50 Metáforas para reina

«La serenísima y bienaventurada reina Isabel, dice, digna abuela de V. M., jamás quiso permitir que los indios tuviesen otros señores sino ella y su esposo el rey Fernando.

La reina, á juzgar por las apariencias, no estaba en el alcázar; al menos no estaba en las únicas habitaciones donde podía estar, porque suponer que la reina hubiese salido por las puertas de servicio, era un absurdo; ¿pero no podía haber salido la reina por algún pasadizo semejante á aquel por donde había aparecido el rey?

¡la reina!... ¡dejadme, don Francisco!... ¡aquel paje!... ¡es el amante de la Inés!...

LA REINA (pensativa).¡El amor! , ellas son felices; su canto me alivia y me enoja á la vez.

Pues si el monarca es grato y por ello le recibe bien Lutecia grandiosa, la reina es de soberbia beldad, y Lutecia gusta de las reinas y de las hermosas y se vuelve loca por las hermosas reinas.

Por aquí fácilmente se conoceprosiguió el ministroque hay un partido formado contra y que la reina está a su cabeza.

LA REINA (levantándose y cruzándole el rostro con su guante).¡Ah! ¡eres un cobarde... vendes á la una y reniegas de la otra! ¡

Con la repetición de estas entrevistas en la reja de la ventana, conquista de tal modo la Reina el corazón de su infiel esposo, que, cuando el misterio se aclara, se precipita éste en sus brazos arrepentido y avergonzado.

LA REINA (en voz baja á Gilberto).¿Olvidas ya nuestro convenio?

REINA ¿Es cosa extraña?

Llegando todos donde la reina estaba en medio de sus damas, esperando á Ricaredo, á quien quiso lisonjear y favorecer con tener junto á á Isabela, vestida con aquel mismo vestido que llevó la vez primera, mostrándose no ménos hermosa ahora que entónces.

La Princesa, que estaba sentada a la izquierda del Rey (la Reina estaba a la derecha), le pegó en el codo y le dijo al oido: Papá, no quiero casarme con él, aunque haga el castillo de tres azuelazos; es muy gordo y muy ordinario; impóngale otras obligaciones.

¿Qué dices Reina? Digo que me ha sido muy agradable el que el señor de Couprat besara mi mano, mientras que si fuerais vos... Pero, hija mía, tu pregunta es absurda, y la impresión de que hablas nada significa, ni vale la pena de ocuparse de ella.

La reina Victoria es emperatriz de los mares.

Cuando Felipe V y su corte estuvieron en Sevilla, la reina nombró á Duque Cornejo escultor de cámara en 1732, y al año siguiente de 1733, al marchar el rey en el mes de Mayo, se trasladó el artista á Madrid, en donde solicitó en vano ser nombrado escultor de cámara del monarca.

Este Ríos afirmó delante de don Eugenio que la Reina María Cristina era en el fondo carlista, que creía que su cuñado Carlos era el que tenía la razón y el derecho en la cuestión dinástica, y que estaba dispuesta a entenderse con él.

Tal la Reina abrasada incierta gira: Así tambien en la selvosa Creta Algun vago pastor de léjos tira A cierva incauta rápida saeta; El, que clavó el arpon tal vez no mira; Ella en bosques y valles huye inquieta, Y en vano huyendo de librarse trata, Que va con ella el dardo que la mata.

LA REINA (con enojo).¡Pues bien, haced que vengan! CASILDA (aparte, mirando á la Duquesa).¡Ah! ¡dueña gruñona! LA DUQUESA (persignándose).Dios no se los ha concedido, señora, al soberano que gobierna.

Don Juan, la reina es mi hermanadijo profundamente doña Clara: ella en su alta posición y yo en la mía, al conoceros... oíd desde el principio, don Juan.

La reina es en el hogar como cualquier respetable señora que se preocupa de los menores detalles de su home; sencilla y poco ostentosa hasta llegar a murmurar los descontentadizos cortesanos, de su avaricia.

Estando en esto, llegó un criado del titular diziendo á don Quixote: Señor Caballero Desamorado, mi señor le suplica se venga conmigo á su casa, porque quiere que v. m., la reina Zenobia y su fiel escudero sean sus huespedes y convidados esta noche y en todos los demas dias que á v. m. le plugiere, hasta que se remate el desafio á que le tiene aplaçado.

En todo otro Estado, el papel de príncipe consorte habría sido lleno de inconvenientes y de molestias; pero en Holanda, en donde la reina es el ídolo del pueblo, en donde todo el mundo está con los ojos fijos para velar por su completa tranquilidad y por su dicha, el puesto es de todo punto incómodo.

Un dia, entre otros, observó que la Reina, turbada, impaciente y melancólica, habia mandado llamar dos veces por una de sus doncellas al enano, el cual no se presentaba.

Y bien, Reina, en resumidas cuentas, ¿cuál es tu impresión sobre el monte San Miguel? Que allí, será muy fácil morir de miedo, y enfermar de reumatismo.

Cuando todos se hubieron reunido y la reina estaba como jueza en su trono, se acercó uno, y dijo que habia labrado en su pueblo un hermoso hospital para los pobres.

50  Metáforas para  reina