226 oraciones de ejemplo con contratos

No sólo realizó contratos con las fábricas de Béjar y Alcoy para dar mejor salida a los productos nacionales, sino que introdujo los famosos Sedanes para levitas, y las telas que tanto se usaron del 45 al 55, aquellos patencures, anascotes, cúbicas y chinchillas que ilustran la gloriosa historia de la sastrería moderna.

Los contratos que actores y empresarios firmaron á fines del pasado Septiembre, terminan ahora, con las primeras claridades del día que desvanece en la imaginación infantil el encanto brujo de la Noche de Reyes.

Como usted ve, mi casa es pequeña, necesito poner un cuarto, una oficina donde ultimar contratos, hacer ajustes, etc.

Colocó inspectores en todos los mercados para evitar la mala en los contratos; no consintió por mas tiempo la tiranía que ejercian sobre los contribuyentes los recaudadores.

La casa cuyos intereses gestiono no me perdonaría jamás el haberla rebajado hasta el punto de celebrar contratos con un hombre que sin escrúpulo alguno la arrastraría a un pleito o la molestaría por cuantos medios se le ocurrieran.

Entre nosotros, las concesiones ferrocarrileras están garantizadas en cierto modo por la nación, pues aquéllas se fundan en contratos mediante los cuales tanto el gobierno como las compañías definen sus derechos y obligaciones: el uno, defendiendo los intereses públicos; las otras en salvaguardia de sus capitales.

Esa repugnancia induce á los jornaleros á eludir los contratos de trabajo que celebran.

No concebían los Germanos la existencia de contratos enteramente gratuítos.

En el caso de "Moorewood v. Enequist," (23 Howard U. S. 491) se volvió á decidir que los contratos de carta partida y fletamentos están sujetos á la jurisdiccion de almirantazgo que ejercen los tribunales federales.

Allí se declaró que segun la mente de la constitucion y de la ley del Congreso, eran contratos marítimos sujetos como tales á los tribunales de almirantazgo de la Union, sea que se entablara el procedimiento real ó personal.

Las leyes retroactivas y las de los Estados que privan á las personas de derechos ya adquiridos, á ménos que sean ex post facto ó desvirtúen la obligacion de los contratos, no quedan comprendidas en la prohibicion constitucional, por contrarias que puedan ser á los principios de una sana legislacion.

Pero fué en el célebre caso "Dartmouth College v. Woodward" [4 Wheaton 518] cuando la cláusula de la Constitucion que prohibe á los Estados sancionar leyes que desvirtúen la obligacion de los contratos, tuvo su mas completa discusion y la mas eficaz é instructiva aplicacion.

Nada hay mas conforme con la razon que el que semejantes contratos queden protegidos por la Constitucion.

El Magistrado Story, en el dictámen particular que formuló, añade otras reflexiones interesantes acerca de la naturaleza de los contratos que la Constitucion quiso amparar.

Se ha declarado inconstitucional, porque desvirtuaba la obligacion de los contratos, una ley expedida para dar validez á la escritura de traslacion de dominio, otorgada por una mujer casada, que por lo mismo era nula «Pearce v. Patton,» 7 B. Mon.

He extractado sustancialmente el argumento de la Suprema Corte en la decision de este célebre caso; contiene una de las exposiciones mas completas y bien acabadas sobre la santidad constitucional de los contratos que pueda encontrarse en las compilaciones de casos resueltos.

Pero seria burlarse de la justicia y barrenar la Constitucion federal, el quitar por medio de una disposicion legislativa los recursos legales existentes para hacer cumplir la obligacion de los contratos, privando al acreedor de toda reparacion.

Es sensible que la vaguedad con que se expresó la Suprema Corte en la resolucion de algunos casos, haya dado lugar á que las Legislaturas de los Estados hubiesen legislado á su discrecion respecto á los recursos existentes cuando se celebraron los contratos.

Esta es una sábia disposicion que añade una garantía muy importante á la religiosidad de los contratos.

El Presidente de la Suprema Corte fué el encargado de redactar la decision, y en ella concedia que los Estados podian legislar sobre la materia de quiebras, mientras no lo hubiera hecho el Congreso general en virtud de la facultad que al efecto le la Constitucion, siempre que las leyes que dictaren no violen la obligacion de los contratos.

La mente de la Constitucion fué establecer y mantener inalterable la confianza pública, sancionando el gran principio de la inviolabilidad de los contratos.

En todos estos casos se sostuvo la doctrina de que una ley sobre insolventes, vigente ya al tiempo de celebrarse un contrato, no desvirtuaba la obligacion de éste segun la mente de la Constitucion, porque al celebrarse los contratos, las partes interesadas se atienen á las leyes existentes en el lugar de su celebracion y se presume que se obligan con relacion á esas leyes.

la Suprema Corte de los Estados Unidos avanzó un paso mas, declarando que una ley de insolventes que concede al deudor la exoneracion, expedida por un Estado antes de haberse contraido las deudas, tambien desvirtuaba la obligacion de los contratos, y estaba por lo mismo comprendida bajo el principio asentado en el caso de "Sturges v. Crowninshield.

Vió cartas con firmas conocidas, contratos secretos, minutas, cuentas, papeles con sello de oficinas públicas, hojas que evidentemente habían sido sustraídas de algún expediente famoso, una orden judicial que sin duda tenía la firma del juez arrancada por sorpresa... Después de verlo todo, devolvió á Pepa el expediente de los horrores, diciendo: «Quema todo eso.

Nos igualaba una situación dramática, anterior, en la historia de la humanidad, á salarios, contratos y servidumbres.

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