113 Adjetivos para describir político

Y he aquí a mi hombre paseándose por Madrid con las manos en los bolsillos, o viendo correr tontamente las horas en este y el otro café, hablando de la situación ¡siempre de la situación, de la guerra y de lo infames, indecentes y mamarrachos que son los políticos españoles! ¡Duro en ellos! Así se desahogan los espíritus alborotados y tempestuosos.

Para ser un político gallego, lo primero que se necesita es ser pariente de otro político gallego.

Ningún político inglés mal humorado se atrevería a insistir en que nuestra raza está decaída, si cincuenta o sesenta millones hoy, y en lo futuro más millones de hombres, siguiesen hablando la misma lengua, claro testimonio de la persistente vitalidad de la raza.

Lecciones de este género no son inútiles para las ciudades, y el hábil político que en Buenos Aires ha elevado a sistema estos procedimientos, los ha refinado y hecho producir efectos maravillosos.

Convivió en Madrid con políticos influyentes, literatos y todo linaje de artistas.

Para ser un político importante de nuestro país y nuestro tiempo le faltaba la facundia y la petulancia; para un país más adelantado que el nuestro le hubiese faltado la cultura profunda constituída con las lecturas lentas y reposadas.

Fué á La Fontana: entró en el cuarto interior, donde se reunían confidencialmente los principales políticos del club, y no lo encontró.

La muerte sorprendió al personaje en Génova el 11 de diciembre, e ignórase al presente por qué mano fueron a parar entonces aquellos papeles a cierta logia de Milán, que los remitió más tarde a Víctor Manuel como armas preciosas que podían muy bien afianzar en España el trono siempre vacilante de su hijo, atando de pies y manos a ciertos políticos venales, modelo en todas las épocas de deslealtad y de imprudencia.

Sin embargo, yo creo que entre el político gallego y el político catalán hay una diferencia mucho más importante que la del acento.

Con ser un político tan consumado, hubo de convencerse de la imposibilidad de su propósito.

De los Reyes de la Edad Media heredaron los modernos la fea costumbre de vivir rodeados de bufones a quienes toleraban las libertades que no consentían a políticos ilustres ni generales vencedores: sin que fuese esta vileza propia de monarcas genuinamente españoles, sino, a lo que parece, importada por los venidos de fuera.

Fácil es comprender que el Trascendentalismo levantó resistencias y provocó reacciones, mirado por los políticos conservadores como un peligro y por las iglesias tradicionalistas como un semillero de herejía.

Aquel que logra que se levanten dos cosechas en un terreno en el que antes sólo se daba una, merece mayor gratitud del género humano y presta servicio más esencial á su país que toda la raza de políticos juntos.

Clay, dice Roosevelt, estaba sostenido por los mejores elementos del país; mientras que Polk tenía sus mantenedores entre los esclavistas y entre esa clase de políticos viciosos y corrompidos de las grandes ciudades del Norte y de Nueva Orleans.

Los antiguos, ha dicho el mas afamado de los políticos prácticos, inventaron el rio del olvido, al contacto de cuya corriente se desvanecian en las almas los recuerdos de la vida.

Un político célebre, reconocido por uno de los primeros oradores del mundo, el Lord Chattam, empezó por hacer versos, como puede verse en Villemain.

Este último es peor y más ruin que el más interesado buscavidas de los políticos activos.

El mundo particular de los políticos profesionales le inspira terror.

Se estableció Burr en Albany, dedicándose otra vez á ejercer la abogacía; pero se agitaba mucho como político ambicioso y hombre audaz que era, gustando más de perorar en público y de gritar en los clubs que de defender á sus clientes en los tribunales de justicia.

Parece que un político francés ha dicho: «Estamos colocados en la alternativa de atacar a la Revolución española en los Pirineos o de ir a defenderla en las fronteras del Norte».

El ruso, que conocía á los políticos avanzados, le estaba dando cuenta de las gestiones realizadas por Jaurés para mantener la paz.

Hecho esto, el espejo de caballeros, según Pedro López, el integérrimo diplomático, el sesudo político, el anciano venerable y fervoroso que tenía ya un pie en el sepulcro, miró al reloj, enarcó las cejas y despidióse apresuradamente.

estudien los políticos miopes sobre este contraste.

La misma naturaleza de las cosas, decian los políticos exaltados é inexpertos de esa asamblea, se opone á la division del Cuerpo legislativo, pues como la Nacion representada es una sola, uno solo debe ser tambien el cuerpo representante.

Quinantzin dejó por sucesor en el Imperio a su hijo menor Techotlalazin o Techotlala, excelente político.

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