25 oraciones de ejemplo con cabeceos

Pero a las vacas falta evidentemente la decisión masculina de permitir en la piel sangrientos rasguños, y apenas introducían el cuello, lo retiraban presto con mareante cabeceo.

Nod, n. [nod] Cabeceo, reverencia, cualquiera señal hecha con la cabeza.

Silbaban y aplaudían viendo el cabeceo de los santos, mientras algunas mujeres, con arrojo de mártires, insultaban á los impíos, amenazándoles con las manos crispadas.

Volvían al fumadero a continuar sus partidas de poker, o formaban en la cubierta los corrillos habituales, hablando tendidos en el sillón, hasta que el cabeceo de la somnolencia les hacía levantarse titubeantes, camino del camarote, para continuar la siesta.

Y el velero fue empequeñeciéndose, como si marchase hacia atrás, saludando con violentos cabeceos las arrugas espumosas que enviaba a su encuentro el invisible volteo de las hélices.

El cabeceo suave de proa a popa, al que se habían acostumbrado todos y que pasaba inadvertido, como un movimiento necesario para la vida igual al de la respiración, se hizo por instantes más violento.

Se despegó el vaporcito, alejándose con violento y grotesco cabeceo, semejante a los traspiés de un beodo.

La dama contemplaba sus sombras confundidas avanzando sobre la mágica luz de la pradera, con el cabeceo de una lenta marcha.

Vanda, caída en el suelo, sintió una sacudida espantosa; luego, violentos cabeceos; oyó un grito de angustia suprema, y al fin, nada.

Avanzaba pesadamente, con fatigoso cabeceo, como movido por las olas de un mar irritado.

Y soltando la cuerda los mocetones, la barca, después de algunos cabeceos, partió como una flecha, arrastrada por la corriente.

El Mediterráneo estaba á sus pies, profundamente azul, peinándose con lentos cabeceos en una fila de escollos puntiagudos que sacaban de sus hilos acuáticos borbollones de espuma.

Todos teníamos clavada la vista en aquel extraño y alarmante cabeceo temiendo que acaeciese lo que al fin acaeció.

Después venía el huroneo en busca del vino que la tripulación había dejado olvidado en el fondo del porrón de lata; y los gatos, si no había trabajo, tendíanse como unos príncipes en la proa, con la camisa fuera de los pantalones y la panza al aire, arrullados por el cabeceo de la barca y las cosquillas de la brisa.

El Retor se agarró con ambas manos á la caña del timón; viró la barca, exhalando quejidos como un enfermo que muda de postura; el manso oleaje que la mecía de lado comenzó á acometerla por la proa, obligándola á dar lentos cabeceos, en los que hervía la espuma, brillando en la obscuridad, y el faro vióse por la popa, confundiéndose su inquieta faja rojiza con el rebullir de la estela.

I la mamá, que acababa de reconocer a su sobrino en un cabeceo que tenia por maña i costumbre en todas circunstancias, corrió despavorida pidiendo luces a gritos....

Cuando despertaba, fuese de día o de noche, pedía su caballo, y dando cabeceos sobre la silla, tornaba a su Pazo.

Tomaba éste el viento, cedía, se atravesaba, le ponía la proa, y el aire, entrando á ras del palo, sacudiendo la relinga, daba un aletazo á la vela, y de nuevo comenzaba el alegre baile del donoso batel, entre vivos cabeceos y rápidos tumbos, hasta quedar proa al viento.

Hablamos sin soltar el bandaraje que corre junto a la pared, inclinándonos la una hacia la otra en cada fuerte cabeceo del buque.

A cada pregunta, señal en ella de dudas ó refriega interior, el Padre contestaba afirmativamente con fuerte cabeceo.

A cada pregunta, señal en ella de dudas ó refriega interior, el Padre contestaba afirmativamente con fuerte cabeceo.

El agua murmuraba debajo del muelle, y el húmedo viento salado, que sopla de mar afuera a la hora en que la noche sube, mantenía las lanchas cercanas en un continuo cabeceo.

Cuando se despierta, sea día ó noche, pide el caballo, y dando cabeceos sobre la silla, se vuelve á su Pazo de Lantañón.

Estos juncos de construcción medioeval, á pesar de la tranquilidad de las aguas navegan en una posición inestable para nuestros ojos, con la proa casi hundida y la popa muy en alto, cual si fueran á sumergirse definitivamente en cada uno de sus cabeceos.

Si alguno las saluda al paso, responden con lánguido cabeceo, que más parece desmayo que otra cosa.

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