14141 oraciones de ejemplo con leamos

Y se ha de notar, que de ordinario solemos creer con facilidad las cosas pasadas, aunque sean falsas, con tal que las leamos en algun Autor que haya sido ingenioso, y haya sabido ponderarlas: cosa que observó Salustio en los Atenienses, como ya hemos dicho.

Parece ser que en otro aposento que junto al de don Quijote estaba, que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote: Por vida de vuestra merced, señor don Jerónimo, que en tanto que trae la cena leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha.

Apenas oyó su nombre don Quijote, cuando se puso en pie, y con oído alerto escuchó lo que dél trataban, y oyó que el tal don Jerónimo referido respondió: ¿Para qué quiere vuestra merced, señor don Juan, que leamos estos disparates?

Siento que pronto me dominará la delicia de adorarlo..." Por favor, Camuchainterrumpió Adrianano leamos más, yo por qué te lo digo.

Pero leamos; y en seguida así leyó el soldado: "Mi buen Antúnez, he llegado con órdenes de Su Majestad a la Aljecira en las galeras de Leiva: vuestras cuentas las he aprobado: no por ellas, sino para asunto de importancia quiero estar a recaudo en esa aldea y en vuestra casa, a hurto de todo curioso, por dos o tres días.

Mucho ha escrito mi hermano en una sola noche, para tan enfermo como dice mi sobrino que se hallamurmuró limpiándose cuidadosamente las narices; leamos ahoraañadió después de haber doblado y guardado su enorme pañuelo blanco.

Sus obras carecen de vigor poético, y de aquí que las leamos sin que dejen en nosotros huella alguna, sin conmovernos profundamente ni impresionarnos por largo tiempo.

Para decirlo más brevemente y con más elocuencia, abramos la historia y leamos: «En la torre se habían situado y pertrechado siete ú ocho paisanos con víveres y municiones para hostigar al enemigo, y subsistieron verificándolo por unos días sin querer rendirse.

Entre tanto, leamos de nuevo la carta de Belario: «Alteza: cuando recibí vuestra carta me hallaba gravemente enfermo, pero dió la casualidad de que, en el momento de llegar el mensajero, estaba conmigo un jóven doctor de Pádua llamado Baltasar.

Nada más lógico, entonces, que la Cruz, el símbolo acuático por excelencia, aparezca sobre el cuerpo del Sapo como una insignia, como un emblema, como un tótem, si se quiere, de este Señor del Agua; y nada más expresivo que los símbolos combinados del Sapo y de la Cruz para que leamos en la escritura sagrada de la alfarería funeraria: «agua caida de las nubes», ó «agua llovida».

Por este sentimiento no será extraño que leamos muy pronto en los avisos particulares de algún periódico de París: «Señora del gran mundo, otoño espléndido, desengaños sentimentales.

El coronel está libre; es un hombre razonable, yo soy un loco! Leamos el diario; no soy sino un espectador que, desde su palco enrejado, mira la comedia y á los actores de su tiempo.

Qué ha podido hacer este intrigante? leamos: La Academia de Medicina ha recibido ayer una comunicacion del mas alto interés.

Leamos las inscripciones para comprender mejor la belleza incomparable de la estancia: «Yo soy el jardín que aparece por la mañana ornado de belleza

En el capítulo LIX del segundo tomo, suponiendo que unos pasajeros estaban leyendo en un mesón la continuación del aragonés, introduce á un tal don Juan, diciendo así: "Por vida de vuesa merced, señor don Jerónimo, que en tanto nos traen la cena, leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha.

No, no lo leamos aquí.

Leamos su carta.

Es verdad...Leamos.

¡Es verdad! Leamos otra vez su carta... (repuso ferozmente el maestro.

Leamos otra vez.

Si, á la fe; y que si puedo, se lo tengo de hurtar, dixo Sancho, y traerle acá el domingo para que leamos; que aunque no leer, me alegro mucho en oir aquellos terribles porrazos y cuchilladas que parten hombre y caballo.

Leamos, alúmbreme usted.

Alguien, de pronto, exclama regocijado: ¿Que leamos en ese cuadro?...

Es lástima que no lleguen por aquí ni leamos nosotros sino poquísimos de los libros en prosa que Uds. escriben.

Mana de estas almas sagradas un torrente de fuerza serena y de bondad omnipotente: no es siquiera necesario interrogar sus obras, ni escuchar sus palabras, para que leamos en sus ojos, en la historia de su vida, que nunca la vida es más grande, más fecundani más dichosaque en el dolor.

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