470 oraciones de ejemplo con silueta

A poco de abandonar la estación, dibujarse en las sombras de la noche la silueta de la enorme mole que constituía la famosa hacienda de San Javier.

Y esta silueta, borrosa al principio, fué definiéndose rápidamente, permitiendo darme cuenta, primeramente, de la alta chimenea del ingenio, después, de la gallarda torre y esbelta cúpula de su iglesia, de las troneras de las azoteas y, en fin, de todos los principales detalles del edificio.

Poco o nada habíamos hablado, y suponiendo que Antonio me enseñaría al día siguiente todos los pormenores de la hacienda, me abstuve de hacer preguntas; pero, al entrar en el enorme patio, o más bien plaza, que había delante del edificio, me sorprendió de tal manera la extraña silueta de un hombre sobre el pretil de la azotea, que no pude menos que exclamar: ¿Quién es ese individuo que espera tu llegada en tan estrambótica postura?

Sólo una débil claridad exterior daba cierta fluorescencia azul á los vidrios, destacándose sobre ellos la silueta inmóvil de Elena.

Como Bruto a la silueta de César en la tragedia shakespeariana, digo a la sombra incorpórea del excelente don Amaranto: ¡Speak!¡Speak! Y la sombra rompe a hablar, con la propia gracia y penetración que hace tantos años me deleitaban: ¿Vas a describir la Rúa Ruera?

Mas, porque no me importune nuevamente la silueta magistral e imperiosa del admirable don Amaranto, me doblegaré esta vez a seguir su pauta.

De mis labios se escapaban las más bellas estrofas de mi poeta favorito; mi mano trazaba en la tierra rojiza un nombre amado, y entre las sombras que bajaban en tropel hacia la llanura creía yo ver la silueta donairosa de gentil doncella.

¡Ya probarían lo bien que sabe! Se le presentaban estas ideas a medida que adelantaba por la calle de la Sastrería, calle torcida, mal empedrada, en cuyos adoquines tropezaba de vez en cuando, mientras la luz vaga de los faroles del alumbrado público, proyectándose un momento, arrojaba a las paredes blanqueadas de las casas su silueta furtiva, de líneas desfiguradas, fantasmagóricas, prolongadas por la funda del pañuelo.

Cuando se irguió, le conocí, a pesar de hacer seis meses que no le veía: era el concurrente a las antesalas del Ministerio del Interior, el visitante del mayordomo, don Tomás Regnier, aquel hombre cuya miseria tanto me había llamado la atención en mis horas de guardia, frente a la puerta de la sala de espera y cuya silueta he presentado al comenzar estas Memorias.

Apenas si alcanzaba á distinguir la silueta del sumergible.

Durante mucho tiempo, su melancólica silueta quijotesca ha sido la pesadilla de golillas y de ministriles.

La niña se presentaba tal cual era: la silueta fina y esbelta, los movimientos vivos, la nariz ñata y maliciosa, los cabellos de un rubio rojizo, carnosos labios, ojos claros, velados por negras pestañas...

Nada más sabemos de Camila Lucinda; "aparece con silueta poco precisa en las obras de Lope", se dice en la biografía de los señores Rennert y Castro.

La batelera bajó a la orilla y por ella se fue rozando el agua hasta desaparecer enteramente su silueta de la vista de nuestro joven.

Distinguía perfectamente su arrogante silueta en el cuadro luminoso del balcón, entre las otras figuras negras que iban y venían curiosas y alborozadas por el inesperado arribo.

El Carolino se detuvo, creyendo reconocer á alguien en aquella silueta que bañaba la luz del sol.

Los había de todas castas, figuras y colores: unos de elegante silueta, bien alimentados; otros churretosos y con largas lanas; pero todos guardaban igual silencio, sin un ladrido, sin el menor rezongo, graves e inmóviles, como soldados que presienten la proximidad del combate.

Alejábanse las cuadrillas, marcando su obscura silueta sobre el blanco del camino.

Usted mismo lo acaba de poner de manifiesto asimilando la de Bernardo de Palissy, un artesano, a la de Kepler, un sabio... Por lo demás, toda la alegría de éste descubriendo la órbita de los planetas es corta si se compara a la de un joven enamorado descubriendo la silueta de su novia al través de la reja en una noche de estío.

Enfrente, el venerable Stambul recorta su silueta negra de cúpulas y minaretes, sobre un cielo esfumado, en el que brilla pálida la luna menguante.

Cruzaban coches, caballos, carros, gritaban los vendedores ambulantes en las aceras, había una baraúnda ensordecedora... Al final de una calle, sobre el resplandor cobrizo del crepúsculo, se recortaba la silueta aguda de un campanario.

Laguardia tiene la silueta hidalguesca, arcaica y guerrera.

Primero compartía el mérito con Simona; después fué un simple auxiliar; luego «había llegado tarde»; por último, su silueta, lentamente borrosa, se extinguió como la de un fantasma.

Tenía mucha miedo a que en su imaginación se volviese confusa y casi irrecordable la silueta de un hombre.

Necesitaba ese reconocimiento de su silueta en el que toman parte las dos manos, bajando paralelas al contorno femenino, reposando sobre las caderas y como palpando así la esférica voluntad planetaria que hay en ellas.

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