29 colocaciones para mimar

Las mimaba tanto o más que a sus hijos.

Se distraía cuidando y mimando a los niños de sus hermanas, a los cuales quería entrañablemente; pero siempre había entre ella y sus sobrinitos una distancia que no podía llenar.

Conceptuábame como el último representante masculino de una raza fecunda en caracteres, y me acariciaba y mimaba como á un chiquillo, á pesar de mis treinta y seis años.

Costancita, que mimaba las flores, los canarios y hasta las joyas y las telas insensibles, ¿cómo no había de mimar, cuidar y arrullar y contentar á un marido tan bueno, tan providente, tan servicial y tan pródigo?

La concurrencia crecía cada año, y era forzoso apelar al reclamo, recibir y expedir viajantes, mimar al público, contemporizar y abrir cuentas largas a los parroquianos, y singularmente a las parroquianas.

Y los corifeos del dios ventrudo y coronado de pámpanos, del dios de los árboles frutales y las viñas, cantaban su canción báquica, narrando hechos y casos... Thespis, el «divino» creador, inventó entonces la sustitución del coro por un hombre viviente, de carne y hueso, que simulara y mimase los hechos y los casos.

Ella y su hermana se habían puesto de puntas por una tontería, porque Jacinta mimaba demasiado a Pepito, nene de tres años, el primogénito de Samaniego.

Quiso vencer el corazón de su esposa y no perdonó medio para ello: la colmó de atenciones, mimó sus gustos más insignificantes, viviendo por varios meses en perpetua congoja, en una verdadera fiebre de esperanzas, tan pronto vivas como muertas.

Cual princesa encantada, eres mimada por un hada de rosado color.

En esta victoria hallaba algo personal, que mimaba su orgullo.

¿Por qué, cuando oigo que le miman y le cantan y le saltan en brazos, rabio interiormente porque no me hagan á lo mismo?

Amaba Regina á su hermano con pía ternura; le mimaba como á un chiquitín; tenía para él condescendencias protectoras y entrañas maternales.

Cuidaba y mimaba á su marido con gran cariño y él la seguía en sus idas y venidas por las habitaciones, con unos ojazos que revelaban la ternura del agradecimiento.

Y Aresti, en su exaltación, mimaba la escena, al mismo tiempo que la describía de viva voz.

Yo me he tenido la culpa por haber mimado tanto a una criatura ingrata, a una perversa que se goza hiriendo a su padre en el corazón.

Ella, en tanto, hoy mimaba a Juan, mañana prefería a Pedro, igual cariño profesaba a los dos, pero cariño ciego, vacilante, inseguro, como si viviese condenado a la incertidumbre de su propia sinceridad.

Ella y su hermana se habían puesto de puntas por una tontería, porque Jacinta mimaba demasiado a Pepito, nene de tres años, el primogénito de Samaniego.

No pregunta de dónde saca ella dineros y entusiasmos para mimar a su prima; supone vagamente que el párroco la ayuda por compasión, y finge, como Olalla, no comprenderlo, algo confundidas ambas entre flojos estímulos de vanidad y gratitud...

Visanteta a la cocina, a dar a la comida el último punto, y ella al salón, a mimar al hombre temible y preparar el golpe para después de la sobremesa.

Las recetas de estos elegantes caballeros suelen ser más anticuadas que sus levitas, siendo la más corriente de todas no hacer nada, sino devengar honorarios, y que la naturaleza obre por sola; y así, los que son jóvenes y fuertes y no sufren dolencias muy graves, son mimados por la Naturaleza y se curan por su vis medicatrix, que, cuando no se la estorba, suele producir curas maravillosas.

Ni desconyuntó el verso francés; ¡y era revolucionario y simbolista! ni mimó a Mallarmé; ¡y era decadente...! ni ostentó la escuadra de plata y la cuchara de oro de los impecables albañiles del Parnaso; ¡y era parnasiano! Lo único que le denunciaba su filiación era un cierto perfume de Baudelaire; pero un Baudelaire tan sereno y melancólico... Al comenzar vimos cómo era el alma del poeta, es decir, la mujer, la inspiración.

Atraíase a las madres mimando a los chicos, particularmente a los más pequeños; y, semejante al león audaz que acariciaba antiguamente al cordero con tanta magnanimidad,[20] solía sentarse con un chico en las rodillas mientras mecía con el pie la cuna de otro por varias horas.

Le respondo a usted de que estoy bien guardada, pues la buena señora no me mima, furiosa como está por el ascendiente que voy tomando en la casa.

¡puede alabarse de ser mimado por la fortuna!...

Trataba a Isidro con el cariño de siempre, le cuidaba y mimaba con aquella adoración que hacía de ella una devota más que una amante, pero tenía crisis de inexplicable tristeza, que parecían contagiarle a él.

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