2026 oraciones de ejemplo con ¡ay!

¿No conocen las jóvenes que una tela no puede inspirarnos amor? ¡Quieren ser ídolos muy ataviados, muy bonitos por fuera! ¡Ay!

¡Ay! ¡Y para esto habían peleado con los moros tantos señores arzobispos de Toledo, conquistando villas, asaltando castillos y acotando dehesas, que pasaban a ser propiedad de la catedral, contribuyendo al mayor esplendor del culto a Dios!

¡Ay! ¡ay!, no tanto, caramba.

Y volviendo al peldaño, charló con su compañero de plantón: «¡Qué alma de mujer...! ¡Ay!, tengo el genio tan vivo, que rompería la puerta, cogería al niño y le llevaría a que le dieran de mamar... ¿Es usted médico?».

Exhaló un ¡ay! agudo y cayó desmayada en el suelo.

¡Ay!, Nela, dicen que D. Carlos era hijo de uno que barría las calles en Madrid.

¡Ay!, ¡ay! ¡Qué hace usted! ¡Que se escapa... que se escapa! Comprendió entonces el alucinado capellán lo que ocurría, con no poca vergüenza y confusión suya....

¡Ay! ¡Vivir! ¡vivir!exclamó Amaury con doloroso acento.¿Cómo vivir sin aire, sin sol, sin amor?

» ¡Ay!, hermano, no cabe el odio en mi corazón; pero hay momentos, el Señor me lo perdone, hay momentos en que peco, sin poderlo remediar; peco acordándome de la buena pieza que te ha trastornado la cabeza, apartándote de tus deberes; , peco, peco...

¡Ay! que cuando preguntaba Por su madre, con amor, «¡Está en el cielo!» escuchaba, Y en el cielo la buscaba Con inocente candor.

, ... es él, ¡ay! pero no me atrevo, está ahí el otro, no le veo... pero le siento cerca... En efecto, Montánchez la miraba con toda la fuerza de sus ojos.

¡Ay! Los que se aman son de una misma religión.

Oye lo que pienso de tu muerte... ¡Ay!, por Dios, no te apoyes en mi pecho.

Pero ¡ay! que tanta ventura Templaba el que se quedase Otra criatura en el monte: Que ella, entre penas tan graves, Sintió haber parido dos; Y yo entónces... ESCENA IX.

Pero ¡ay!... cuando yo que metía su cucharada en la conversación, me quedé muerta...

¡ay! retira esa pistola que me hiela la sangre... Por Dios suéltala...

¡Ay! dijo á esta sazon la Juliana, no diga vuesa merced, señor Monipodio, mal de aquel maldito, que con cuan malo es, le quiero mas que á las telas de mi corazon, y hanme vuelto el alma al cuerpo las razones que en su abono ha dicho mi amiga la Gananciosa, y en verdad que estoy por ir á buscarle.

: ¡ah! ¡oh! ¡ay! ¡oy! ¡huy! ¡eh! ¡bah! ¡ca! ¡hola! ¡ojala! etc.

Porque ¡ay! nada es eterno, y la herida, tardando demasiado en cicatrizarse á causa de tantas emociones, dió tiempo para que el entusiasmo se enfriara poco á poco antes de que D. Lucas pudiera tenerse en pie.

¡Ay! ¿Tu operación fué publicada? Creo que no.

¡Ay! he visto desaparecer como ella siete hijos, los más valientes acaso; Jorge mi último hijo, mi última mujer y todo lo que amaba.

¡Ay! levantad los ojos a aquesta celestial eterna esfera, burlaréis los antojos de aquesa lisonjera vida, con cuanto teme y cuanto espera.

Roída de recuerdos de amargura, Árido el corazón, sin ilusiones, La delicada flor de tu hermosura Ajaron del dolor los aquilones: Sola, y envilecida, y sin ventura, Tu corazón secaron las pasiones: Tus hijos ¡ay! de ti se avergonzaran, Y hasta el nombre de madre te negaran.

Mas ¡ay! que de las almas El sol yace eclipsado: Mas ¡ay! que ha vacilado El polo de la fe; Mas ¡ay! que ya tus palmas Se vuelven al desierto: No crecen, no, en el huerto Del que tu pueblo fue.

ANTÍGONA ¡Ay! ISMENE ¡Ay! ANTÍGONA ¡Qué de horrendos males...! ISMENE Le ofreció a éste su hermano de vuelta del destierro.

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