99 oraciones de ejemplo con duchas

Más abajo reaparece en las tranquilas aguas, pero para continuar su camino y sumergirse de nuevo por la fuerza de nuevas duchas.

No se habían probado las duchas, ni el sacarle de paseo al campo, ni el bromuro de sodio, que estaba dando tan buen resultado contra la peri-encefalitis difusa y contra la meningo-encefalitis, etc... y siguió echando términos de medicina por aquella boca, pues entonces le daba por leer libros de esta ciencia, y con una idea tomada de aquí y otra de allá hacía unos pistos que eran lo que había que ver.

Todo aquel invierno continuó el tratamiento de las duchas circular y escocesa y el bromuro de sodio.

«D. José, a usted le convendría tomar duchas y también unas pildoritas de bromuro de sodio.

Miranda hubo de beber las aguas hirvientes y enérgicas de la Reja-Grande, sometiéndose a la vez a un complicado sistema de afusiones locales, baños y duchas, mientras la anémica absorbía a pequeñas dosis la picante linfa, gaseosa y ferruginosa del manantial de las Señoras.

Porque allí estaba don Mauricio el Solemne, una semana hacía, a curarse sus achaques nerviosos con aquellas duchas de hielo derretido.

Las mujeres que han llegado a ser duchas en elegancias, acaban por ser sencillas; los escritores que han leído y escrito mucho, acaban también por ser naturales.

¡Otro era el remedio que él necesitaba! Ni las duchas, ni el aire, ni el ejercicio de los músculos podían nada contra su dolor.

En que hace su aparición un caballero, a quien personas duchas en letras tomarían, quizás, por el de la Triste Figura.

No por qué, pero es el caso que la buena señora me daba la sensación de una profesora de baile, o mejor aún, de elegancia, de las que formaban las damiselas del siglo de Trianón, haciéndolas duchas en artes de sociedad, bachilleras en alquimia y doctoras en coquetería.

Con tal que él no extreme las cosas y pretenda que nos demos duchas de agua de Lourdes.

Soñaba yo con amor y con agua fresca, cuando las muchachas se encargaron de administrarme dicha agua fresca en forma de duchas desilusionantes.

Las dos mujeres, abrazadas en el sofá, tejían lástimas y consuelos como si estuvieran duchas en tan amargos lances de vergüenza y dolor.

Más adelante, si la enfermedad se mostrase rebelde, recurriremos a las duchas o al hipnotismo, único sistema que puede emplearse con éxito en la curación de los padecimientos nerviosos.

Como su desarreglo nerviosoexplicaba Montánchezprocede indudablemente de atonía cerebral o medular, podemos someterla a duchas artificiales; esto es, a duchas imaginarias o nerviosas que, sobre ser más intensas que las naturales, ofrecen la ventaja de aumentar o disminuir en intensidad frigorífica a mi capricho.

Como su desarreglo nerviosoexplicaba Montánchezprocede indudablemente de atonía cerebral o medular, podemos someterla a duchas artificiales; esto es, a duchas imaginarias o nerviosas que, sobre ser más intensas que las naturales, ofrecen la ventaja de aumentar o disminuir en intensidad frigorífica a mi capricho.

Sus manos son recias y duchas.

El desarrollo... la edad... Síntomas claros, falta de apetito, algo como una opresión en el pecho, tristeza, punzadas a veces en las sienes, palpitación... Ya sabéis; dad a vuestra niña glóbulos de ácido arsenioso, luego duchas.

El tratamiento... Y empezó a curar su melancolía, con glóbulos y duchas, al comenzar la primavera, Berta, la niña de los ojos color de aceituna, que llegó a estar fresca como una rama de durazno en flor, luminosa como un alba, gentil como la princesa de un cuento azul.

Todos exclamaron:¡Aleluya! ¡Gloria! ¡Hosanna al rey de los Esculapios! ¡Fama eterna a los glóbulos de ácido arsenioso y a las duchas triunfales! Y mientras Berta corrió a su retrete a vestir sus más ricos brocados, se enviaron presentes al viejo de las antiparras de aros de carey, de los guantes negros, de la calva ilustre y del cruzado levitón.

Y sabréis cómo no, no fueron los glóbulos; no, no fueron las duchas; no, no fué el farmacéutico quien devolvió salud y vida a Berta, la niña de los ojos de color de aceituna, alegre y fresca como una rama de durazno en flor, luminosa como un alba, gentil como la princesa de un cuento azul.

Después me echaron por el cogote y la espalda duchas de agua fría, para fortificar mis nervios; y noté que mi padre, en la mesa ó por las mañanas cuando iba á su alcoba á darle los buenos días, me miraba fijamente un rato y á veces sus manos se escurrían por mi espinazo abajo, palpando y tentando mis vértebras.

De noche las torpes imágenes evocadas por la conversación me importunaban y me ponían febril, hasta que con la jarra llena de agua fría me propinaba duchas por el espinazo abajo.

Duchas naturales al aire libre.

Duchas naturales al aire libre.

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