27 Adverbios para describir cómo hunde

El Cachalote, abandonado ya, lleno de agua, comenzó a marchar hacia el fondo de la gruta, dió en una piedra y se hundió rápidamente.

Subieron por ella ayudándose con pies y manos hasta ponerse en lo más alto, y se dejaron caer exánimes de fatiga sobre el rústico diván, que crujió y se hundió suavemente bajo su peso.

Su barraca, deshabitada, sin una mano misericordiosa que echase un remiendo á la techumbre ni un puñado de barro á las grietas de las paredes, se iba hundiendo lentamente.

Se diría que las torres se han bamboleado y se hunden, dulcemente, en la onda taciturna, como si las cimas hubieran producido un ligero vacío en el cielo brumoso.

Cuando no se hunde el mundo por sucesos tales, seguro es que no se hundirá jamás...

El ventisquero que no deja de andar, y cuya hendida masa vibra con estremecimiento continuo, sacude el manto de nieve que lo cubre: aquí y allá se hunden las bóvedas y caen en grandes trozos en las profundidades de las grietas.

Las ruedas se hundían profundamente, en el barro del camino, que corría entre las marchitas hierbas del lodazal, y el agua saltaba a cada instante hasta la caja del coche.

Tomó el tenedor, pinchó una patata envuelta en pebre... y, antes de llegarla á los labios, soltó el tenedor, que cayó al suelo, y se reclinó, se hundió nuevamente en la butaca.

Entonces extendió la mano, clavó su dedo en mi ojo izquierdo y lo hundió completamente.

La requiere por última vez, le exige una contestación definitiva; luego, rápidamente, le dispara un balazo a boca de jarro, o desnuda un cuchillo y se lo hunde ferozmente en el corazón.

Conoció el jóven entonces el error que iba á cometer difiriendo por más tiempo la muerte del impío sarraceno, y levantando su brazo cuanto le fué posible, hundió dos y tres veces el hierro del puñal en la horrible frente de Rodomonte, librándose por fin de tan terrible enemigo.

A ver si hay castellana de leyenda que mejor arrastre la fimbria de su vestido; ni que con más lindo ni mejor calzado pie hunda más gallardamente el espeso vellón de una alfombra; ni cuerpo en que mejor caiga una bata de paño de seda gris con encajes de Bruselas; ni curvas de más valiente trazo para lucir las hechuras de una prenda semejante; ni cabeza más airosa sobre cuello mejor colocado.

Aquella garra le acariciaba la cabeza e instintivamente se hundía en el bolsillo del chaleco por la costumbre de agradecer del mismo modo todas las acciones gratas.

Parece que se ha hundido mismamente el mundo todo de la tierra.

El hombre que subía ahora carecía de agilidad, hundiendo pesadamente sus pies entre las costillas del gigante, como si temiera caerse.

Miró fijamente hacia arriba; pero no pudo ver a la alada criatura, fuese pájaro o caballo, porque entonces precisamente se había hundido en un nubarrón; sin embargo, un momento después reapareció, atravesando la nube por la parte inferior, aunque todavía a gran distancia de la tierra.

Monsalvat se hundió en su asiento, con las manos en la cabeza, sombrío de dolor.

Abajo los blancos cimientos se hunden en las aguas profundas y las algas agarradas al mármol forman una cabellera verde y ondulante.

El acantilado rojo se hundía verticalmente en las aguas ennegrecidas por la sombra ó se resguardaba con desprendimientos de rocas eternamente ceñidas de espumas.

El poeta imagina que acaso cuando en edad remotísima se hundió la Atlántida, no cabiendo su inmensidad en los mares resurgió ó sobrenadó en parte, formando ambas Américas, y separándose así de la parte capital que no se hundió: de España, que había sido y había de volver á ser su cabeza.

En vista de esta revolución, el bien relativo, el estado de libertad y de adelantamiento para las sociedades, que yo fantaseaba como inmediato, se hundió hacia adentro, en los abismos del porvenir, lo menos dos ó tres siglos.

¡Ay! ¡qué diferencia al cabo de dos días! Afortunadamente que la arena se hundía y las enterraba.

Aun cuando en aquel momento soplaban ráfagas de viento tan violentas hacia tierra que un bergantín al largo, muy lejos, se mantenía con todos los rizos tomados, y su casco entero se hundía constantemente fuera de la vista, no había, sin embargo, el menor oleaje, sino simplemente una especie de rápido, corto y enfurecido movimiento del agua en todas direcciones, tanto en sentido del viento como hacia cualquier otro lado.

Sentíase muy desgraciada y hundía desesperadamente la cabeza en la colcha como si quisiera escapar a su amarga obligación fúnebre.

También ahora tiene los ojos abiertos sobre la cabeza gentil de Carmen; pero la niña no juega ni borda en el salón; está en el jardín, hundiendo distraídamente la contera de su sombrilla en las hojas secas amontonadas por los senderos.

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