50 Adjetivos para describir carruajes

Al Bois de Boulogne acuden en número fabuloso los carruajes mas elegantes de Paris, y la multitud se pasea y se esparce complacida en medio de su grandeza.

El militar se arroja de mal humor en el cabriolé, entre un francés que le pregunta:¿Tendremos ladrones?y un fraile corpulento, que con arreglo a su voto de humildad y de penitencia, va a viajar en estos carruajes tan incómodos.

Se le aparecía digna de un trono, digna de ir en magníficos carruajes; de pisar alcatifas de Persia, de vestir blondas y sedas riquísimas; de recibir adoraciones de sabios y de valerosos y de ricos; de premiar el mérito, la destreza, la poesía, la ciencia y la audacia con una dulce mirada de amor.

La línea férrea, mal construida, con detestables carruajes y pésimo movimiento, tiene la sola ventaja de ser muy corta, pues en media hora se recorre toda su extension: terminado el segundo viaje, se gravita la montaña en carruajes tirados por cuatro caballos; el tiempo que se emplea es el de una hora, con lo que termina la expedicion.

Según el censo mandado formar por el virrey-bailío Gil y Lemus, contaba la ciudad en el recinto de sus murallas 52.627 habitantes, y para tan reducida población excedía de setecientos el número de carruajes particulares que, con ricos arneses y soberbios troncos, se ostentaban en el paseo de la Alameda.

Efectivamente; la poesía de los paisajes diferentes que presenta la naturaleza, así como el encanto de sus cuadros variados y frescos, pasan completamente desapercibidos á traves del rápido curso con que se precipitan los carruajes arrastrados por el fuego.

Y subimos al cupé, que rompió la marcha por entre los numerosos carruajes apostados en las extensas avenidas del cementerio.

Pasaban junto al coche otros carruajes ocupados por hermosas mujeres con mantillas blancas.

Las jacas pamplonesas, cubiertas con inquietos borlajes y repiqueteantes cascabeles, pasaban como rayos por entre el gentío tirando de las tartanillas de colores claros, de los coches señoriales y de los carruajes ingleses, en cuyos bancos erguíanse como cimbreantes flores las muchachas vestidas de rosa o azul, con el rostro realzado por el marco de blanca blonda.

Los poquísimos carruajes que pasaban vacíos eran asaltados rabiosamente por los proscriptos de los portales, quedándose con ellos, como sucede en todo lo demás, los más osados.

El sentimiento monárquico tambien, ó al ménos su apariencia, se halla escrito por todas partes en Lóndres: aparte de los infinitos establecimientos nacionales, que allí se llaman reales, todos los carruajes públicos llevan una corona, y debajo escrito Victoria reina.

El conde dijo rápidamente algunas palabras a su hija, e inmediatamente abandonaron la Castellana a todo galope, pasando como exhalaciones por entre los brillantes y blasonados carruajes, de cuyo interior les dirigían amistosos saludos.

Andaba por los bulevares; veía pasar indiferente los lujosos carruajes, los elegantes, las hermosas mujeres.

De tiempo en tiempo pasaban al lado de él caballeros y amazonas y soberbios carruajes; los seguía con los ojos curiosos y los olvidaba antes de que lo hubiese perdido de vista.

Hay entierros que llegan á costar 300.000 ó 400.000 dólares chinos, figurando en ellos centenares de hombres con dobles estandartes, varias bandas de músicos y una procesión interminable de falsos carruajes, monigotes y casas portátiles, destinados á convertirse en humo.

De pronto, al paso lento de los carruajes enfilados, porque estaba en el paseo el de la Reina, cruzó junto a nosotros una victoria, en cuyo interior iban dos mujeres, saludando a César.

Al atravesar la plaza del Pantheón, los carruajes engalanados de un cortejo nupcial deteníanse ante el palacio de la Alcaldía del quinto distrito.

Son amigos de los toreros, y, los días de corrida, van a la plaza con indumentaria que pregona sus aficiones, en lujosas calesas tiradas por mulas llenas de cascabeles, o en sus espléndidos carruajes.

Dentro de Madrid vio las calles desiertas, sin carruajes, sin tranvías, todo igualado, arroyos y aceras, por aquella capa blanca, como si hubiese llovido sal.

Esperamos que la calle de Lepelletier se despejase un poco de los infinitos carruajes que la ocupaban, y yo no podia menos de decirme entre tanto, al mismo tiempo que contemplaba el frontispicio de la Grande Opera: ¡qué poco sabrá más de un espectador las intrigas y los misterios que se disputan las horas del dia y de la noche, bajo la techumbre de esa enorme bóveda!

Tras largas consideraciones, y no sin medir detenidamente los inconvenientes y las ventajas, había propuesto dejar a la señorita Pross y a Jeremías Lapa, que podían salir de la ciudad cuando les acomodase, con orden de emprender el viaje a las tres de la madrugada, utilizando uno de los carruajes más ligeros entonces conocido.

¡Oh, elegantes que os dirigíais vivamente a San Carlos abrigados en costosos paletots, luciendo la blanca corbata de «soirée!» ¡Oh, carruajes llenos de mujeres vestidas a la andaluza, rodando gallardamente hacia los toros, cuántas veces me hicísteis suspirar!

En vez de las carretas de comercio o de las arrias de mercaderías, llenan las calles, tirados por caballos altivos, carruajes lucientes.

No sabemos que admirar más, si la tolerancia de las autoridades consintiendo en el paseo automóviles que no sean eléctricos, si la paciencia de los que reciben polvo y humo, desde sus modestos carruajes ó la falta de ... diremos de buen gusto, de los que hacen carretera de un paseo por ostentar un lujo, que en este caso más parece economía; porque cada cosa en su lugar y el automóvil para una prisa.

Formaban ya allí los carruajes ordenada fila, y entonces pudo apreciar el marqués de Butrón todo el numero y arrogancia de sus huestes femeninas.

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