347 oraciones de ejemplo con pálidos

Mesía y su adversario estaban en mangas de camisa (se acordaba Frígilis como si hubiese sido el día anterior), estaban en mangas de camisa, sable en mano... ambos pálidos y temblando de frío y de miedo.

Yo las veía reunirse en bandadas por encima de , partiendo de los bosques, de los templos y de los pabellones imperiales; cada una llevaba, para librarse de los milanos, una cañita de bambú que el aire hacía silbar, y aquellas nubes blancas pasaban como impelidas por una brisa suave, dejando en silencio un lento y melancólico suspiro, una ondulación célica, que se perdía en los aires pálidos.

Del antiguo seminarista bordelés, del bizarro galán joven del teatro del Gimnasio, ya no quedaba nada: los ojos habían perdido su mocero ardimiento; los labios, pálidos, temblaban en el óvalo pulcramente afeitado del rostro enjuto; el ademán era frío y borroso; el busto se inclinaba hacia la tierra; en el mento, antes desafiador y petulante, ya no quedaba voluntad.

Y los ángeles, todos pálidos y macilentos se levantan y cubriéndose afirman que ese drama es una tragedia que se llama «El Hombre» de la cual el héroe es el Gusano Vencedor....

A esta seguían remedos, ahora pálidos, ahora vivos, sombras diferentes que iban proyectando la idea por todos lados en su grave desarrollo.

Ellos también estaban silenciosos y pálidos, con la ansiedad de lo desconocido.

Los otros toreros, pálidos de envidia profesional, se esforzaban por atraerse la atención del público.

El perfil correcto, los labios pálidos, los ojos cerrados, todo el conjunto del rostro conservaba la misma beatífica dulzura.

Tenía pupilas grises, vagas, borrosas, con extraños reflejos verdes; el pelo rubio muy claro; la nariz recta; el mentón enérgico, voluntarioso, y la boca, de labios muy pálidos y delgados, cruel.

Los transeúntes se detenían un instante para ver pasar aquella comitiva donde abundaban los rostros delicados de cutis nacarado, un tanto pálidos por la clausura y los hábitos viciosos del colegio: cruzaban poblando el aire de un murmullo suave, como un enjambre de abejas, más atentos a la conversación que llevaban entablada que a la perspectiva de las calles y a las bellezas del campo.

Pero sus labios pálidos se contraían de coraje cada vez que le veía volver los ojos hacia aquélla.

En un rincon, hacinados como cadáveres, dormían ó trataban de dormir algunos chinos traficantes, mareados, pálidos, babeando por los entreabiertos labios, y bañados en el espeso sudor que se escapa de todos sus poros.

Era la primera vez que veía á aquel hombre: alto, los ojos rojos, los labios pálidos, la nariz afilada... Huérfano por completo, sin padres ni hermanos, abandonó el pueblo cuyas autoridades tanto miedo le infundían y se fué á Manila para servir en casa de algun rico y estudiar á la vez como hacen muchos.

Sobre el mosaico del suelo caía una lluvia de rayos intensos donde flotaba un polvo ligero y coloreado, y estos rayos se cruzaban y tejían en el espacio formando una tela flamígera, sutil y vistosa, por cuyos intersticios pasaban los fugaces destellos de otros rayos más pálidos donde flotaba un polvo aun más aéreo.

Porque la joven condesa, en los años que llevaba de matrimonio, había visto desfilar muy á menudo sobre su lecho la misma procesión de fantasmas pálidos.

Los dos estaban pálidos.

Paseaban durante la noche por la estrecha calleja pálidos espectros de ojos fosforescentes y largas túnicas, los cuales solían algunas veces asaltar al incauto transeunte, obligándolo á entregarles cuanto llevase encima, y dándole muerte si mostraba resistencia á ser despojado.

Otros permanecen tendidos al aire libre, pálidos, inmóviles como cadáveres después de una catástrofe.

Viéndome sonreir, la pobre Concha inclinó los ojos con adorable rubor: Los hombres creéis todo lo malo que se dice de las mujeres... ¡Además, una reina tiene tantos enemigos! Y como la sonrisa aún no había desaparecido de mis labios, exclamó retorciéndome los negros mostachos con sus dedos pálidos: ¡Boca perversa! Se puso en pie con ánimo de irse.

[imagen] [imagen: Memorias del Marqués de Bradomín] [imagen: D]ejé abierta la ventana, y andando sin ruido, como si temiese que mis pisadas despertasen pálidos espectros, me acerqué a la puerta que momentos antes habían cerrado trémulas de pasión aquellas manos ahora yertas.

Cuando Ambrosio había cambiado las primeras frases con su hija, ya bajaba Clotilde, un poco jadeante, con hilos pálidos de hierba entre el cabello obscuro, las mejillas ardientes, los ojos inquiridores.

El canto celestial la va llevando Por divinos jardines maravillosos Donde los pálidos ángeles sonrientes, Con aéreos vestidos de perfumes, Andan curando heridas mariposas.

Iban pálidos, sudorosos, jadeantes, medio ahogados en la velocidad asfixiante de la carrera.

Además, estaban pálidos, cacoquimios, llenos de manifestaciones escrofulosas.

Iba acompañada por un hombre de unos cuarenta años, tipo seco, flaco, de bigote y barba negros, con un aire triste y distinguido, los ojos sombríos y los labios pálidos.

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