456 oraciones de ejemplo con alada

Y mientras la muchedumbre alada ó rampante corre sedienta de un lado á otro, la cigarra se ríe de esta escasez.

Vió una serpiente alada vomitando chispas y humo, una especie de monstruo wagneriano que al aplastarse contra el suelo abría sus entrañas, esparciendo miles de culebrillas ígneas que lo cubrían todo con sus mortales retorcimientos...

Dormitando entre los fardos y barricas de un muelle, había visto también a la diosa alada y sin cabeza; había sentido la caricia de la esperanza.

La vida fácil, alada, insustancial; la moral harto elástica y convencional, la frívola perversidad de todas aquellas gentes, le encantaron.

En la proa, Venus victoriosa surgía de las espumas, y su gracia frágil, alada, pedía el mar de peridotos, y la lluvia de flores de una evocación boticellesca.

Después envuelta en seda y encajes, tendióse en la hamaca y esperó: Los párpados entornados y palpitantes, la boca siempre sonriente, con aquella sonrisa que un poeta de hoy hubiera llamado estrofa alada de nieve y rosas.

(Viñeta: Un angel volante que apoya el piè derecho sobre una rueda alada, y lleua en la mano diestra una llama y en la siniestra una trompeta.) Venetiis |

No a punto fijo en qué categoría colocaba Yurrumendi a su gigante de los ojos encarnados; pero creo que no le consideraba a la altura de la Egan-suguia, la gran serpiente alada del Izarra, con sus alas de buitre, su cara siniestra de vieja y su aliento infeccioso.

la soberbia de la montaña agreste Al ritmo de la inmensa mecánica celeste; La boca melodiosa que atrae en Sirenusa Es de la fiera alada y es de la suave musa; Con la bicorne bestia Pasifae se ayunta, Naturaleza sabia formas diversas junta, Y cuando tiende al hombre la gran Naturaleza, El monstruo, siendo el símbolo, se viste de belleza.

Viva la vista La planta alada, la cabellera Mojada y suelta; terrible, fiera, Corre del monte por la extensión; Ladran sus perros enfurecidos; Entre sus dedos humedecidos Lleva una flecha para el ladrón.

Y ella no sabe que en sus palabras bondadosas se esconde una fuerte simpatía hacia Rafael, aquel mozo lleno de atractivos que sube por los aires a escuchar la música de los astros y sorprender los secretos de la vida alada.

Y en una palidez de oro de luna una paloma blanca se cernía, alada perla en mística laguna.

Tocó vuestra frente la alada sandalia; habéis sido mástil, proscenio, curul, oh pinos solares, oh pinos de Italia, bañados de gracia, de gloria, de azul.

la cadencia alada de sus pasos.

Del fondo de una galería llegaba á veces prolongado murmullo, las rotas cadencias de una música alada y sensual, el gorjeo de las risas.

Apénas rota su armada Vió Antonio, cuando la alada Nave, haciéndose á la vela, Nada pensando que vuela, Vuela pensando que nada; Pues con ligereza suma, Pez sin escama nadaba, Ave volaba sin pluma, Tan veloz, que no le ajaba Un solo rizo á su espuma.

En aquella estructura, de suyo alada, está el secreto de su destino superior, no en las contorsiones del tango, ese reptil de lupanar, tan injustamente llamado argentino en los momentos de su boga desvergonzada.

Pero si de Anacreonte y de Meleagro tiene la sensualidad, el refinamiento, el amor á la canción frágil y alada, esa perla del arte, no es repetidor servil de ningún viejo hacedor de rimas.

Dijo; y á par oyó de Forco anciano La vírgen Panopea sus acentos; Y el coro de Nereidas soberano Condolióse en sus huecos aposentos: Movió la nao Portumno con su mano, Y fugaz como soplo de los vientos, Y no ménos veloz que alada flecha, El hondo puerto penetró derecha.

Hasta do el ojo va, la copia alada Sigue el volar, sigue el volar rastrero; Mas asomando á la hedïonda entrada De Averno, se alza en ímpetu ligero: Buscan las dos la copa deseada, Y á un tiempo ocupan el feliz madero, Do entre pardos verdores amarillo El ramo desigual muestra su brillo.

El viento del Sur, como un hada benéfica, nos descorre las cortinas materiales de lo inmediato real, y de un país sin horizontes hace una cosa alada llena de lejanas transparencias.

Por eso los representa la imaginería japonesa contemplando atentos la lección de la pareja alada.

Dos bonzos entran en la pagoda, abierta por ambos frentes, y á través de cuyas columnas pasa la brisa de la selva esparciendo rumores de actividad alada y perfumes vegetales.

Invasión alada.

Libra de tu presencia este profético recinto, no sea que te alcance la veloz y alada serpiente de mi áureo arco y tengas que vomitar en tu dolor, entre torrentes de negra espuma, la sangre humana que has chupado.

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