215 oraciones de ejemplo con ahincó

No supe si alegrarme o entristecerme; no habiendo encontrado el tesoro, nos buscarían con más ahinco.

Mascardi, Cardiel y Lozano, y todos ellos participaron de este engaño, trabajando con ahinco para generalizarlo.

Ply, v. [play] Trabajar con ahinco, afanarse.

Muley con los suyos me arrancará esta noche de los brazos de mi tío, quien no podrá o no querrá oponerse a tal violencia por amor a Muley y al ahinco con que desea conservar los derechos de nuestra familia.

Verdad es que unos y otros se entregaban al goce del momento con tal ahinco, que no es mucho de extrañar olvidaran por entonces sus mutuos celos y odio mutuo.

Porque él, durante quince años, no ha tomado una medida administrativa para favorecer el comercio interior y la industria naciente de nuestras provincias; los pueblos se entregarán con ahinco a desenvolver sus medios de riqueza, sus vías de comunicación, y el nuevo Gobierno se consagrará a restablecer los correos y asegurar los caminos que la Naturaleza tiene abiertos por toda la extensión de la República.

Si se conservan en concurrencia con las primeras, tanto mejor para sus autores; pero si se ven obligadas á ceder, la emulación excitará á aquellos á trabajar con más ahinco, y á aprender, de sus derrotas, que únicamente lo mejor y más selecto es lo que encuentra aceptación y aplauso.

Palacio Valdés fué el autor de texto que estudié con más ahinco, en aquella época feliz de ingenuos entusiasmos y sinceras admiraciones.

Es cierto que en tierra extranjera los sentimientos patrióticos del hombre están más exaltados que nunca; pero también es verdad que los extranjeros suelen defender con más ahinco que nadie los ataques a su patria adoptiva.

En su pueblo natal, Manatí, se dedicó a la enseñanza de la música, refiriéndonos, los pocos contemporáneos que viven, que era un apasionado del arte y trasmitía con ahinco.

Trabajó con ahinco sin levantar la cabeza, y concluyó más pronto de lo que esperaba.

Lo que siento es que, por andar á escondidas para muchas cosas, las haga de prisa y mal; y hacerlo mal y de prisa donde él lo hace, es muy peligroso, porque puede irle en ello la vida... ¡Sobre esto hay que hablar, Andrea! Y sobre lo otro también,replicó la capitana con ahinco.

A trechos me paraba para enjugar mi frente y dar algún respiro al pecho jadeante; o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante, y hacia la mano diestra vencido y apoyado en un bastón, a guisa de pastoril cayado, trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de altura, hollando las hierbas montaraces de fuerte olor—romero, tomillo, salvia, espliego.

Amrafel casi había ya perdido el recelo de un mal encuentro, cuando los perros ladraron otra vez con más ahinco y furor que en un principio.

Toribio, enloquecido, convulso, semejante á los brujos que danzaban en la epilepsia de los aquelarres medioevales ahincaba sus pies en las entrañas del caído.

Acostumbrado Trifón á que sus discípulas sofocasen la carcajada cuando le veían por primera vez, notó que María, al contrario, le miraba con lástima infinita, y la piedad de la niña, en vez de conmoverle, ahincó su resolución implacable.

Pues como la cudicia de los españoles, segun dije, los ahincaba, no curando de sembrar para tener pan, sino de coger el oro que no habian sembrado, como quiera y con cualquiera poca cosa que podian haber de bastimento como rebuscándolo, ponian los hombres y las mujeres, sin suficiente comida para poder vivir cuanto ménos para trabajar, en los susodichos trabajos.

Sin responder, la anciana empujó desesperadamente la puerta, ahincando todo su cuerpo con una contracción que llenaba su rostro de arrugas.

Los ingenieros no habían llegado aún: los operarios trabajaban con fe, con ahinco, con rabia, pero sin concierto, sin dirección.

Consciente de haber encontrado una dirección fecunda, procuré aprovecharme de ella, consagrándome al trabajo, no ya con ahinco, sino con furia.

Todas las repúblicas de oríjen español y las que se formen en el Imperio del Brasil estudiarán con ahinco y practicarán con entusiasmo las instituciones federales.

Todos, a porfía, me raspaban, me limaban, me clavaban, me mordían... ¡no acababan de corregirme!... y cuando parecía que ya nada tenían que añadir, volvían a empezar: quién para rectificar una línea, me quitaba unas virutas, quién me ahincaba un tornillo...

cultivaban con tanto ahinco las amistades gubernativas de esta ciudad.

iban á experimentar muy luego el contragolpe del absolutismo que con tanto ahinco defendieron.

Allí hablaron sus doncellas, bien oiréis lo que dirán: ¿Qué es aquesto, mi señora? ¿quién es el que os hizo mal? Un sueño soñé, doncellas, que me ha dado gran pesar; que me veía en un monte en un desierto lugar: de so los montes muy altos un azor vide volar, tras dél viene una aguililla que lo ahinca muy mal.

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