74 oraciones de ejemplo con atronado

Poco tiempo pasó, quando un ruido Se oyó, que los oidos atronaba, Y era de perros aspero ladrido.

Sobre todo, el martillo atronaba la casa.

Don Víctor atronaba el mundo a martillazos.

Y la cantaora rompió en una soleá, con una voz aguda y poderosa, que después de hincharla el cuello como si éste fuera a reventarse, atronaba la sala y ponía en conmoción a todo el cortijo.

En una vieja casa de la vereda norte de la cuadra de Victoria entre Bolívar y Perú se agolpaba la muchedumbre, y de cuando en cuando un cohete volador que partía desde el interior de la casa, atronaba los aires.

Aquellos mármoles desnudos, aquellas formas tan correctas, eran un ideal que resucitaba, que se hacía necesario, porque la Edad Media había atronado la forma, había roto la proporción y este mal tenía que desaparecer.

Á nuestro joven, no obstante, aquel débil murmullo le atronaba los oídos como el estampido de cien cañones, á juzgar por el susto y espanto pintados en sus ojos.

Había algunos en que, sin motivo alguno tampoco, parecía extremadamente alegre, atronaba con sus gritos la casa, embromaba á su mamá, á su primo, á todos los que frecuentaban la casa, y se mostraba en sus chistes más atrevida que otras veces.

Ora atronaba el espacio con una cascada de notas fuertes y vibrantes que llegaban á producir mareo, ora desfallecía y se dejaba arrastrar al tono más suave y apagado.

Los golpes que se dirigian, ora se dieran en vago, ora sobre seguro, resonaban en el aire y su eco atronaba el espacio.

Semejantes razones subyugaban y exaltaban a aquellas gentes crédulas y sencillas, y doblaban su brío; así es que el clamoreo y alharaca ensordecía y atronaba el aire.

Luego que entró en el cuarto de Arsenia, fué precipitadamente a abrazar a todas las comediantas y comediantes con mayor intrepidez y algazara que el mozalbete más atronado.

Del amor van condenados Los galanes á galeras, Que nos tiran por troneras Motes que son atronados.

Despues de haber visto pasar seguidos unos cuantos, repletos, henchidos, acompañados de aquel ruido infernal, teneis vértigos, de atronados los oidos, de mareada la cabeza, como si hubierais rodado, á manera de peonza, en vals infernal.

En aquel pequeño local cubierto de estiércol y flanqueado por los cuartos donde los sementales esperaban, atronaba la polifonía de los graves rebuznos, la estridencia bélica de los relinchos, el golpear de los aciales sacudidos, la temible impaciencia con que los brutos rijosos pateaban el suelo.

Ya veis que el negocio es de interés para un pueblo, que como el Argentino, al cual tenemos el honor de pertenecer, nos atrona todos los dias los oidos hablándonos de libertad,de institucionesetc.

Despeñado un Torrente De un encumbrado cerro, Caía en una peña, Y atronaba el recinto con su estruendo.

Pasaban y Al-hamar las percibía Pasar, sin concebir su rapidez, En más vertiginosa fantasía, En más confusa y tumultuosa orgía, Más juntas, más veloces cada vez: Y atronado su espíritu cedía Á la impresión fatídica, y corría Frío sudor por su morena tez.

La claridad tenue de la luna iluminaba el campo yermo, desnudo y seco; un mastín, a lo lejos, atronaba el aire con sus ladridos.

Su voz corpulenta y estentórea atronaba la clase y sonaba en nuestros oídos cual rugido de león.

El fragor de la batalla atronaba el aire, y se oía el relinchar de los caballos y el quejido de los hombres moribundos, y los espectros daban alaridos por las calles.

Harto será, que, quando le pareció oír esto, no tuviesse arromadizados los oídos, ó á lo ménos atronados con el sonido de la Tuba magna, de cuyos estruendosos ecos da muestras de gustar mucho en varias partes del Méthodo, pero con mas especialidad en su furiosa Respuesta á las reflexiones de Fray Arsenio de la Piedad.

Allí hubiéradeis topado hidalguías de á par de Deus, solares de antes de Adán, enamorados perenales, poetas atronados, aunque ninguno aturdido, músicos de quita allá, ángeles, ingenios prodigiosos sin rastro de juicio.

Cuando no tenía el pezón en la boca, estaba consagrado exclusivamente á la ejecución de un interminable solo de clarinete que atronaba la casa.

Bien era algo atronado, y en aquella sazon estaba en un pueblo suyo que se decia Tula; y á este cacique, segun decian, le venia el reino de Méjico despues del Montezuma; y como le llamaron, envió á decir que no queria venir ni dar tributo; que aun con lo que tiene de sus provincias no se puede sustentar.

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