579 oraciones de ejemplo con vestirse

Era ya entrada en años, pero tenía gusto en vestirse y aliñarse como una damisela.

Sabía vestirse de tal modo que las telas, ni por sus vivos colores, ni por su riqueza, atrajesen demasiado la vista en perjuicio de la figura.

Solía vestirse de blanco.

Sabía vestirse, facultad que no es tan común como parece, sobre todo en esta clase de mujeres.

Quién llevaba un terno de franela blanca como el ampo de la nieve con guantes y sombrero negros; quién lo lucía de color de lagarto con un sombrerito azul de alas microscópicas; quién, por fin, había creído oportuno vestirse de tricot negro con guantes, botines y sombrero blancos.

En aquel movible salón me dijeron se colocarían biombos para vestirse y desnudarse tras ellos las señoras, y como las funciones habían de ser de muchas horas, también me aseguraron se establecerían allí varias carenderías.

Lo que dejo dicho en el detalle de cada parroquia bastará para dar una idea de sus costumbres y de sus hábitos; podria solamente añadir que los Caupolicanos son todos pobres, sin que los aflija semejante pobreza, pues que poseen lo necesario para alimentarse á saciedad y para vestirse y procurarse algunos placeres, no pudiendo inquietarlos por otra parte el porvenir de sus hijos, en el seno de esa naturaleza tan fértil.

Empezó a vestirse a toda prisa....

No acertaba a vestirse....

¡Pobre Melchor! Obligado por la nueva existencia que su consorte le imponía á vestirse el frac todas las noches, «su buen humor había desaparecido junto con los colores de su cara; una obesidad grasosa y amarillenta hinchaba su cuerpo; y, al fin, un año después de abandonar la tienda, murió, sin que los médicos supieran con certeza su enfermedad».

Renovales la obliga á vestirse una falda y unas medias que pertenecieron «á la otra»...

Y comenzó á vestirse, se puso su balandrán y su sombrero y se lanzó á la calle.

Doña Blanca, alegre por la conversacion de su hermano, entró á vestirse para ir al convento, y Mejía contento por el giro que tomaban las cosas, salió á dar órden de que dispusiesen una carroza.

Voces, murmullos, jipíos que salen de los cafés, violines de ciegos, gritos de chicos pregonando los periódicos de la tarde, rodar de coches que cruzan apresuradamente, llevándose á las señoras retrasadas en el paseo, y que regresan á sus casas con el apremio de vestirse para el Circo ó para la comida...

Diéronle su embajada diciendo, que su siervo Motezuma le enviaba á visitar, y que como Teniente suyo le tenia la tierra en su nombre, y que ya sabía que él era el Topilcin, que les habia prometido muchos años habia volver á verlos, y que allí le traian de aquellas ropas, que él solia vestirse cuando andaba entre ellos, que le pedian las tomase, ofreciéndole muchos y muy buenos presentes.

, sabio lector, con alto sentido Verás la elocuencia desta escriptura Ser muestra y espejo, dechado y figura De claro juicio y ingenio subido. Conoce en España de nuevo nacido Aquel que á los cómicos hace ventaja, Los trágicos pueden vestirse mortaja Viviendo varon tan esclarecido.

Ayuda á Julieta á vestirse.

á los que debieran llevarlos todo el año; con caretas de animales á muchos, que ese día sólo no engañan á nadie; de bebés á otros que, solo con vestirse de ese modo, muestran que están en lo cierto.

El Doctor se vistió tan de priesa que no tuvo lugar de mirar el señalado rostro de su mujer, que lo primero que hizo antes de vestirse, y sin aguardar á poner los piés en las mulillas, fué á mirarse al espejo; y viéndose el sobrescrito con algunos borrones, lo sintió de manera, que en muchos dias no se quitó del rostro un rebozo (que como era tan apacible y suave) parecia más que le traia por gala, que por necesidad.

Como fueron cogidos por sorpresa, Pizarro y Alcántara trataron de vestirse apresuradamente la armadura, mientras ordenaban a Chaves que cerrase la puerta.

Pizarro, echando a un lado la armadura, que no tuvo tiempo de vestirse, se lió una manta al brazo izquierdo para escudarse, y cogiendo con la otra la buena espada que había blandido en tantas luchas desesperadas, saltó como un león sobre aquella manada de lobos.

RITA.—Ahí están, empezando a vestirse pa la corrida.

Con la renta de Pepe no había que contar para este propósito tan honrado y tan legítimo, pues la paga del ministerio y el producto de unos foros gallegos que además disfrutaba, apenas eran suficientes para vestirse ambos y para el ama y algunas menudencias.

Levantose, y queriendo vestirse, le dijo: No te vistas, sino ponte esa capa y enchanclétate esos zapatos, y ve a ver qué te quiere, que si después fuere necesario vestirte, lo harás.

Solo debia atenderse al alimento y á vestirse, lo cual se proporcionaba cada uno con pocas horas de trabajo, y así es que los hombres podian dedicarse á la meditacion.

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