117 Adjetivos para describir ceja
El oficinista seguía pensativo, con las cejas fruncidas, como si estuviese contemplando interiormente un espectáculo molesto para él.
Tenía el rostro compungido y desapacible, pálido y ojeroso, áspera y morena la tez, con el circuito de los ojos como si acabara de llorar; las cejas muy negras y pobladas; la boca un poco grande y con cierta gracia innata, casi desfigurada por el mohín compungido de sus labios, hechos á la modulación silenciosa de palabras santas.
Las cejas arqueadas y grandes eran delicadísimas: en otro tiempo tuvieron suave ondulación; pero ya se recogían, se dilataban y contraían como dos culebras.
Era él un hombre escuálido, de unos sesenta años; la barba, blanca, recortada y en punta; los ojos, pequeños, grises y vivos, debajo de unas cejas largas y amarillentas; la nariz, aguileña.
Peláez señaló a su compañero, que era un buen mozo, moreno, de cejas muy pobladas, ceño adusto, ojos de color de avellana que echaban fuego, boca grande, orejas puntiagudas, cuello muy robusto y abultada nuez.
Después se hizo el silencio... ¡el más profundo silencio! El predicador avanzó hasta el borde del púlpito, apoyó en él sus manos huesudas y velludas; sus ojos brillaban bajo sus espesas cejas rojas y su boca esbozaba una singular sonrisa...
Era fuerte, valiente, tímida, tostada por el sol y por el aire del mar, con las cejas un poco juntas.
Era el gaucho alto, nervioso, de cejas espesas, cutis cetrino y nariz aguileña.
Estaba más encorvado, más flaco, algo trémulo, y con la greña, las patillas y las cejas enteramente blancas, muy ásperas y muy largas.
Elenita y el pollo desconocido, que ya se habían asaeteado bastante con los ojos, comenzaron a charlar por detrás de la cabeza de jabalí del presbítero don Alejandro, que tenía las enormes cejas temerosamente fruncidas y el rostro contraído por una expresión de dolor y de ira que ponía espanto.
Iba embozado en una capa vieja, por bajo de la cual asomaba una esportilla de compras, y por encima del embozo de raído terciopelo mostrábase su rostro lleno y colorado, en el que los detalles más salientes, aparte de las arrugas, eran un bigote de cepillo y unas cejas canosas, tan oblicuas, que hacían recordar los chinos de los abanicos.
Verdad era que sus cincuenta y tantos años parecían sesenta; pero sesenta años de una robustez envidiable; su bigote blanco, su perilla blanca, sus cejas grises le daban venerable y hasta heroico aspecto de brigadier y aun de general.
Porque ejercían indecible fascinación sobre el observador aquellas cejas rectas y prominentes, los ojos grandes y febriles, escondidos como en acecho bajo la concavidad frontal, la pupila inquieta y ávida, mucho hueso en los pómulos, poca carne en las mejillas, la quijada robusta, la nariz romana, la boca acentuada terminando en flexiones enérgicas, y la expresión, en fin, soñadora y melancólica.
Y al ver brillar bajo las cejas hirsutas del abad una mirada compasiva de puro desdeñosa, rectificó: Es decir... con el café, ciertos días señalados, no me disgusta el anisete.
Tiene las greñas, las patillas y las cejas canas.
El tal Ortiz, afamado como perseguidor de granujas y de bandidos, era un tipo de criminal completo; tenía el bigote negro y recortado las cejas salientes y unidas, la nariz chata, el labio superior retraído, que dejaba mostrar los dientes hasta su nacimiento; la frente estrecha y una cicatriz profunda en la mejilla.
Grande, vigoroso, un verdadero dragón... un mostacho enmarañado, cejas negras, gruesas; y debajo, ojos como dos carbunclos.
Su espaciosa frente, que se apoyaba en cejas prominentes i pobladas, se ligaba con una lustrosa calva que invadia casi todo su cráneo, bien modelado.
Tenía nariz recta y delicadamente formada, la boca pequeña, los dientes menudos y limpios, y cejas inclinadas en ángulo de quince grados.
Esta, medio atraída y medio alarmada por la brillante iluminación y la numerosa sociedad, fruncía el ceño y se cubría la cara a su alrededor, hasta que el fruncimiento de cejas, contraídas por un contacto o una palabra de cariño, le hiciera ocultar su rostro con nueva resolución.
CAL.los ojos verdes rasgados: las pestanas luengas: las cejas delgadas e alzadas: la nariz mediana: la boca pequena: los dientes menudos e blancos: los labrios colorados e grosezuelos: el torno del rostro poco mas luengo que redondo: el pecho alto: la redondeza e forma de las pequenas tetas: quien te la podra figurar? que se despereza el hombre quando las mira.
Sus cejas fuertes se arquearon sentimentales bajo la frente descollada y alta.
Sus cejas oblicuas y su cutis obscuro se armonizan poco con su ángulo facial, abierto y europeo.
Tenía el color tostado, la cabeza grande, huesuda; la cara algo picada de viruelas, las facciones nobles, las cejas cerdosas y salientes, y los ojos hundidos, grises, con un brillo de acero.
Había rostros irregulares, angulosos, de expresión brutal, frentes estrechas y deprimidas, caras amarillas ó cetrinas, mal barbadas, llenas de lunares; cejas torvas, bajo las cuales brillaba una mirada negra.