50 Adjetivos para describir mudas

A cinco o seis pasos de ella se puso un dedo sobre los labios y balbuceó: ¡Elena, querida Elena! La joven se puso de pie temblando y pronta a lanzar un grito de alarma; pero la señal que le hacía el joven y la muda plegaria que se leía en sus ojos detuvieron la voz en los labios de Elena.

Aquellas ocho narices erigidas bajo diez y seis ojos diversos en color y expresión, crecían o menguaban, variando de forma; las bocas se abrían en línea horizontal, produciendo mudas carcajadas, o se estiraban hacia adelante formando hocicos puntiagudos, parecidos al interesante rostro de cierto benemérito animal que tiene sobre el anatema de no poder ser nombrado.

Era el tal mudo muy afecto á la reyna y á Zadig, y escuchó con no ménos asombro que horror dar la órden de matarlos ámbos.

La noche comenzó a llenarse de estrellas; las dos viajeras marchaban mudas, amedrentadas por el silencio y el aire desierto del campo.

Conservaba de los tiempos de su niñez opulenta algunas muñecas magníficas, y á ratos perdidos, en la soledad de la noche, las sacaba para recrearse y charlar un poco con sus mudas amigas, recordando la edad feliz.

El sofá de panza anchísima y turgente con sus botones ocultos entre el raso, como pistilos de rosas amarillas, era una muda anacreóntica, acompañada con los olores excitantes de las cien esencias que la Marquesa arrojaba a todos los vientos.

Y cuando en nuestros días levantan Mommsen y Ferrero, Rambaud y Lavisse, sus admirables monumentos de reconstrucción, la Historia no es ya un sangriento reflejo de la Epopeya ni un mudo archivo paleográfico, sino que, abarcándolo todo con sus ojos de Argos conmovido, convierte el estilete ingenuo de Herodoto en la pluma polígrafa de Maspero y de Paul Guiraud.

Carmela bajó la cabeza haciendo una seña de mudo asentimiento.

Ataide, mudo, asombrado,

Trescientos Zenetes eran Deste rebato la causa; Que los rayos de la luna Descubrieron las adargas; Las adargas avisaron A las mudas atalayas, Las atalayas los fuegos, Los fuegos a las campanas; Y ellas al enamorado, Que en los brazos de su dama Oyó el militar estruendo De las trompas y las cajas.

] El telón cayó entonces, y el público permaneció un segundo mudo, atónito, escuchando aún en aquel silencio que hubiera permitido oír la caída de una hoja, embargado por esa especie de pavor suavísimo que infunde en el alma el sentimiento de lo sublime.

Habíame acostumbrado a pasear mi aburrimiento y soledad por aquellos callejones, a quienes en cierto modo había hecho confidentes de mi pesar; hallaba tantas perspectivas amigas en un recodo, en una torre, en un ajimez, en una encrucijada, en un poste, en una reja, en una piedra corroída por el tiempo, en un zócalo garabateado por los chicos, que no pude menos de salir a dar el último adiós a todas aquellas mudas compañías de mi tristeza.

Bien quisiera doña Rosa participar de la alegría y entusiasmo de su marido; pero sucedía que ella no entendía jota del bien que pudiera traer a la salvación del cargamento del bergantín Veloz, el hecho de haber introducido a hurtadillas por un ventanillo de popa, las mudas de ropa nueva compradas por don Melitón en los baratillos de los portales de la Plaza Vieja.

El rayo había caído, y sin embargo, don Pablo Aquiles vivía, sentado en su sillón, paseando sus ojos atónitos de misia Casilda, inmóvil, a las cigüeñas de la pantalla, mudas confidentes de sus cavilaciones, y en esta mirada parecía preguntarles qué era aquello, qué significaba, aquello, porque él, francamente, no lo comprendía... IX Explícate, Casilda, explícatedijo ansiosamente.¿Estás loca o estoy yo idiota?

Millares de hombres dedicaban su vida a cuidar de esas mudas deidades, y se humillaban y atormentaban de un modo indecible para agradarles.

Sigue los avisos de ese mudo delator.

A un lado un estante lleno de libros, y cerca de la ventana el pupitre del escolar, el negro pupitre de estudiante, compañero cariñoso del niño, confidente de sus amarguras, casi testigo de sus triunfos, mudo depositario de sus esperanzas.

Un delicioso rozamiento de dedos al ofrecer el agua bendita de la pila, era lo único que alcanzaba el capitán en aquellas mudas entrevistas en el fondo de alguna iglesia obscura y mal oliente, conmovida por el monótono rugido del canto llano y el murmullo del rezo de las beatas.

Don Fernando salió, el esclavo mudo é inmóbil esperaba, y sin preguntar nada, sin recibir órden ninguna, encaminó al Oidor hasta la puerta escusada de la casa.

Aparece que algunos de ellos, pocos en verdad, no se recataban de las mujeres de su clase, si hemos de juzgar por el desembarazo con que se detenían en la sala de baile y dirigían la palabra a sus conocidas o amigas, a ciencia y presencia de aquéllas que, mudas espectadoras, los veían desde la ventana de la casa.

Apenas supo de Olalla y de su madre, que, laborando en la mies, aparecíanse en la cocina por la noche, mudas y hambrientas, estoicas, impasibles...

Miré de hito en hito a mi amigo, con mudo estupor.

El mayordomo, de pie en la entrada del comedor, puesto de frac con botones dorados, parecía presidir el banquete, sonriendo modestamente, como si agradeciese las mudas felicitaciones del público por el buen arreglo de la fiesta.

El terror que mostraba en su rudo rostro aquel fiel asistente, que mudo y sombrío presenciaba la conversación de los dos militares, demostraba a Alvarez lo terrible de su situación.

Para librarse de los contactos duros, secos, cortantes de la piedra, emplearon el sistema universal, la muda, secretando de su muda gelatinosa un envoltorio, un tubo que va dilatándose á la par que se dilata su carrera.

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