584 oraciones de ejemplo con mareado

Pero salgámonos muy apriesa de aquí; que con tener estómago de demonio y no haberme mareado las maretas[202] del infierno, me le han revuelto estas sabandijas, que nacieron para desacreditar la naturaleza y el rentoy[203].

[sísik] Mareado.

Apuesto a que te has mareado.

Es realmente curiosopensaba mientras subíaque una casa tan baja, de dos pisos, tenga una escalera tan alta... como de diez... de veinte... de cien pisos... Y, bien agarrado de un pasamanos de hierro, seguí subiendo, subiendo, subiendo... Para distraerme me puse a contar los escalones... Al pasar de los quince mil perdí la cuenta y me sentí un poco mareado...

¿Está usted mareado, ¡usted, viajero! y en una gota de agua como esta?

Tan mareado iba, que a los pocos pasos encontré al sereno y le di dos pesetas.

¿Dónde estamos?preguntó Felicia que con la pena y tanto paseo se había mareado.

Había tanta gente y tanto ruido que al cabo me sentí mareado y le dije a Rufo:«Vámonos que estoy cansado y ya sabes que mañana debemos salir temprano para Infiesto».

La vista de Tomasa, aquella relatadora de cuentos impíos, llenaba de santo terror a Ricardo, que huía de ella como del pecado mortal, mientras la franca aragonesa echaba pestes contra los pícaros jesuítas y doña Fernanda, que le habían "mareado" al niño hasta el punto de hacerle odiar a la que podía llamarse su segunda madre.

dulcemente acariciado por el tibio calor de su cuerpo, sintiendo en su nuca el frío beso de la brisa y mareado por el perfume de aquella cabellera, el muchacho sintió cómo su cuerpo era invadido por una creciente languidez.

¿Te casarías con ella? ¡Mujer!clamó Lecio¡ni siquiera lo mientes! Al mozón se le entró, de pronto, un gran susto en el pecho, y agarróse mareado a la verja de la ventana.

Para sacudir esta idea alarmante se acuerda de Lecio, mareado y descolorido en los deliquios de una fina locura de amor.

Habló primero del Deuteronomio; después dijo no qué cosa de los Germanos y de Tácito; luego citó... creo que á un señor Chindasvinto, á Don Alfonso el Sabio; y por último, creyendo que no nos había mareado bastante, citó partidas, leyes, artículos, qué yo.

Estaba inundado de sudor y á punto de caerme mareado.

Ese mozo, ¿necesito nombrarle?, es D. Rafael del Horro... En verdad que si no descollase por sus virtudes tanto como por su talento, se habría dirigido á y te habría mareado la cabeza con boberías de novela, contrarias á la moral cristiana y que, aun cuando los fines sean buenos, dejan siempre germen de vicio y concupiscencia en el alma.

Ya le he declarado a usted que yo había entrado en la obra, dejándome arrastrar, según los designios del autor, sin voluntad, en un modo pasivo, abandonando por entero mi espíritu al balanceo o vaivén de la rima, hasta sentirme como mareado, y aun lo estoy, que tres horas de rima o vaivén no son para menos.

Yo estoy mareado, estoy mareado todavía, amigo mío, a tal punto, que temo que este líquido manso, sustancioso y eucarístico (me refiero a la leche), y he dicho eucarístico acaso porque en este instante sufro de cierta contaminación poética; digo que esta leche temo que no se compadezca con mi estómago.

Yo estoy mareado, estoy mareado todavía, amigo mío, a tal punto, que temo que este líquido manso, sustancioso y eucarístico (me refiero a la leche), y he dicho eucarístico acaso porque en este instante sufro de cierta contaminación poética; digo que esta leche temo que no se compadezca con mi estómago.

El Doctor llegó algo mareado á la puerta de la casa de Doña Araceli.

Y él respondió: Mareado estoy d’amor, Que dado me han competidor.

Se sentía desfallecido, mareado.

Y, ahito de comidas pesadas, mareado por el vino fuerte y amargo de la tierra, definitivamente rendido por la fatiga del viaje, comencé á dar cabezazos sobre la mesa, «á pescar» como decía tatita, soñando ya, semidespierto, con las pruebas de las sociedades secretas descritas en los novelones, como si se impusieran á un ser que, ajeno á , fuese al propio tiempo yo mismo.

Empero me doy cuenta del cansancio del lector, que debe estar mareado si ha tenido la paciencia de asistir al fastidioso desfile de tantas minucias descriptivas.

En el tranvía iba al principio mareado.

Yo estaba un tanto mareado, y con ganas de sentarme.

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