105 oraciones de ejemplo con comezón

* * * * * #XV# Marchó Watson hacia el pueblo, sintiendo en su interior la comezón de una conciencia que empieza á perder su tranquilidad.

123 Pero ahi me puede quedar pegao pa siempre al horcón, ya era casi la oración y ninguno me llamaba; la cosa se me ñublaba y me dentró comezón.

España le parecía tan grande como el resto del mundo, y sentía la comezón de ver algo nuevo, de contemplar de cerca las cosas extraordinarias admiradas en los libros.

Si algún monje del Norte sentía la comezón del saber, venía a las universidades árabes o las sinagogas judaicas de España, y los reyes de Europa se creían salvos en sus enfermedades si, en fuerza de oro, podían proporcionarse un médico hispánico.

Si le hubiese sido lícito representar comedias, quizás no hubiera hecho otra cosa en la vida, pero como le estaba prohibido por el decoro y otra porción de serias consideraciones, procuraba buscar otros caminos a la comezón de ser algo más que una rueda del poder judicial, complicada máquina; y era cazador, botánico, inventor, ebanista, filósofo, todo lo que querían hacer de él su amigo Frígilis y los vientos del azar y del capricho.

Y sintió comezón de hablar, de contar sus hazañas.

Mi mujer pretende que V. tiene comezón de ser santo como su sobrino, y que el día menos pensado traspone V. y nos planta y se larga a SierraMorena a hacer penitencia, metido entre matorrales o en el hueco de algún peñasco.

En su alma se juntaba a un gozo extraordinario una como vergüenza de misma; a la exaltación de un afecto noble la insoportable comezón, digámoslo así, del amor propio más susceptible.

Bonis tenía comezón de hacer algo, de intervenir directa y eficazmente en aquel negocio, que era para él de tan grave importancia.

¡Oh, la Iglesia era sabia! ¡Conocía el corazón humano y cuáles eran los momentos grandes de la vida! ¡Era tan solemne el nacer, el tomar un nombre en la comedia azarosa de la vida! ¡El bautizo hacía pensar en el porvenir, en una síntesis misteriosa, de punzante curiosidad, de anhelante y temerosa comezón de penetrar el porvenir!

con lo dicho para prólogo y antecedentes de mi novela, que más no exige ni merece; pero ya que tengo la pluma en la mano, me entra comezón de tocar algunos puntos, si no indispensables, tampoco impertinentes aquí

Describir la confusión y bulla que allí reinaba fuera imposible; pintar la variedad de sus fachas, la movilidad de sus gestos y la comezón de hablar y reír que les poseía, fuera prolijo.

Aislado en su bodega, obligado al silencio por los largos encierros en la cámara oscura, sentía la comezón de hablar cuando se presentaba alguno del escritorio, especialmente Montenegro, que, lo mismo que él, podía tenerse por hijo de la casa.

El pobre muchacho sentía la comezón de revelar su nombre, de decir quién era, de hacer sonar aquel apellido famoso en el distrito, para que su personalidad adquiriera realce ante la desconocida.

Dios me libre; ¡en España no se puede viajar! ¡qué posadas! ¡qué caminos! ¡Oh infernal comezón de vilipendiar este país que adelanta y progresa de algunos años a esta parte más rápidamente que adelantaron esos países modelos para llegar al punto de ventaja en que se han puesto!

Agramunt enterábase de las condiciones del hotel de la plaza del Pantheón, que habitaba Zarzoso; preguntaba si el servicio era bueno; si el garzón charolaba bien las botas que se dejaban por la noche a las puertas de los cuartos, y comenzaba ya a sentir la comezón de la novedad, que le obligaba cada dos meses a mudar de casa.

Me he extendido, Sr. Caribe, más de lo que debiera, y á fe que si me dejase guiar por la comezón que siento de escribir, áun llenaría muchos pliegos de papel.

Entróle comezón de ir aprendiendo algo de mar afuera, y para lograrlo no desperdiciaba ocasión.

Porque es de advertirse que, cabalmente desde que se propuso tomar en la bodega de la calle Alta aquellas «precauciones decorosas,» le entró la comezón, que jamás había sentido, de que en su casa y en la de don Venancio Liencres se conocieran y se admiraran las prendas excepcionales de la rozagante muchacha.

En el espeso colchón de basura que cubría el pavimento y cedía muellemente bajo los pies, en la cálida y pestilente fermentación de tantos abonos corrompidos, bullía, semejante á una devoradora comezón, la inquietud sanguinaria de las garrapatas, de las hormigas y de las pulgas.

El conde, que muy rara vez entrara en la huerta y por consiguiente desconocía las revueltas de la misma, vacilaba en internarse en las alamedas que ante sus ojos se prolongaban en todas direcciones, cruzándose y entrecruzándose, pues por muy hermosa que estuviese la noche, no sentía la más mínima comezón de pasarla al raso.

Pero ahí me pude quedar Pegao pa siempre al horcón; Ya era casi la oración Y ninguno me llamaba; La cosa se me ñublaba Y me dentró comezón.

Nunca he visto criado alguno, a quien espera su amo o que vela a pesar suyo, tan diligente en remover la almohaza, como lo era cada uno de aquellos condenados para rascarse con frecuencia y calmar así la terrible rabia de su comezón, que no tenía otro remedio.

En aquel momento, por extraña comezón paradójica, hubiera querido hallarse en posesión de su desvanecida fortuna, solamente por dedicarse á la política y hacer propaganda socialista, á su modo.

Aunque el fruto de mis pesquisas había sido hasta entonces harto mezquino, me acometió la comezón de exportarlo al mercado extranjero.

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