tome en sentido literal, ya en traslaticio, implica, no sólo mal carácter y desenvoltura de la mujer, sino también fealdad, falta de gracias físicas, lo cual no es verdad en lo que atañe a Catalina, la bravía de la comedia, sobre todo cuando esta Catalina es Catalina Bárcena.

La interpretación, en conjunto, muy buena; óptima, por parte del señor Hernández... Y en cuanto a la señora Bárcena... ¿Cómo encarecer bastantemente la incorporación, mejor dicho, la compenetración de Catalina Bárcena con la otra Catalina, el personaje imaginario de Shakespeare?

La interpretación, en conjunto, muy buena; óptima, por parte del señor Hernández... Y en cuanto a la señora Bárcena... ¿Cómo encarecer bastantemente la incorporación, mejor dicho, la compenetración de Catalina Bárcena con la otra Catalina, el personaje imaginario de Shakespeare?

Huelga añadir que la señora Bárcena ha incorporado este preliminar del carácter de Nora con insuperable primor y encanto.

Todos admiten unánimemente que este tipo de mujer es el que cuadra mejor con las particularidades físicas de la señora Bárcena y con su peculiar estilo escénico.

En el instante de esta crisis espiritual, la señora Bárcena llegó a la plenitud de olvido de misma y de inmersión en el alma del personaje figurado.

Puede decirse que aquella escena para la señora Bárcena, fundida con Nora, fué no tan sólo el tránsito del alma niña al alma adulta, sino también el tránsito del arte de la ingenua al arte de la gran actriz.

Por otra parte, no se halla ninguna referencia, ni en Bárcena ni en Techo, ni en ninguna de las cartas anuas, á estas Cruces del arte Calchaquí, y no obstante, como se en las colecciones y en los numerosos ejemplos citados y reproducidos por el doctor Quiroga, no hay signo que se presente con más frecuencia que este de la Cruz.

En cuanto á los naturales de la República Argentina, el P. Bárcena habla de indios barbados en Córdoba, en carta á su Provincial; Ambrosetti ha publicado un grupo de calchaquíes de Luracatao y una familia Cainguá con varones barbados.

Yo, quien habria deseado, añadí, que hubiese publicado sus apuntaciones sobre la Exposicion, es nuestro distinguido naturalista Mariano Bárcena.

Bárcena es muy jóven y su modestia tal, que hasta que no se dieron á conocer muy ventajosamente sus obras, no se fijó en él la atencion.

En su trato familiar, lleva Bárcena la modestia hasta el punto de confundirse con el comun de las gentes; aunque siempre entregado á estudios gravísimos, no esquiva la sociedad, es alegre y consecuente con sus compañeros de colegio, y con todo el mundo finísimo y considerado.

Cada vez que en mis articulejos de chismografía tropiezo con algo científico que me deja á oscuras, ocurro á su celda, porque así pueden llamarse las piececitas que ocupa en el Museo, y allí, entre un fémur de mastodonte, esferas, pajarracos y pedruscos, está Bárcena como la mosca en la miel.

Bárcena ríe, me hace con suma paciencia luminosas explicaciones, y salgo de su cuarto, echando chispas de entendido y hasta de sabio.

Máquinas industriales, leyó Bárcena.

, Sr. Bárcena, ahí donde habla de la máquina para hacer cubiertas de cartas.

Su autor, D. José María Roa Bárcena, es de los hombres más eminentes y simpáticos de ese país.

El Sr. Roa Bárcena es también novelista; y dan sin duda brillante prueba de su mérito en esta clase de escritos los Varios cuentos, reunidos en un precioso volumen, de que usted me regala un ejemplar.

En estos cuentos del Sr. Roa Bárcena, por lo mismo que están escritos en tan acendrado lenguaje castellano, se notan más los vocablos exóticos que designan objetos de por ahí, aunque rara vez acude el lector con éxito al Diccionario de la Academia para saberlo á punto fijo.

Dejo por hoy de decir más del Sr. Roa Bárcena, y no hablo de Altamirano, ni de Peón y Contreras, ni de los restantes libros remitidos por usted, porque voy á escribir sobre la obra de otro mejicano hace ya muchos años ausente de su patria, que estuvo en España bastante tiempo, y que después lleva pasados en París hasta hoy lo menos treinta y tres ó treinta y cuatro años.

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