25 oraciones de ejemplo con harapienta

Nada mas extraño que la fisonomía de esa ciudad, simultáneamente gótica, árabe y gitana,artista y fabricante,religiosa y voluptuosa,rica y harapienta,llena de jardines y de miserias,-bella y horrible,animada y cadavérica,esperanza y escombro al mismo tiempo.

Triste, marchita y harapienta y sola, ocultando su faz con extraño rubor, casi á mi lado hoy la he visto pasar.

Su única falda roja, ajada, estaba sucia y harapienta, como lo había sido la de la niña.

De allí a poco salieron de la venta quince o veinte mujeres harapientas, sucias, miserables, y esquivando a los de uniforme corrieron hacia los del grupo central, aunándose con ellos en parejas que desaparecían tras un tronco, tras un peñasco, en un repliegue del terreno, donde pudieran ocultarse.

Su egoísmo, que le hacía ir bien vestido, mientras la familia andaba harapienta, y su desigualdad en el reparto de los productos del trabajo, compensábalos con iniciativas generosas.

Tardó poco en llegar una mujer harapienta, alta, huesosa, como de treinta y cinco a cuarenta años, que fijó en una mirada insolente.

Apesar del aspecto de antigüedad que se nota en la ciudad de Matanzas, en la que domina el añejo gusto arquitectónico español, aquí i allí se levanta de vez en cuando alguna casa de construccion moderna i de risueña apariencia, como una que otra persona de vestidura elegante en medio de una multitud harapienta i desaliñada.

"Uno de tantos viernes me había divagado mirando á Sebastián, que molesto y aturdido trataba de alinear á varios mendigos que me asediaban, y al sentirme tocado en un brazo me volví con violencia diciendo:No me robesá una niña muy pequeña, de rostro moreno, harapienta y desgreñada, que había logrado introducir su manecita en la bolsa del dinero.

Detúvose allí ¡pobre diablo de invención! revestido solamente de una capa ligerísima de apariencia humana, a través de la cual era visible la rígida, desvencijada, incongruente, vieja, harapienta, múltiple e inútil combinación de su esencia, pronta a desplomarse en tierra en un montón de residuos, por la conciencia de su propia indignidad para erguirse.

Pero,añadió tras breve pausa y con un grito de desprecio para mismo,¡me he visto, madre! ¡He visto la miserable, harapienta y vacía criatura que soy!

La Sargantana del Farestac no era una barca limpia y bien cuidada, sino una barca abandonada y harapienta.

En el camino nos encontramos con saltimbanquis, gitanos, y alguna mujer harapienta con un carretón donde llevaba un organillo y la familia menuda.

Ya iba a marcharme cuando, detrás de una parte del muro no recorrida por , sonó un grito extraño; acudí presuroso y me encontré con una miserable criatura, harapienta, sentada en una piedra.

CARLOS SALAZAR 1832-1865 Harapienta, demacrada y muerta de hambre, la hermana que le sobrevivía vagaba calle arriba y calle abajo por el barrio de la Merced, de esta Capital, sin que ninguno la diera de caridad un rincón cualquiera para dormir.

Deambulaban por allí mendigos, lisiados, chiquillos héticos y lacrosos y mujeres harapientas con los ojos inflamados.

Había una vieja harapienta, con un aire de lechuza, y dos muchachas feas, vestidas con colores chillones.

Venía de la calle Ancha una masa de gente harapienta, zarrapastrosa, formada principalmente por mujeres y chicos, que vociferaban y daban alternativamente vivas y mueras.

¡Qué miseria! ¡Qué pobreza! ¡Qué gente harapienta!

En la playa, al lado de la puerta del corral, hasta donde subían las olas, que echaban sobre la arena grandes madejas de algas harapientas, se veía una barca vieja, con la quilla al aire, que se pudría con la humedad y el sol.

Todos hemos narrado alguna vez la triste historia de la niña pobre y desamparada, que harapienta y arrecida, con el vértigo del hambre y la angustia del abandono, vaga por las calles implorando caridad, hasta que cae rendida y la nieve la envuelve en blanco sudario.

mujeres harapientas con niños famélicos en brazos, fariseos altaneros, esenios pálidos y compadecidos, hijas de Jerusalén, modestas burguesas que bajaban los ojos llenos de lágrimas al ver las torturas del Maestro, y por último, los soldados á caballo, enhiesta la lanza, se atravesaban para impedir que nadie salvase el círculo de cuerda y estacas que rodeaba los patíbulos.

Cuando Felipe iba á un recado le acompañaba hasta media escalera, y cuando volvía se la encontraba en el mismo sitio con su harapienta muñeca en brazos.

Cuando Felipe iba á un recado le acompañaba hasta media escalera, y cuando volvía se la encontraba en el mismo sitio con su harapienta muñeca en brazos.

Era Bachis, más ajada y más harapienta á la luz del sol.

Había, , mujeres harapientas, niños pobres que lloraban ó reían, los pedazos del corazón cubiertos de andrajos, que dejaban en el pueblo aquellos muchachos que iban... no sabían á qué... á morir probablemente... á padecer por la... eso, de la patria.

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