183 oraciones de ejemplo con ardorosos

Sus ojos eran medio cerrados y pequeños, pero muy vivos, formando armoniosa simetría con sus labios delgados, largos y elásticos, que en los momentos más ardorosos de la conversación avanzaban formando un tubo acústico que daba á su voz intensidad extraordinaria.

De tal modo perseguían aquellos ardorosos paisanos a los franceses, y con tanta rapidez se dispersaban para evitar ser atacados, que a los invasores les era de todo punto imposible estar tranquilos un solo momento.

Mucho me dieron que reír los articulitos de Porras, quien, bajo el seudónimo de «Canta Claro», hizo gala de sus saberes y dió cada felpa a los ardorosos discípulos de Allán-Kardec, que Dios tocaba a juicio.

Isabel Cordero, que se anticipaba a su época, presintió la traída de aguas del Lozoya, en aquellos veranos ardorosos en que el Ayuntamiento refrescaba y alimentaba las fuentes del Berro y de la Teja con cubas de agua sacada de los pozos; en aquellos tiempos en que los portales eran sentinas y en que los vecinos iban de un cuarto a otro con el pucherito en la mano, pidiendo por favor un poco de agua para afeitarse.

Bermúdez ya no daba vueltas por el gabinete: se había detenido delante del boticario; y a pie firme y con la cabeza algo gacha y la mirada de su único ojo clavada en los humedecidos de él, escuchaba sus ardorosos razonamientos.

Porque es lo cierto que no subíamos a una altura ni bajábamos a una hondonada sin que el médico hiciera ardorosos panegíricos de lo que se veía desde arriba o desde abajo.

Y a París la llevaron en esta situación de ánimo, sin alegría y sin penas, no contando las lágrimas que la arrancó del fondo del corazón el desconsolado llorar de la niñera, en cuyos besos de despedida, ardorosos, resonantes y mezclados con el llanto de sus ojos, sentía palpitar el alma entera de la noble guipuzcoana.

Este se dejaba manejar impasible por las manos que se lo disputaban, mientras las bocas le sorprendían con ardorosos contactos en las mejillas y el cuello.

Se replegaba por educación, huía de él porque este es el deber de una joven cristiana y bien educada; escapaba como una cabrita con graciosos saltos por entre las filas de naranjos, y el señor diputado salía detrás a todo galope con las narices palpitantes y los ojos ardorosos.

El sol la bañaba con sus rayos oblicuos, pero vivos aún y ardorosos.

Aquellos brazos le apretaban como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corría por todo su rostro, sin tregua.

Otros, más jóvenes ó más ardorosos, despertaban á la vista de estas dos mujeres elegantes.

Los reconoció al fin; eran marineros de los Estados Unidos, un batallón de fusileros de la flota que iba á Italia para que la bandera de las rayas y las estrellas representase á la gran República en las cumbres de hielo de los Alpes y en los pantanos ardorosos del Véneto.

También en aquella lobreguez la veía, creyendo sentir en su cuello el roce de los turgentes brazos y en sus labios ardorosos aquel fresco beso que le había despertado de su desvanecimiento el día de la primera misa.

Cuando lo escuchamos, sin saber por qué, viene á nuestra mente el recuerdo punzante de una flor que hemos deshojado, ó el de una voz que nos cantaba al oído cuando niños para dormirnos, ó el de unos labios ardorosos que rozaron nuestra mejilla en otro tiempo, ó las notas suaves, tiernas, purísimas de la metafísica neo-kantiana.

En la guerra, generalmente, los novatos suelen ser más ardorosos y más decididos en el ataque.

La proposicion gustó en extremo á aquellos jóvenes ardorosos.

Fernando dió un paso hacia ella... otro... y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban á su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve... y vaciló... y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.

El Sud, por el contrario, es la región de los vientos ardorosos.

Miramón, que no quería fatigar inútilmente a sus soldados obligándoles a marchar expuestos a los ardorosos rayos del sol, resolvió no salir de Méjico hasta la caída de la tarde.

Bertuco devoraba á las mujeres con ojos ardorosos, imaginando la desnudez plena por las sugestiones que le ofrecían pliegues, caídas y adherencias del ropaje; acechaba una pierna que en fugitivo movimiento se mostrase, un brazo arremangado, la hendedura y suave henchimiento de un descote...

Pero él, devorado por ardorosos apetitos, huyendo egoístamente del deber, había querido ser rico, vivir descansado, siguiendo tortuosas sendas, despreciando los consejos de su padre, que adivinaba el peligro; y de la pereza sin dignidad, había venido á caer en el crimen.

Las eternas nieves de los montes, la altura de las mesetas y las muchas aguas corrientes templan los ardorosos rayos del sol, reinando en las elevadas llanuras perpetua primavera.

Los pueblos de vida amable serán siempre más ardorosos defensores de su independencia que los pueblos de vida ingrata, atormentada.

No quiero que llores; no quiero que llores... y apartándole las manos le besaba los párpados, sedeños y ardorosos.

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