39 oraciones de ejemplo con hacinaba

Megaterios, mastodontes, tortugas gigantescas, cocodrilos alados, todos esos seres quiméricos se hacinan en el caos espantoso.

El chino es la entidad jornalera más perfecta que se conoce en Filipinas, pero también es la panacea más acabada de la hediondez, la cual únicamente se puede contrarestar con las continuas y eficaces requisas de la autoridad que vigila sus domicilios, verdaderos tugurios en que se hacinan cientos de ellos.

Así nace y vive el indio, viendo llegar tranquilamente su última hora, sabiendo que sus despojos no han de ser llevados por manos mercenarias y por sus propios deudos, los cuales no tienen el amargo privilegio de verlos arrojar en la fosa común, ese horrible rincón de las grandes necrópolis, donde se hacinan cientos de cadáveres y se compendian millones de lágrimas.

Dos hileras de bancos corrían por toda la extensión del salón, y frente á la mesa presidencial, en el testero de la izquierda, se hacinaban en otra mesa, cubierta de blanquísimo mantel, adornado de lazos y bullones de colores, gran profusión de fiambres, pastas y dulces, y no escaso número de botellas de vinos y cerveza.

Con nosotros no tenían gran cosa que hacer los tiburones; otros barcos negreros, que hacinaban los bultos de ébano en la bodega, en malas condiciones, iban teniéndolos que echar al agua a que sirvieran de pasto a los tiburones; nosotros, no; hubo viaje en que no murió ninguno.

Cayé llevó compañera, y ambos, borrachos como los demás peones, se instalaron en el puente, donde ya diez mulas se hacinaban en íntimo contacto con baúles, atados, perros, mujeres y hombres.

Bien puedo asegurar que hay en ella Cuanto puede hacinar la fantasía, en concebir delirios eminente: magia, blasón, alquimia, teosofía, náutica, bellas artes, oratoria, brahmánica y gentil mitología, sacra, profana, universal historia Y otras mil curiosidades.

Sólo Maltrana, inquieto y curioso por las novedades de la navegación, había ido de un lado a otro, desde el puente del capitán a los profundos sollados, iniciando conversaciones, lo mismo en las salas de los pasajeros de primera clase que en los departamentos de proa y popa donde se hacinaban los emigrantes.

Estaba yo presente cuando se guadañaban los prados, cuando se hacinaba el heno, y gozaba dejándome llevar sobre alguna carreta que regresaba al poblado.

Aquella hendidura, labrada por la fuerza brutal de la Naturaleza, parecía angosta vista de lejos; mas de cerca, sus paredes, formadas por las aristas y angulosidades de las rocas, se apartaban, dejando en medio un vacío ancho y tenebroso, donde en confuso desorden iba hacinando el tiempo peñas rodadas, troncos caídos y malezas barridas por los vendavales.

25 FÁBULA XLVII La Urraca y la Mona (El verdadero caudal de erudición no consiste en hacinar muchas noticias, sino en recoger con elección las útiles y necesarias.

Sobrecielos de tela de oro y brocatel, que hacinaban polvo y telaraña en sus pliegues antiguos, ornaban los lechos hereditarios roídos por la carcoma.

Con nosotros no tenían gran cosa que hacer los tiburones; otros barcos negreros, que hacinaban los bultos de ébano en la bodega, en malas condiciones, iban teniéndolos que echar al agua a que sirvieran de pasto a los tiburones; nosotros, no; hubo viaje en que no murió ninguno.

No usan sillas, sino unos banquillos, que cuando no están de servicio, se hacinan en un rincon.

La casa americana ocupa un cuadrilongo, dividido en dos terceras partes para la habitacion y otra para corral ó seccion interior á la espalda de la habitacion, en que se deposita la leña y el carbon, se solazan pollos y gallinas, y por lo comun se hacinan toda clase de trebejos: allí suele existir el depósito de la agua.

Por supuesto que no faltaba, sentada en un baúl con su canasto al frente y su chico sentado en el suelo, la lavandera, primer doliente en la partida de un soltero, ni la costurera con su mamá, que por primera vez se aparece, ni criados y conocidos que van hacinando lo inútil y dejan traslucir las satisfacciones y las envidias que provoca la herencia.

¡Dichosos mil veces los que eran sepultados en las ruínas de las casas minadas, como aconteció á los valientes defensores de la calle de Pomar, junto á Santa Engracia! Lo verdaderamente lamentable estaba allí donde se hacinaban unos sobre otros, sin poder recibir auxilio, multitud de hombres destrozados por horribles heridas.

Aquello era un tumulto imposible de describir; un desquiciamiento general y horroroso: por un lado rebramaba el aire arrancando las rocas, que se hacinaban con estruendo en la cúspide del monte; por otro mugía el torrente, mezclando sus bramidos con el crujir de los árboles que se tronchaban y el golpear incesante de los martillos, que caían alternados sobre los yunques, como llevando el compás en aquella diabólica sinfonía.

Empezó por cortar y raer la maleza, descubriendo el orificio de la cueva; y después, con ayuda de la pala, desobstruyéndolo de la tierra que se hacinaba ante él.

A sus espaldas, hasta tocar con el techo del alpende, se hacinaba el tojo tierno, dispuesto para mullir los establos y hacer de él, ya pisado, cama para las bestias, y después abono de las tierras.

Sobre la cabecera del lecho, un cuadro exhibía la visión simbólica de una balanza, uno de cuyos platillos tocaba el cielo resplandeciente, llevando la dulce carga de los bienaventurados, mientras que el otro, donde se hacinaban los pecadores, descendía hasta el pavoroso y ennegrecido antro infernal, donde unos cuantos demonios bailaban contentos ante la copiosa remesa.

La preponderancia tiránica de los ricos que fungen en grandes Compañías, con intereses opuestos á los de la comunidad; aristocracia del peor género, que tuerce la marcha gubernativa y todo lo corrompe: los grandes errores económicos que reivindican en un solo instante los principios de la ciencia, hacinan combustible que estalla con la más leve chispa.

Aquello era un antro inmundo e inhabitable donde se hacinaban unas quince familias de desgraciados trabajadores.

=Conglomerado.= De conglomerar: aglomerar, hacinar, amontonar, juntar.

Que quedan en el alma las historias De dolor o placer, y allí se hacinan, Del fundido metal muertas escorias.

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