Pocos momentos después salían todos, incluso el perro de las Porreñas, á quien Clara no quiso abandonar.

Esodijo uno un día, señalando al perro con una vuelta de cabeza,no sirve más que para bichitos...

¡Qué sonrisa tan bondadosa, qué color tan animado!... Era viejo y parecía un ángel... no que éste ha bajado las escaleras á trompicones, como si le ladrase un perro en la meseta, y con un color de difunto y unas...

El seminarista apretó el paso, renegando de su mala estrella; dejó á medio camino al importuno, y no paró hasta la cocina de su padre, donde se presenta con el humor más perro del mundo.

Luego amenazó al perro para que cesase de aullar.

El domador hizo restallar el látigo, y todos los perros a una comenzaron a ladrar y a aullar furiosamente.

Después, cúmplanse tus maldiciones, y lleven los perros por este arenal mi corazón desesperado.

Disputado por un enjambre de cocheros y carreteros que se apoderan de todo el equipaje por sí y ante sí para llevarlo á su destino, y pelotean al pasiente-propietario como una jauría de perros al derredor de un ciervo humilde y aturdido,el recien llegado se resigna á abdicar su voluntad y entregarse al que tiene mas fuerza para estrujarle y pulmones para ofrecerle á gritos sus servicios.

Quería convencerse de que los pobres se atrevían por fin con los ricos: deseaba ver cómo corrían todos los enemigos por él odiados, sin que les valiese la protección de los ídolos celestiales á los que levantaban palacios, mientras él vagaba por el monte como un perro sin abrigo.

Los moradores de San-Ramon atan un perro á la orilla del rio, colocando por delante de él una lazada abierta, de manera que el caiman no pueda acercársele sin entrar en ella; dispuesto de tal manera el armadijo, se ocultan á poco pasos, teniendo en la mano la otra punta del lazo.

la niña descalabrada en la alameda notó la presencia del perro entre sus implacables ofensoras, por los ladridos del uno y por los gritos de las otras, contuvo su llanto, y con íntima complacencia, se volvió para presenciar los destrozos que el enfurecido animal parecía estar haciendo en las ropas y pellejo de aquellas mal aconsejadas criaturas.

» COLOQUIO QUE PASÓ ENTRE CIPIÓN Y BERGANZA, PERROS DEL HOSPITAL DE LA RESURRECCIÓN Con gran asombro suyo se sienten estos perros una noche dotados de habla y aprovechan tal beneficio para contarse sus vidas; es esta narración una sátira de la sociedad de entonces y de diversos tipos de la misma.

Por este puente, fabricado á toda priesa, las cuatro piezas de artilleria se transportaron primeramente en hombros de los indios, y despues todo el tren de armas y caballos: hubieras visto con risa á un muchacho indio pasar á la otra parte su perro sobre los hombros.

Ffablar con muger en plaça es cosa muy descobierta: Á bezes mal atado el perro tras la puerta.

Por eso, una tarde, con osadía increíble, se llevó a presencia nuestra el perro hasta el Hospicio, como en Oviedo se denomina la Inclusa, y no volvió hasta el cabo de una hora.

¡Cómo! ¡Insultar á una doncella inglesa y azuzar los perros contra su hermano! Pues ¿para qué tengo yo esta espada?

En pleno día, Cooper había tenido ocasión de perder tres gallinas, arrebatadas por los perros hacia el monte.

Luego, cuando ya estoy saturado de espumas, de olas, de gemidos del viento, subo por la Cuesta de los Perros hasta lo alto de las dunas, y avanzo por entre los maizales.

Da luego su silbido: Llegan el Matalobos y Atrevido, Perros de su cabaña; de esta suerte Al indefenso León dieron la muerte.

Cortó el Perro pa la posisión y lueguito vinu el Hombre con una escopeta cargá.

Entre los extraviados iba un perro mío llamado Brasil, que después de haber hecho la campaña del Paraguay en el Batallón 12 de línea, me acompañaba valientemente en aquella excursión.

Ronzal, Trabuco, que admiró aquel sermón, dos meses después sacaba partido de las citas de Glocester en las discusiones del Casino, y decía: «Señores, lo que sostengo aquí y en todos los terrenos, es que si proclamamos la libertad de cultos y el matrimonio civil, pronto volveremos a la idolatría, y seremos como los antiguos egipcios, adoradores de Isis y Busilis; una gata y un perro según creo».