154 colocaciones para castas

El segundo modo de destruir dichos minerales en tiempo de guerra, es, atacándolos abiertamente con la esperanza de que no puedan resistir, respecto á que, estando atestados de esclavos y gente de castas oprimidas y noveleras, estas alzarian el alfange por nuestra causa y su libertad.

Así sucede que Bilbao o Buenos Aires, Manila o Barcelona, tienen más prejuicios de casta que Toledo, Burgos o León.

¿A qué el reparto desigual de los víveres, la división de castas, la competencia en el trabajo, y sobre todo, la lucha por la existencia, que los filósofos y poetas de la clase explotadora pintaban como una condición indispensable de progreso...?

En el Reino Unido hay un millon de lores y de hombres de gobierno ó de empresa: aquí un millon de poderes; el privilegio portentoso de una casta política, la cual, pordioseando por todo el mundo conocido, hace que todo el mundo conocido la pida limosna.

Y lo de tener carruaje acentuábalo doña Manuela como si fuese la ejecutoria de la distinción, el signo único que marcaba la diferencia de castas.

hallarémos que el mundo antiguo, la humanidad hasta el siglo XIV, no es más ni menos que un órden de cosas creado por la ley de la contradiccion, por la ley de las castas, la ley de arriba declarando pária á la ley de abajo; la ley de un espíritu y de una materia, considerados como poderes antagonistas; como fuerzas radicales contrarias; la ley terrible que convertia al hombre en enemigo del hombre y de Dios.

En el amor y en la compasión por el infeliz linaje humano, sin distinción de castas ni de jerarquías, estribaba aquella moral, pero no tenía un Dios misericordioso.

El cachaco es el tipo simpático, popular, bien nacido (como en todas las repúblicas, hay allí mucha preocupación de casta), con su ligero tinte de soberbia, mano y corazón abiertos.

Era un animal de pura casta cordobesa, lo mismo que el mío.

Esta persistencia del orgullo de casta, aunque envuelto en blandas maneras, era el único ángulo rígido de su carácter, y por este lado llegaba en ocasiones a extremos de dureza e insensibilidad, inconscientemente, y, por lo tanto, sin remordimiento.

Dice así: «En los dos referidos días se dará muerte á 44 toros de las dichas castas, probando fortuna á su braveza de caballo los diestros Cristóbal Ravisco, Francisco Gil y Juan de Escobar; y de á pie los conocidos Juan Miguel, Manuel Palomo, Joaquín Rodríguez y Antonio Albano.

¿Quién podía pensar de veras, que un hombre de su casta fuera capaz de semejante atentado contra Dios, contra el reino, contra su propia honra?

Hizo emprender al rocín un trotecillo presuntuoso, cual si fuese un caballo de casta, y vio cómo después de pasar él se asomaban á la puerta Pimentó y todos los vagos del distrito con ojos de asombro.

Trújome la mano por el lomo, abrióme la boca, escupióme en ella, miróme las presas, conoció mi edad, y dijo a otros pastores que yo tenía todas las señales de ser perro de casta.

La isla de Luzón, la que constituye el extremo N. de aquellos territorios, requeriría por sola un grueso volumen si hubiésemos de dar somera idea de las castas que la pueblan, de su territorio y de la inmensa riqueza minero-forestal con que la naturaleza le ha dotado.

Porque estas quisicosas son ingénitas en la mujer de todas castas y latitudes; y puestas todas ellas en una misma situación, todas, salvo las diferencias de lugar y de estilo, vienen a escarbar en el mismo terreno y con los propios fines.

Tan pronto como el hombre entra en su desarrollo en el estado contemplativo (contemplative stage), lo que ya sucede en épocas muy remotas bajo el régimen social de las castas, empieza a desenvolverse el interés psíquico o trascendental.

Tu padre no salió jamás de su tierra, y ha sido la honra de su casta.

Esta es una de las pocas cosas que son verdad: la fatalidad de la casta.

» »Y á un hombre de tal temple, á un hombre que tiene el fanatismo santo de su casta, que no vacila en morir cien veces por ver realizada una rehabilitación que el siglo cree imposible; á un hombre que no es de estos vanos creyentes del día, superficiales y corrompidos ni sabe mirar con indiferencia las cosas de Dios y del corazón, le dice usted: «

Los hombres como Pepe Guzmán, no sirven para lo que tiene que servir aquí tu marido; y aunque sirvieran, no querrían, porque los ejemplares de esa casta... no se enamoran para casarse.

Aquel achaque de algunas provincias de nuestro país, no procede tanto del clima, ni del genio de nuestra raza, raza tan activa, tan enérgica, tan creadora; la raza de Aténas y de Roma absorbiendo al mundo; no procede tanto de ese orígen, repito, como del cruzamiento de castas diferentes, de sus tradiciones y de sus hábitos.

Si esta elevada naturalización no se consigue, el que va a París no goza en París sino de lo que se paga; se queda aislado o desnivelado, sin llegar a vencer la prevención, si a veces algo justificada, siempre fatua, de que él es un ser retrasado en la marcha ascendente de la humanidad hacia las regiones de la luz: un individuo de una casta o nacionalidad inferior, y un bárbaro en suma.

; pero si el linaje de Morton aparecía confuso por los enlaces con castas alemanas y holandesas, el de Spinoza conservábase puro, y siguiendo su clara genealogía, podían los últimos vástagos de él remontarse hasta Daniel Spinoza, judío de Córdoba, comprendido en la proscripción de 1492.

Esta inesperada y maravillosa trasformacion, presenta el espectáculo interesantísimo de una casta que conquista á otra casta, de un fausto que sucede á otro fausto, de una pompa que se pone en lugar de otra pompa.

154 colocaciones para  castas