50 Metáforas para alegría

Don Alonso de Rivera al ver á Don Pedro tan contento tuvo miedo; aquella alegría era de mal agüero para Blanca, y por consecuencia para él.

Alegría del pueblo, eres mi alegría.

Menor alegría es para los amantes la plenitud del goce que extingue el deseo, que la miseria llena de esperanza.

Desde entonces la alegría de Freire fue en aumento cada vez que se sentaba a la mesa con Barragán.

Pues... querida hermana, la alegría es una bendición de Dios.

Pero ¡esta pobre alegría nuestra, es como borrachera de olvido!...

Sus alegrías eran bulliciosas y pueriles hasta rayar en ridículas.

Y este presentimiento, por ser de cosa mala, vino a cumplirse al cabo, porque la alegría inquieta fue como una combustión oculta que devoró la poca vida que allí quedaba.

La alegría que en los últimos momentos habíamos mostrado era una comedia destinada a divertir de su aflictiva situación el espíritu de nuestra amiga.

Imagino que la alegría debe ser la compañera de la virtud; lo mismo opinaba Santa Teresa, como usted debe de saber.

La alegría que sienten es comunicativa: quien les mira se ríe; no son beodos que inspiren miedo ni repugnancia, ni dan asco; su borrachera tiene ese algo respetable que merece el placer ajeno siendo inofensivo.

* * * * * Vive siendo el reflejo del puro cielo, Y si álguien te recuerda la pena mia, Dile, Emma encantadora, que tu alegría Fué mi consuelo.

La alegría estaba en todos los corazones viva y profunda.

La alegría no es una cosa á la cual se da cuerda, como á los relojes.

Grande alegría les darías si pudiesen saciar en ti su venganza, porque fuiste quien les preparó la garduña en que cayeron.

Al dia siguiente, poco ántes de la hora de la comida, decia Alegría á D. Silvestre, que los juéves semanalmente les acompañaba á la mesa: Madre ha tomado un criado, que solo su merced es capaz de apreciar.

Si alguna vez se reunían en un salón las grandes familias, quedaban las jóvenes á un lado y los muchachos á otro, mirándose de lejos, como si la alegría expansiva de la juventud fuese un delito y el amor una monstruosidad.

Estefanía sintió en extremo mi fuga y tuvo mucho gusto de verme; pero su alegría no fué sin desazón.

Pero su alegría fué de corta duración; la niña nació enferma, y al cabo de dos o tres semanas se puso tan flaca que no cupo duda de que viviría poco tiempo más.

, si en lo más vivo del alma ejecutas tu rigor? Hoy la mayor alegría y el mayor pesar me has dado; de dichoso y desdichado soy ejemplo en solo un día Pero quizá Anarda bella no tiene al Príncipe amor.

Tal vez enfermase, para que todos en la isla la compadeciesen, y sin embargo, su alegría era inmensa, la alegría de una venganza incubada durante muchos años, viendo a un Febrer, al hijo del hombre odiado, sumido en lo que consideraba la más afrentosa de las deshonras... ¡Y él, empujado por las angustias de la ruina, tendría que proporcionarle este placer casándose con la hija de Valls!...

«Aquella alegría, aquella exaltación que la habían llevado... al crimen, a la infamia de una traición... eran una enfermedad; Ana podía morir de repente cualquier día; una impresión extraordinaria lo mismo de dolor que de alegría, mejor si era dolorosa, podía matarla en pocas horas...».

La alegría inquieta y locuaz del buen señor era como el entusiasmo de un niño á quien entregan un juguete nuevo.

Aquí todo va al revés del mundo: si por fuera está la fealdad, por dentro la belleza; la pobreza en lo exterior, la riqueza en lo interior; lejos la tristeza, la alegría en el centro: que eso es entrar en el gozo del Señor.

Se dirá, y es cierto, que la alegría no es la felicidad; pero si el estudio de ésta presenta dificultades insuperables, ofrece menos el comparativo de la desgracia, sobre todo si la observamos donde aparece en relieve, en la desesperación suprema que conduce á la muerte voluntaria.

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