50 colocaciones para reverencia

v. [cap] Cubrir la cabeza; saludar á uno, quitarse la gorra en señal de reverencia.

El Sr. Dimmesdale era un verdadero sacerdote, en la significación vasta de esta palabra: un hombre verdaderamente religioso, con el sentimiento de la reverencia muy desarrollado, y con un género de inteligencia que le obligaba á no desviarse de los senderos estrechos de la fe, que cada día se volvía en él más profunda.

La hermosa condesa tembló ante la perspectiva de crearse tan tremendos enemigos, y de tal modo perdió la serenidad, que mirando al impasible padre Claudio con aire propio de quien pide compasión, le dijo humildemente: Estoy dispuesta a cumplir las órdenes de vuestra reverencia.

Al oír esto el portero abrió de par en par la puerta, quebrándose el espinazo a fuerza de reverencias y exclamando:Ilustrísima vuecelencia, tenga Vd. la bondad de perdonarme si le he hecho esperar un poco, que yo ignoraba que era Vd. Ya hemos recibido noticia de la llegada de su excelencia.

Los padres tomaban mucho empeño en instruir á sus hijos, sobre todo en infundirles máximas de respeto á la ancianidad, de reverencia á los dioses y de honra á sus padres.

Besábale la vieja el anillo con gran reverencia, pero a continuación le hablaba como a un individuo de su familia, faltándola poco para tutearle.

Perduran los comentarios de aquella boda y aun se refieren sus detalles, con sigilo dramático y escandaloso, a la vez que se envuelve a los protagonistas en un aura de reverencia y estimación, y se guarda su memoria entre las más queridas del país.

Le miraron a la cara con reverencia, como si hubiesen mirado al cielo.

«Dime, Padre común, pues eres justo, ¿Por qué ha de permitir tu providencia Que, arrastrando prisiones la inocencia, Suba la fraude a tribunal augusto? »¿Quién da fuerzas al brazo que robusto Hace a tus leyes firme resistencia, Y que el celo, que más la reverencia, Gima a los pies del vencedor injusto?

No hay cosa más incómoda en semejantes circunstancias que las reverencias del respeto.

Su apariencia de autoridad le hacía ser respetado por todos los individuos de la Orden, y de aquí que pudiera vivir con relativa tranquilidad, confiando en la adhesión del hermano cocinero, que preparaba la comida de su reverencia por sus propias manos.

María se sonrió blandamente al ver entrar el soldado; éste, contento con tal distinción, bajó humildemente la cabeza con tanta cortesía como reverencia, y al alzarla se encontró con la vista de Muley, que lo miraba con ojos de desprecio y de una cólera mal reprimida; pero el soldado, con gran enojo de algunos y mayor maravilla de todos, no huyó su rostro de tan feroz mirada, antes bien la provocaba con su gesto maligno y burlador.

Por supuesto los ojos bajos, la cabeza inclinada y todo el cuerpo profundamente encorbado, completaban el cuadro de la más abyecta reverencia.

Tuvieron en toda esta tierra otro dios en grande reverencia, y era el dios del agua, que llamaron Tlaluc, á quien ofrecian muy costoso sacrificio como se dirá.

Yo hago lo mismo... Y todavía cruzamos una media docena de reverencias, queriendo cada cual ser el último.

¿Pues á quién? Al diablodijo la Sarmiento, haciendo una especie de reverencia.

En la víspera de esta fiesta venian los Señores al templo, y traían un vestido nuevo, conforme al del Idolo, el cual le ponian los Sacerdotes, quitándole las otras ropas, y guardándolas con tanta reverencia, como nosotros tratamos los ornamentos, y aun mas.

Comprendo que lo que hice anoche no puede ser del gusto de vuestra reverencia, y que forzosamente me ha de odiar usted; pero, ¿no habría algún medio de que nos entendiéramos?

No había yo imaginado, ni remotamente, nada que fuese en perjuicio de la honradez y caridad de vuestra reverencia, pero el maldito amor propio, herido por el despego que hace algún tiempo me mostraba usted, ha sido la principal causa de que yo haya hablado de un modo irrespetuoso.

Te miro asombrado, sencillamente; creí que ibas a formular una protesta de respeto, de reverencia para las madres y vi en seguida que me equivocaba... una vez más.

Sospecho que las últimas palabras del digno cura encubrían una sátira; fuí, sin embargo, bastante jesuíta para aparentar que las recibía como un fino cumplido, y, quitándome el sombrero, me despedí haciéndole infinidad de reverencias.

El alcalde del crimen reclamó, en los primeros días, la persona del delincuente; pero fuese que Mariquita meditara que, aunque ahorcaran a su enemigo, no por eso había de recobrar la perdida trenza, o, lo más probable, que el influjo de su reverencia alcanzase a torcer las narices a la justicia, lo cierto es que la autoridad no hizo hincapié en el artículo de extradición.

Luego, el ruido de las llaves de su reverencia.

Después de remover las brasas y de acariciar al gato, que fué a frotarse cariñosamente contra sus piernas, fijó su vista en el otro jesuíta, que desde la llegada de su reverencia se había quedado inmóvil y con la cabeza baja, como si esperara para seguir trabajando la orden de su superior.

Mirad, pues, con temerosa y merecida reverencia la majestad de este senado, porque así tengáis un baluarte defensor de vuestra ciudad y patria, cual no lo tiene pueblo en el mundo, ni se hallaría entre los Escithas ni en la tierra de Pélope.

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