50 colocaciones para oleaje

Á un tiempo oigo el acompasado y casi imperceptible susurro del viento entre las hojas de los árboles, el ruido lejano de agua corriente, el acento festivo de unos niños que juegan, y el clamoreo confuso que nos anuncia la proximidad de una gran poblacion, como el sordo rumor del oleaje nos anuncia la cercanía del Océano.

Los silbidos del viento, al pasar por entre las peñas, y el ruido del oleaje al batir en las escolleras, bastaban para impedir que pudiera sentirse la aproximación de un ejército de salvajes.

» «Al empezar el acto segundo, el viento habia cambiado y el mar hacia oleaje.

o Héroe, siente llegar a su oído, entre los himnos sonoros, cual de la mar a la orilla, el murmullo profundo de un oleaje de almas.

Había arrojado al agua todo su lastre para lanzarse como un rayo al oleaje de la contemplación pura de lo ideal, cuando sintió ruido, un rumor que le hizo temblar, como la cuerda tirante en los altos topes tiembla en la horrible trepidación del huracán: era un ruido de traje de mujer mezclado con un suspiro.

A seis metros de profundidad, se mueve un barro negro con incesante oleaje.

Se arremolinaba el aire á espaldas de las baterías con oleaje furioso.

A derecha e izquierda, tan lejos como la vista podía abarcar, extendíanse, semejando los baluartes del universo, hileras de pavorosas rocas negras y escarpadas, cuyo lúgubre aspecto se realzaba poderosamente con el bramido del oleaje que estrellaba contra ellas su blanca y fantástica cresta, aullando y lamentándose por toda la eternidad.

En mi huesoso y movedizo semblante estallaba la carcajada como el oleaje en el mar azotado por la brisa.

Percibíase desde la Garbosa el choque del oleaje sobre los acantilados,

Acteón contempló desde esta altura la inmensa ciudad, como un oleaje de tejados entre las siete colinas, invadiendo las alturas y esparciéndose por las profundas depresiones del terreno.

Se retuerce como un animal bajo el empellón continuo del oleaje; suspira, lanza quejidos, silba.

Así como avanzaba la mañana aumentaba el hormigueo en torno de las rocas, que, vistas de lejos, destacábanse como escollos sobre el oleaje de cabezas.

Se ve el lejano perfil de una costa por estribor, y los emigrantes abren los ojos asombrados al oír que ya no están en el mar, que este espacio infinito de agua, con su oleaje tempestuoso, es un río, el famoso río de la Plata.

En la oscuridad los entintados montes componían una especie de oleaje inmóvil.

adentro cogidas de la mano, y pronto se las vió nadar, agarradas también, envueltas en la espuma del oleaje.

Las barraquetas de los bañistas, con sus muros de lienzo pintado y sus techumbres de caña, formaban en correcta fila ante el oleaje, empavesadas con banderas de todos los colores, rotuladas con extravagantes títulos, y ostentando, además, en el vértice, monigotes, miriñaques, barcos, muestras grotescas que distinguían el establecimiento para evitar errores.

Indudablemente habría sido mucho antes, entre la agitación y los empujones del gentío; pero esto no impidió que la señora siguiese con la mirada iracunda el grupo sucio, maloliente y miserable que se alejaba, anonadado por el hambre y la pena, entre el oleaje de alimentos y de general alegría.

Oculta estaba la ribera tras el hervor del oleaje; pero las peñas del arrabal, escalando el horizonte obscuro, se dibujaban sobre el fondo gris del cielo con la robusta crudeza de un agua fuerte.

Tengo por seguro que con el ejercicio del pensar se desarrolla el cráneo, por la hinchazón de todo el oleaje que hay dentro... (Riendo.

Tantas tempestades secretas no fueron, sin embargo, infructuosas: algo trascendió de ellas, algo dejó aquel hondo oleaje de rencores en las playas tranquilas de la conciencia; y fué que don Gil, sin conocer personalmente al señor Frasquito, experimentaba la necesidad de no separarse de él.

Seguían los tiros, las aclamaciones delirantes a San Bernardo y sus hermanas, y rodeado de un nimbo rojo por el resplandor de las antorchas, saludada en cada esquina por una descarga cerrada, iba navegando la imagen sobre aquel oleaje de cabezas azotado por la lluvia que, a la luz de los cirios, tomaba la transparencia de hilos de cristal.

En el gran puerto de Cádiz numerosos barcos de todos portes cabeceaban furiosamente á impulso del oleaje.

Era otro panorama; estaban a espaldas de la sierra; montes rojizos, lomas monótonas como oleaje simétrico se extendían cerrando el horizonte a la izquierda de la vía.

Allí me harté de registrar con los ojos cuanto había al alcance de ellos... ¡y nada! Debajo y á todo lo largo, á derecha é izquierda, un puro peñascal, casi á pico, y un machaqueo de oleajes contra él, que metía miedo; cosa de un cuarto de legua mar adentro, un islote muy grande y muy descarado... y después las aguas sin fin.

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