76 colocaciones para abanicos

Tiene la forma de un abanico, asemejándose al palmito, siendo así que la calidad de la fibra varía mucho en diferentes localidades, y en esta variación consiste la diferencia del costo del sombrero de Panamá.

Y de todos los extremos de la Península, siguiendo rutas convergentes como las varillas de un abanico, estos alegres romeros de la aventura y la ilusión venían a unirse con una firme amistad, tal vez por toda la existencia, al pie de las carabelas y galeones que se balanceaban pesadamente en la desembocadura del Guadalquivir esperando el lombardazo de partida.

Ni más ni menos que en los países de abanico cuyas mitológicas pinturas representan nupcias, se notaba allí que el séquito de la novia lo componían hembras, y sólo individuos del sexo fuerte formaban el del novio.

En los balcones, las señoritas cubríanse el rostro con el abanico, temerosas al par que satisfechas de que las acribillasen con tan brutales obsequios.

Los bandos de palomas mensajeras esponjan blandamente su plumaje en la tarde, que pliega el varillaje de un fúlgido abanico de quimeras.

El movimiento de los abanicos de diversos colores alegraba la vista.

En esos países donde hay siempre margaritas que deshojar, versos ingenuos en los abanicos, novias que juran, desde una reja nocturna, el amor vitalicio de Angelina.

Faltaba la dorada guzla y las vestiduras brillantes y caprichosas para que aquello fuese igual a uno de aquellos paisajes de abanico que tanto gustaban a la niña.

Era un joven que llamaba la atención por la delgadez del cuello que hacía más enorme su cráneo, y por la forma de sus orejas abiertas como abanicos, como si quisieran despegarse.

, tanto que otra diosa no pudo menos de decir á su vecina, al amparo del abanico: ¡Chica, que filadelfio está el tío! ¡Mia que paese un fantoche! Despues, llegaron los novios, acompañados de doña Victorina y toda la comitiva.

La estancia estaba casi a obscuras; por los grandes balcones no se dejaba pasar más que un rayo de luz; se hablaba poco, se suspiraba y se oía el aleteo de los abanicos.

Mi querido amigo: Cuando desde Europa se le ocurre a uno pensar en China, se la representa en su imaginación como una inmensa tela de esos abanicos que llegan allí del Celeste Imperio.

Dióle Currita cariñosamente en el hombro con el abanico, murmurando: C'est drôle; saludó con una monísima cabezadita al amplio círculo de sus ilustres amigas y dejóse llevar suavemente por la Butrón al lado opuesto, sentándose, al fin, junto a la duquesa de Bara y las dos ministras.

: «¡Qué hermoso, Pascual! ¡Qué hermoso!» Se hace un ligero silencio, durante el cual se oye el ruido del abanico al chocar contra el imperdible del pecho.

Casi al mismo tiempo sonó en la obscuridad un rumor estridente de abanicos abiertos: las aves marinas, sorprendidas en su sueño, salían disparadas de entre las rocas para cambiar de guarida.

Aquellos cajones eran para un museo: siempre tropezaba en ellos con alguna cosa rara, antigua, que exhalaba un olorcillo arcáico y discreto, el aroma de los abanicos de sándalo que andaban por allí perfumando la ropa blanca.

En toda la noche cesaron de hablar, cubierta ella la cara con el abanico de seda, sin importarles un pito la representación.

Pero quien quedó asombradoprosiguió Rafael fue todo el mundo, y más que nadie, mi tío, cuando al cabo de nueve meses la Cabeza de Vaca dio a luz un pequeño Santa María, tamaño como un abanico, y que parecía engendrado por una X y una Z, La Cabeza de Vaca se puso más oronda que la de Júpiter cuando produjo a Minerva.

» La señora decía que no con su boca, con su mano, con su abanico...

Luego di por tres veces: génio esclavo del abanico de Fatimah la Santa, ven.

En dos coches se dirigieron todos al nuevo domicilio, y por el camino Torquemada le daba aire á su esposa con el abanico de ésta, diciéndole de vez en cuando: «Eso no es nada: la estupefacción, la emoción, el calor... ¡Vaya que está haciendo un verano!...

El alma perspicaz y cristalinamente femenina del poeta crea deliciosas fiestas galantes, perfumadas escenas, figurillas de abanico y tabaquera que en un ambiente Watteau salen de las pinturas y sirven de receptáculo a complicaciones psicológicas y problemas de la vida.

Puede decirse en resumen que el golpe del abanico surtió en el músico el efecto de una descarga eléctrica cuya sensación, si es dable expresarlo así, podía leerse lo mismo en su rostro que en todo su cuerpo, desde el cabello a la planta.

» Me dio dos golpecitos con el abanico con objeto de interrumpirme, sin duda; pero nada más tenía que decirle, y para no desmentirme abandoné el baile en seguida.

» «Caballerorespondió el malvado pollito: hartas veces se ha divertido usted conmigo, empujándome por detrás y abriéndome la cola, a guisa de abanico, para que se mofaran de todos los que me veían.

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