32 oraciones de ejemplo con achacosa

Pasó la disentería, pero la pobre anciana quedó achacosa.

Porque, dime, ¿qué necesidad tenías de convertirte en enfermera para cuidar de esta vieja achacosa?

Las pulmonías y las fiebres perniciosas son terribles en Villaverde, pocos ancianos las resisten, y mi pobre madrina, achacosa, débil, extenuada por largos padecimientos, tendría que sucumbir.

, mas no era de urgente necesidad en aquel momento, por dos razones principales, a saber: porque vivía la abuela, aunque achacosa y decadente; y porque dentro de dos semanas marcharía la familia a pasar las Pascuas en el ingenio de La Tinaja, y se había acordado que Leonardo fuese de la partida.

Le llevaba diez ó doce años de edad, era fea, achacosa, impertinente, ridícula.

Que ésta había sido la ilusión de toda su vida; que había soltado la palabra y todos los parientes estaban ya en ello: en fin, que estando muy vieja y achacosa, aquel disgusto la causaría seguramente la muerte.

No llegó a ejercer la profesión; una rara melancolía, con tintes de aburrimiento y pesadumbre, le fué apartando de la sociedad, y acabó por encerrarle en su casa de Luzmela, achacosa y decaída, pero capaz aún de mantener con vergonzante decoro al hidalgo sombrío.

Estaba muy achacosa, pero a la vista de su primogénito, parecía revivir.

Débil, enfermo y sin poderse valer á mismo, tuvo que acudir al trabajo para vivir y auxiliar en algo á su madre achacosa y de escasas energías.

Y en Torremar produce grande asombro el aspecto apacible y saludable de aquella dama que se recobra al mundo cuando todos la creían achacosa y doliente.

No sabe cómo servir al niño, da vueltas igual que un loco, por la achacosa cabaña, buscando en cada ostugo la vislumbre de una ayuda que está muy lejos de parecer.

Y en la vocecilla apasionada del pequeño tembló con las últimas palabras una inconfesa ambición de fortaleza y poderío..., el oculto dolor de su debilidad enfermiza y achacosa.

Las señoritas de Coronado no ornamentarían su salón montañés con la belleza rubia de María Ensalmo, ni con la morena hermosura de Eva Guerrero, y tampoco Teresita Vidal llevaría á Las Palmeras la nota extraña de su juventud aburrida y achacosa.

Puede asegurarse, sin embargo, que el jíbaro que vive en regulares condiciones, llega á la vejez, y es un hecho evidente que su ancianidad es ménos achacosa, más fuerte de lo que podía esperarse.

despues de desastrosos hechos civiles, en que cada dia se insurreccionaban las salas de Granada, y mientras el ejército de los castellanos acometian las fronteras, el rey Muley-Hhacem, viejo ya y achacosa, cedió la corona á su hermano Abdallah-al-Zagal.

Encerrada allí pasaba Laura los días, trabajando afanosamente en sus randas y picos de encaje, sin salir nunca ni ver la luz del sol, cuidando á su madre achacosa, y consolándola siempre que renegaba de la adversa fortuna.

HAMLET.Me pides una respuesta, y mi razón está un poco achacosa: no obstante, responderé del modo que pueda á cuanto me mandes, ó por mejor decir, á lo que mi madre me manda.

Ni mi salud, bastante achacosa, consentía el esfuerzo físico que supone el servicio de la clientela urbana, donde el joven doctor debe estrenarse precisamente con clientes de cuarto piso o de guardilla.

La vieja, achacosa y maniática desde hacía algunos años, dio en la flor de no permitir que cuidase de ella sino José.

Enferma y envejecida, parecía achacosa, pero no pasaba de los sesenta años.

De este hecho resultaron mil inconvenientes, que con la llegada del Señor Irala, á principios del año de 1550, y nueva eleccion y juramento de homenage que le hicieron, se serenaron y acabaron todos estos ruidosos hechos, que tan achacosa, hasta estos nuestros tiempos, dejaron á esta tierra.

Yo soy aquel miedo que tiene el que ama De cuánto achacosa es cualquier hermosura

Allá, á la achacosa vejez dedican para la virtud, la hija fea para el convento, el hijo contrahecho sea de iglesia, el real malo á la limosna, el redrojo para el diezmo, y después querrían lo mejor de la gloria.

Sobre la achacosa vejez no tuvieron mucho que altercar, con que no faltó quien la propusiese, porque no quedase piedra por mover y todo se alterase.

preguntar una vez a un desprevenido de amor (porque aunque dicen que le tiene, es engaño, supuesto que en él la lealtad está tan achacosa como en todos) que de qué color es el amor.

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