52 oraciones de ejemplo con castañeteaban

Inmediatamente, como un síntoma de cariño fraternal, sus dientes castañeteaban de cólera y se le cerraban los puños.

Tomé su cabeza entre mis brazos y de repente un calofrío sacudió su cuerpo; que sus dientes castañeteaban.

Sentí el frío de ultratumba y mis dientes castañeteaban.

Sus dientes castañeteaban a causa del frío y de la impaciencia y tenía sus ojillos fijos en el doctor con la curiosidad inquieta de un niño ante el que se abre una caja de bombones.

El P. Camorra estaba en su quinto cielo viendo tantas muchachas bonitas; se paraba, volvía la cabeza, le daba un empujon á Ben Zayb, castañeteaba con la lengua, juraba y decía: ¿Y esa, y esa, chupa-tintas? y de aquella, ¿qué me dices?

Sus dientes casi castañeteaban de cuando en cuando, pero él no se rendía al terror

Consuelito Mendoza dudaba un momento, luego empezaba a temblar y sus dientes castañeteaban, corría de un lado a otro, acercándose a los muebles, buscando algún calor que mitigase el frío que penetraba sus huesos; poco a poco la alucinación adquiría mayor fuerza y los efectos producidos por la voluntad del operador eran conmovedores.

Continuó la funcion: á la entrada del proscenio habia unas sillas de palo y en ellas sentados negros y negras, falsificados con perfeccion; los unos tocaban el tambor, otro agitaba una pandereta con cascabeles, el otro tenia unos palillos pequeños entre los dedos, los que sacudiendo fuertemente la mano, castañetean, repican y forman una ruidera espantosa.

Pastor.¡La Quimera se revuelve en su antro! Mi vista se nubla, mis dientes castañetean... (Huye despavorido.

¡Hip! Rompió á danzar, á la marioneta, uno de esos bailes ingleses extravagantes, cómicoszapateando el piso con las botas gruesas de becerro, y castañeteando sus dedos largos, huesudos, ágiles, habituados á tender el color.

Silvio castañeteaba sus dedos largos, flexibles.

Y en nosotros... ¡ayúdeme V. á sentir! (Al argüir así, el comandante castañeteaba los dedos.

Sus piernas, sin medias, tiritaban; castañeteaba los dientes; se cruzó de brazos para abrigarse el pecho, mientras sus manos yertas buscaban la tibieza suave de las axilas.

¡Cómo castañetea los dientes!... ¡Ay, bueno le han puesto esas bribonas! Todo por la manía de que hay clases; pues si se persuadiera de que se acabaron las tales clases y de que todas somos lo mismo, se arreglaría de otra manera, y la felicidad reinaría en su casa.

Y mientras Marcones daba patadas en el suelo y se golpeaba las nalgas con los puños cerrados, y castañeteaba los dientes y echaba espumarajos por la boca entre apóstrofes bravíos, don Alejo le volvía la espalda muy tranquilamente, y desaparecía de la saluca en que había recibido la embajada.

Mis dientes castañeteaban; concluí la tarea, registré mis pistolas, las cargué, me eché sobre el sofá y fumé nerviosamente, cigarro tras cigarro, hasta que Ventura, solícita, vino á avisarme para cenar.

Cuando Basilio XXVII preguntaba á sus ministros y magnates y á los mil agradadores que bullen alrededor de los poderosos si sentían como él aquel extraño frío, le desesperaba oirles responder vagamente que , y al mismo tiempo verles andar á cuerpo y abanicarse, mientras él se encogía castañeteando los dientes.

Su corpachón gigantesco retemblaba de coraje; sus dientes castañeteaban de ira.

Huyendo de la soledad de su gran despacho, bajó el marqués de noche á la cocina del cortijo, y buscando por instinto de sociabilidad invencible, la compañía del hombre, se arrimó al hogar, calentó la palma de las manos castañeteando los dedos, y hasta se rió de los cuentos que con chuscada andaluza referían el capataz y el pastor, y reparó que la cocinera tenía muy buenos ojos.

fruncían el entrecejo y castañeteaban los dedos en señal de menosprecio al oir que un discípulo de Tales salía con la antigualla de que la substancia universal es análoga al agua, y uno de Anaxímenes se desgañitaba afirmando que era idéntica al aire, y otro de Heráclito sostenía que cada cosa es y no es, y el de Anaxágoras repetía que todo está en todo.

Ya solos, Aracil comenzó a leer un periódico; pero se excitaba de tal manera, que se ponía a temblar, y le castañeteaban los dientes.

Cuando no había modo de entretener la tarde, Dumillas castañeteaba los dedos y nos decía, sacudiendo la gallarda cabeza sudorosa, para echar atrás la melena negrísima que le sofocaba: Vamos a hacerle una sarracinada a Corno de Boy.

Ahora tiritaba de tal modo que le castañeteaban los dientes.

Pero mis compañeros de viaje, entre dos olas, hacen elogios de la tibieza del mar, aunque algunos de ellos castañetean los dientes.

Llevarás la bandeja, sin tocar á nada, al gabinete contiguo á esta cámara, Rustighello; y si nunca has oído á aquellos cuyos dientes castañeteaban de terror, hablar del famoso veneno de los Borgias, que en polvo es blanco y centelleante como polvo de mármol de Carrara, y que, mezclado con el vino, cambia el de Romorantino en vino de Siracusa, te guardarás bien de tocar al frasco.

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